El abandono de pueblos lleva a la desaparición de
este humor, sobre todo en una zona que en esta tierra ha sido abandonada
masivamente desde los años sesenta.
Es el Sobrarbe. Recordar como la despoblación de
doce pueblos anegados por el pantano de Mediano, trae consecuencias duras en
esta tierra, en la que se abandonan muchos más pueblos con los planes de
desarrollo y otras causas que merecen un programa aparte. Recoger coplas de
esta tierra, es hoy prácticamente imposible, debido a que no queda gente que
pueda contarlas. Cuando repaso mis notas, me alegro de haberlas recogido en su
momento y poder conservarlas como una joya.
Y es que no se ha perdido la forma de ser del
aragonés, se ha perdido la conversación y eso es difícil de recuperar. Hoy en
la casa aragonesa quien manda es la televisión en plena comida y no los
comensales, que comen mudos ante la poderosa voz que sale del aparato, son
solitarios en la familia, y ni se cuentas los problemas, ni menos tienen tiempo
de una sonrisa que no salga de alguna cosa que aparezca en la televisión.
La rivalidad continúa hoy día de pueblo a pueblo,
por todas las redoladas, quizá bastante diluida por la pérdida poblacional,
pero sigue estando viva en muchos casos. Y de esta rivalidad, sale la copla con
humor, sátira, y desde luego con un fondo basado en sucesos o forma de ser de
cada lugar.
A falta de ingenio, os recupero el antiguo, y
vosotros mismos escuchar, por que más de una sonrisa saldrá en vuestros labios.
Y comienzo con Sarabillo. ¿Habrá alguien tan
inocente que al oír la siguiente retahíla crea que charramos de meteorología?
“Sarabillo
pueblo de mujeres calientes
y d´ombres fríos”.
Desde luego no tienen motivos para estar contentos
en muchos pueblos, por que el humor aragonés les recuerda muchas cosas:
“No vayáis por trigo a Vió
ni por conciencia a Solana,
ni por virgos a la Rivera
ni por justicia
a Boltaña”.
Laspuña y Naval, tampoco salen muy bien…
“Muller de Laspuña
y macho de Naval,
con uno en hai prou
en cada lugar”.
Cuentan que en Tella, cuando moría una persona,
salían a vocear mensajes como este para que los escuchasen los habitantes de la
redolada:
“Os d´Arinzué y Lamiana,
puyar mañana,
qu´abrá bel carnuz
u bella carcana”.
No se libraban ni los curas:
“El cura de San Vicente
festejaba en San Lorién,
le dieron una paliza
y se le estuvo muy bien”.
Algunas ni riman, pero como son verdad, según ellos:
“Chisagüés está en un alto,
Parzán en una valle
y el desgraciado Javierre
no tiene más que una calle”.
A los pueblos de montaña, los tachan de agarradicos:
“Ta la fiesta de Chisagüés
o que no comes antes
tampoco dimpués”.
Y con Bielsa, se pasan:
“Pa la fiesta de Bielsa
mucha camisa blanca y mucha farola
i o puchero en el fuego
con agua sola”.
Me contaban que uno de Lafortunada, iba con
frecuencia al río con intención de suicidarse, pero cada vez que llegaba, se lo
miraba, se arrepentía y decía:
“Río, río,
¡que grande bajas!
Tócame los cojones,
que m´en boi ta casa”.
Para fiarte de las redoladas, contaban estas coplas:
“No trates mula en Zeresa
ni compres burro en Laspuña,
ni muller en Torrolisa,
ni perro en San Lorién;
a mula te saldrá guita,
o burro te calziará,
a muller s´irá con otro
y o perro te morderá”.
Charlando de la situación de algunas casas, lo
explicaban claro:
“O burro, loco,
o tozino, baldau,
a zagala preñada
y o mozo soldau”.
Liguerre de Cinca, hoy lugar de vacaciones, tenía
fama de poco invitadores. Las personas que pasaban por el lugar solían decir:
“Pobre de mí, desgraciau,
qu´i pasau por Liguerre
y no m´han combidau”.
En algún caso, expresan la resignación de vivir en
un lugar y en un tiempo determinado:
“Nacer en Mipanas,
morir en Lamata.
¡Ay, Asuncioneta!,
¡ay, ay, que mala pata!”
El humor aragonés llega a la sencillez en el momento
que se toca lo sagrado. Y siempre con un gran respeto, aunque al contarlo
parezca lo contrario. La sencillez de este humor me da pié para contarlo, sin
perder, como digo el respeto que merece toda religión. Pero hay chascarrillos
que merecen comentarlos.
Y como primero, un hecho que sucedió hace muchos
años en Barbastro y hay gente que todavía lo recuerda.
Resulta que estrenaban un “paso” para la procesión
de la semana santa. Habían encargado las imágenes a un famoso taller de
escultura de Zaragoza. Era el de la última cena. Pero pasaban las fechas. La
cuaresma se adelantaba y el paso no llegaba. Por fin el Ayuntamiento decidió
enviar al más avispado de sus concejales para traerse el paso como fuera. Y allá
fue el hombre y allá se estuvo tres días urgiendo los trabajos que terminaron
el mismísimo Miércoles Santo. Pero ya no había tiempo de buscar un transporte
adecuado para colocar el conjunto de tallas.
¿Creéis que se amilanó el concienzudo concejal? ¡Que
va! Marchó a la estación y sacó catorce billetes. Dos primeras –uno para
Jesucristo y otro para él- y doce segundas para los apóstoles. Así vieron pasar
los santos, asomados a la ventanilla por todas las estaciones y así llegaron a
Barbastro.
En Bierge los habitantes son apellidados
“Socarracristos” y la cosa no tiene nada de irreverente, sino una carga de
buena voluntad. Parece que restauraban el Cristo del pueblo y lo bajaron al
taller de Torrens en Huesca para remozar la pintura. También apretaban las fechas
y tal vez se apresuraron demasiado. Envolvieron al Cristo con unas mantas y se
lo llevaron al pueblo. La pintura había quedado preciosa y reluciente. Lo malo
era que estaba tierna y, al secarse, se le había pegado a la imagen toda la
pelusa de la manta. El único remedio que se les ocurrió para enmendar el
desaguisado fue hacer otro mayor, socarrando toda la pelusa que se había
quedado pegada…
Y ahora que hablamos de imágenes, dicen que el
tallista de la virgen de Escagües, que se venera con mucha devoción en Echo,
aprovechó la madera que le sobró de tallar la imagen, para hacer una
“pesebrera”. Luego cantaban:
Virgen Santa d´Escagües
naixida en un fraxinal (fresno)
d´o pesebre a mía burra,
tú yes hermana carnal.
Que no, que no son irreverencias. Como tampoco lo es
esta otra:
Oh tú, San Roque bendito
oh tú, excelso patrón
tú que fuiste eslejido
para madre del Señor.
Desde luego suena fatal. Pero es que en aquel pueblo
–otra vez me callo el nombre- se acercaban las fiestas de la virgen de agosto,
patrona del lugar, y el tallista al que se había encargado restaurar la imagen
no la acababa de enviar. Como el día señalado todavía no tenían virgen, no
tuvieron más remedio que coger la imagen de otro santo, vestirla y adornarla
como pudieron y colocarla en la peana para presidir las fiestas de la Asunción.
El agraciado fue San Roque.
Seguro que tampoco se sentía culpable el ermitaño
Serafín. Volvía por el barranco de Mascún un día de mucho calor, con el santo
en su capilleta, después de haber hecho la colecta en Rodellar.
Debía estar cansado y debía andar muy mal de fondos.
Pues bueno, se conoce que se paró a descansar un ratico con el santo, que era
San Urbez, sol de la montaña y patrono de la redolada. Mientras descansaba el
ermitaño decidió echar unas partiditas de guiñote con el santo, que por lo
visto no se opuso y allí estuvieron jugando, mientras quedó dinero en el
cepillo del santo, pues el bueno de Serafín le hacía trampas mirándole las
cartas.
Y eso que una de las características de nuestros
montañeses es el buen conformar ante las dificultades de la vida. Y el fijarse
en la parte amable de la las cosas. Eso le pasaba al ciego aquel de la Bal
Ancha cuando aseguraba:
“-Vivo mejor que el rey. Todo lo que veo es mío”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario