Sin restar méritos a las
demás plazas antiguas de Zaragoza, porque todas tienen su historia, habremos de
conceder a la del Pilar una marcada preferencia.
Uno, que desconocía la
historia de ella, intentó recoger lo más que pudo de las vicisitudes y cambios
que ha pasado hasta la actual trasformación, en lo que hoy conocemos como el
salón de la ciudad.
Para conseguirlo, he
consultado muchos libros en bibliotecas y escritos, que debo agradecer a amigos
que para que los dejara tranquilos un preguntón como yo, tuvieron a bien el
prestarme.
Guardo en los aposentos
de la memoria, cuyas puertas no han cerrado los años, recuerdos de tan
destacado pormenor y de otros varios más por si acaso, temeroso de que llegase
a flaquear, caso frecuente, cuidé de hacer anotaciones que sirvieran de unión
para historiar esta plaza legendaria de muy diversas fisonomías a través de las
épocas; ¡Cuántas costumbres y acontecimientos habrán desfilado por la plaza del
Pilar!
De los primeros latidos
de su historia no queda más que un lejano eco dormido en su recinto. Cuando los
moros se apoderaron de la ciudad, los cristianos mozárabes se agruparon en esta
parte de la población, en tomo a una capilla dedicada a la Virgen del Pilar,
que ya existía, y en el fosal existente a la sazón, fueron sepultados sus
restos. Después de la reconquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador
(1118) llegó a servir dicho fosal de cementerio general para los feligreses de
todas las parroquias.
Y así sucedió en tiempos
del antiguo templo de Santa María la Mayor (derribado en el siglo XVII para
construir el actual) por sentencia anterior de don Sancho de Ahones, obispo de
Zaragoza en 1220. El sepultar cadáveres de todos los fieles junto a la iglesia
del Pilar, era normal, pues los enterramientos siempre se hacían junto a las
iglesias. De esto tenemos pruebas en casi todos los lugares de Aragón. Sobre
aquel fosal, solía reunirse a veces el Concejo para tratar de asuntos importantes;
y eso aun después de adquirir la Casa del Puente como primer ayuntamiento de la
ciudad. Estas reuniones tenían lugar dentro del claustro de la iglesia, próximo
a la capilla de Santa Ana, donde se encontraba el cementerio particular de la
parroquia de Santa Marta que por entonces ese nombre tenía.
Pasaron años y ya en
1332, la plaza del Pilar comenzó a presentar otras derivaciones. Entonces se
estableció el mercado principal por autoridad del almutazaf, hasta que Jaime II
lo mandó trasladar a la actual ubicación del mercado central.
Por unas y otras razones,
en 1617 seguía considerada la plaza como lugar profano. El Cabildo de la Seo
alegó ante la Sagrada Congregación de Ritos, que esta plaza era un lugar
abierto por el que entraban caballerías y se vendía pescado los días de
cuaresma y viernes y sábados restantes. En efecto, así se hacía en
desvencijadas garitas frente a la posada llamada "de los Huevos"
(situada en lo que es hoy número. 23), hospedería de infinidad de arrieros y
trajinantes. También se efectuaban ventas de bienes muebles e inmuebles.
Motivos fueron éstos, aparte de algunos divertimientos que en ella tuvieron
lugar, para que el arzobispo de Zaragoza don Alonso de Aragón diera en 24 de
octubre de 1513 una sentencia, prohibiendo al Capítulo de la Colegiata de Santa
María que sacase por la parroquia otra procesión que la de Santa Ana
(autorizada por privilegio apostólico).a no ser con licencia del Prelado o
prior y Capítulo del Salvador. Desde 1890 desfiló por el templo.
En el siglo XVII se
celebraron en la plaza del Pilar, justas, torneos, cañas, fuegos artificiales,
toros y otros regocijos de la época, aunque no con la frecuencia observada en
otros lugares de la ciudad, más propios para tales esparcimientos. Según
documentos de ese siglo, con motivo de ser beatificado con gran pompa en el año
1664. San Pedro Arbués, hubo varias fiestas en Zaragoza.
En la plaza del Pilar se
corrieron cañas y los caballeros don Francisco Pueyo y don Antonio Luna,
lidiaron toros que causaron numerosas víctimas. Después ya sé sabe que tales
festejos taurinos siguieron de lleno como antes, en la plaza del Mercado (hoy
de Lanuza) hasta ser inaugurada la Plaza de Toros en 1764.
A finales de 1718 se iba
a inaugurar el nuevo templo del Pilar, el actual, con la fachada principal a
todo lo largo de la plaza.
Una gran preocupación se dejaba sentir. Su
suelo ofrecía una altura considerable con relación al pavimento de la nueva
iglesia.
Cómo sería que por
algunas partes se hicieron gradas para bajar al templo. Muchas veces fue
consultada la opinión de arquitectos sin llegar a una solución. Los escarpes no
satisfacían los deseos. Cortar un terreno dejándolo en plano inclinado
resultaba poco práctico. Efectuar un desmonte completo equivalía a una empresa
costosísima.
Existía también el
peligro de las casas que circundaban la plaza si se quitaba .la tierra
descubriendo cimientos. ¿Qué hacer?
Nuestros zaragozanos
habían fraguado un plan. El carácter aragonés no se arredraba así como así. ¡Un
plan! ¿Por quién se trazó? Nada se supo. Un buen día, el 26 de noviembre de
1717 (fecha en que la iglesia del Pilar celebraba la fiesta de .los desposorios
de Nuestra Señora), después de cantarse vísperas y completas en ambos templos
metropolitanos, acudieron a la Plaza del Pilar relevantes personalidades.
El primero, el arzobispo
don Manuel Pérez de Araciel y Rada, y tras éste, el Deán y demás miembros del
Cabildo. Asimismo estuvieron presentes todos los regidores.
Plaza del Pilar años 20 |
La profusión de zapas y
espuertas que aparecieron amontonadas en la mañana de ese día, guardadas por
obreros que el Concejo reunió, hubo de llamar poderosamente la atención, y por
ello acudieron al ámbito de la plaza infinidad de curiosos. Por la tarde, en el
momento apuntado, comenzó la faena. El propio arzobispo tomó la primera
espuerta cargada de tierra y se la dio al deán; de manos de éste pasó a las de
otros prebendados y de ellas a .las de los regidores y así sucesivamente hasta
llegar la carga inicial al Ebro.
Asombrado el público e
imbuído de singular entusiasmo, se prestó de buen grado a colaborar, conocida
la finalidad.
Pronto acudieron los
Capítulos de las parroquias, Comunidades. religiosas., señoras de todas las
clases sociales y hombres de varia condición, entre ellos, muchos obreros que
habían dado fin a la jornada, sin pararlos ni en el frío ni la nocturnidad. No
se hablaba de otra cosa en Zaragoza.
En fechas sucesivas,
tales fueron .los ofrecimientos, que se hizo preciso regularizar el trabajo y
señalar horas. Aquellas personas que por su estado de salud o atención de
obligaciones ineludibles, no podían colaborar en la prestación personal,
enviaron importantes limosnas para gratificar a trabajadores menesterosos y
atender otros gastos.
Extendida la noticia a
villas y lugares de la redolada, todos sus moradores quisieron participar en
los trabajos, solicitando permiso de la Iglesia como una gracia, y venían a la
ciudad según los avisos, en tropel, trayendo sus vituallas para no ser
gravosos, a cuyo fin, el Concejo atorgó franquicia para su introducción. No se
cobraban los abastos. Se distinguieron en la faena, que no conoció preferencia
alguna, los labradores que con sus yuntas labraban la plaza y arrastraban la
tierra utilizando sus carros y galeras.
Este espectáculo, duró 38
días. No. hizo falta más tiempo. El día 2 de enero de 1718, se había dado cima
a la colosal empresa sin lamentar ni una sola desgracia ni un solo hecho
desagradable.
Por fortuna ninguna casa
peligró. Sus dueños debieron profundizar los cimientos aumentando a todas un
patio y un cuarto. Para allanar el piso de la plaza con el pavimento de la
nueva iglesia, se sacaron a juicio de cálculos técnicos unos 12.960 estados de
tierra. (Un estado de tierra equivalía a 11,179 Metros cuadrados).
El caso fue que el templo
actual se inauguraba el 11 de octubre de 1718, y que, meses antes, estaba lista
la plaza del Pilar, con rudimentario pavimento de tierra apisonada, al mismo
nivel que el de la iglesia.
Muy avanzada la segunda
mitad del siglo XIX el 4 de noviembre de 1866, la subidica del Mesón de los
Navarros empezó a dar paso a la magnífica calle de Alfonso que se abriría con
máxima celeridad. Años más tarde, se construyeron las casas del Pasaje.
El día 13 de marzo de
1867, se trazaban los primeros jardines; muy ampliados y modernizados después,
ya bastante entrado el siglo XX.
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