No me está permitido ser
muy explícito al hablar de otro curandero, J.P. nacido en Agüero hace unos
ochenta años y que actualmente vive en una capital cercana. Ejerce muy poco y
es muy discreto.
Lo más característico
suyo es que lo cura todo y sin necesidad de visitar al paciente. Mi informante
es J. T. primo del curandero y me cuenta que pasaba una temporada muy mala y le
llamó por teléfono. El le dijo: “Tienes tal y tal cosa”.
Era verdad y muy
complicada: había estado en el entierro de un joven. Parece que el espíritu del
joven se había colocado en él porque necesitaba reposo...
Otro caso interesante:
una señora, amiga de mi informante fue a verle y le contó que sufría mucho, oía
ruidos, presentía espíritus, etc. El telefoneó a su primo consultándole el caso
y la curó sin tener ningún contacto con ella.
Lo siento, pero no puedo
dar más detalles.
También curandero y
clarividente es Millán Sancho, que nació en Huesca hacia 1945 y vive en un
pueblo de los Monegros.
Hace el diagnóstico con
sólo ver al enfermo. El mismo hace las medicinas, las da y cura.
Si es algo de
articulaciones aplica masajes, si es algo interno receta hierbas de las que
tiene un conocimiento casi exhaustivo.
Utiliza además una
especie de pases con las manos. Ha hecho curaciones muy espectaculares como a
un niño con la cabeza enorme y muchos tumores al que curó en una breve
temporada.
Es además clarividente y
encuentra cosas perdidas. Un amigo de mi informante que había perdido la bolsa
y le preguntó, le dijo que la tenía colgada en una caseta en donde había estado
merendando y allí la encontró.
Como remedio para muchos
males se ha empleado el agua de San Cosme y Damián, que otros llaman aceite. El
ermitaño, hombre muy interesante y amable me dice que el aspecto oleaginoso del
agua se debe a unas capas de piedra bituminosa que atraviesa el agua antes de
llegar al manantial de la cueva.
San Cosme y san Damián |
Y ya que hablamos del
ermitaño, diremos que Antonio Bonsón no es propiamente curandero aunque conoce
muy bien las plantas medicinales y ha colaborado con eminentes botánicos.
Nació en 1943 en
Torrelarribera en una casa que fue beatario dependiente de Obarra. El atribuye
a esa circunstancia -entre otras- su facultad de predicción. Ha presentido
muchas muertes (y me contó nombres y circunstancias que no vienen al caso).
Con sus familiares que
viven en Barbastro se comunica telepáticamente avisándoles cuándo va a ir a
verlos. Hay un algo de magia a su alrededor cuando cuenta sus apariciones,
entre ellas de un ovni con todo detalle a distancia muy pequeña aunque no vio
seres vivientes: sólo el aparato. Ha leído mucho y describe los fenómenos con
las palabras adecuadas. Es valiente al vivir en un paraje tan extraño y
sobrecogedor que además parece ser una zona de un gran magnetismo completamente
solo, sin teléfono ni otro medio de comunicación.
Pero es un hombre de fe y
asegura que no vive solo ni menos desvalido. En 1985 se cayó de un tejado y se
rompió la columna. Así y todo supo ir hasta el coche, subir con él por la
arisca pista hasta la carretera y conducir hasta Huesca, a la Residencia de San
Jorge en donde entró por su pie. A partir de ese momento quedó inmovilizado.
Eso lo cuenta con sencillez y convicción para indicar que no vive tan solo.
Dios y los santos Cosme y Damián a los que tiene verdadera devoción lo
protegen.
No hace curaciones. Tal
vez porque no se lo propone y atribuye todos los favores al agua de San Cosme.
Me decía con mucha simpatía:
-“Unos me llaman el loco
de San Cosme, otros el brujo de San Cosme y otros el santo de San Cosme: yo
creo que debo tener un poco de cada cosa...”
Quiero terminar este
desfile de curanderos altoaragoneses con una interesante figura que no era de
Huesca, ni siquiera de España pero que hace unos años visitaba con cierta
regularidad la zona entre Robres y Tardienta.
Jaime Cristian era tal
vez alemán y vivía en Reus en donde enseñaba idiomas. Tenía allí un apartado de
correos y cuando lo llamaban de Tardienta y otros sitios acudía a visitar si es
que se le permitía de lo Alto, como escribe en varias cartas a una de mis
informadoras. . .
En Tardienta solía parar
en casa de Torné en donde he comprobado el afecto que le tienen y cómo lo
consideran santo.
No empleaba ningún método
para curar: tocaba al enfermo y rezaba.
Tenía unos 55 años cuando
visitaba estos pueblos y probablemente murió hacia 1975 que es cuando se pierde
su rastro.
Mis informantes de
Tardienta me contaban que una vez tenían un gran disgusto porque habían perdido
la escritura de la casa. Se lo dijeron por teléfono y los tranquilizó “porque
estaba bien guardada en un cajón”. Luego apareció en el Ayuntamiento.
Nunca aceptaba nada.
Hasta llevaba ropa sin bolsillos para que no le metiesen dinero dentro. Ayunaba
mucho. Cuando curaba no tomaba nada, si acaso algo de fruta. Al principio no
quería venir a Tardienta porque decía que veía mucha sangre en todo el pueblo.
Otra informante que tuvo
mucho trato con él y posteriormente bastante correspondencia me contó:
- “Hace dieciocho años
tuve un derrame en un ojo (el izquierdo) y del otro veía muy poco. Me visitó
Barraquer y no pudo hacer nada. Tampoco en Zaragoza. El doctor M. de Zaragoza
tampoco me solucionó nada y les dijo a mis hijos que iba a quedar ciega
enseguida y que me dejasen hacer lo que quisiera.
“Una cuñada que tenía en
Tardienta me dijo que allí iba un señor que hacía cosas extraordinarias. Era
alemán, me parece. Fui a verlo. Te saludaba juntando las dos manos. No me dijo
nada. Al cabo de algunos días vino a verme a Grañén. Mi hija le preguntó: -
“¿Se quedará sin ver?”. El miró hacia arriba y luego contestó: - “Me dicen que
no”. No quiso nada: “si aceptara algo de usted -me dijo- ya no serviría de nada
lo que hago por usted”.
“Yo tengo 74 años y aún
veo. Todavía me sigue cuidando porque alguna vez he tenido caídas muy duras (la
última en la cocina, desde lo alto de una mesa limpiando un armario) y no me ha
pasado nada”.
Era un místico por lo
visto. He tenido acceso a la correspondencia con la informante y vale la pena
copiar algunos fragmentos de ella. Tenía una gran fe en Jesús y en el Padre y
se nota que tiene familiaridad con la Biblia. Curiosamente, también aparece
algún rasgo de creencia en la reencarnación:
“Mis hermanos no me verán
corporalmente... mas ¿quién puede cerrar las puertas a espíritu alguno, mucho
más si pretende difundir la luz del Creador y diseminar sus granitos de Amor
Eterno?- Mucho me alegro de su mejoría y busque en su interior que es en donde
hallará la fe que mueve las montañas y que teniéndola todos los seres latente
tantas veces nos olvidamos de esta fe y en este olvido parece como si la vida
nos pesase... Pero no! - Anímese pues y tenga a cada instante su pensamiento en
El, pues en El vivimos. Y por si no puede, reclame la ayuda de Jesús”. (firma
ilegible).
Y seguiría, y
seguiría contando de estos personajes…
El lector habrá
comprobado que he tenido verdadera suerte al tratar de recopilar datos. La
mayoría de las veces he recibido la información directamente del propio
curandero si es que vive o de sus familiares, que sin ningún resquemor me han
permitido tomar notas, en algunos casos fotografías y siempre me han tratado
con afabilidad, facilitando mi tarea.
Claro que esto tiene una
desventaja: me han hablado de curaciones y no de fracasos, que sin duda los
habrán tenido.
Pero nunca he pretendido
hacer una valoración, ni siquiera un análisis de la medicina popular:
simplemente una observación de lo que creen nuestras gentes. Constatar un hecho
que allí está y forma parte de nuestro modo de ser.
Ya están lejos los
tiempos en que algunos médicos denunciaban al curandero considerándole la
competencia en unos casos y el ataque a la salud en otros. Con frecuencia hay
una auténtica colaboración, una simbiosis entre el empirismo y la práctica.
Hoy se presenta a los
curanderos en entrevistas y reportajes de los medios de comunicación y ellos
mismos imprimen sus tarjetas aunque a veces velen discretamente su profesión
con la palabra “masajista”.
¿Por qué habrían de
esconder, ni tan siquiera disimular unos conocimientos ancestrales, heredados o
adquiridos si pueden ayudar a disminuir el dolor?
He comprobado que jamás
se salen del campo que dominan.
Sólo en casos
contadísimos actúan como profesionales.
Casi todos curan por
favor a vecinos, amigos o amigos de amigos. La “voluntad” que algunos de ellos
aceptan, desde luego jamás los hará ricos.
Desde aquí mi
agradecimiento y admiración hacia ellos. Y ojalá estas “charlas” más o menos
desordenadas iluminen un aspecto más de nuestro pueblo en cuya alma trato de
bucear.
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