…Hay otra oración mágica
a San Agustín, que no he podido localizar.
La empleaban, por
ejemplo, contra los zorros para que no atacaran a los corderos. Si la rabosa
estaba con la boca abierta, se le quedaban las mandíbulas paralizadas y no las
podía cerrar. Si tenía la boca cerrada al rezar la oración, era incapaz de
abrirla.
También valía para
defender a la caza. “Si se reza –me confirmaban- los cazadores tiran y no
matan: la perdigonada se va por otro sitio”.
“Una vez vimos, yendo con
un amigo un águila que llevaba un conejo. Mi amigo rezó la oración a San
Agustín, que se la sabía y el águila soltó el conejo”.
Era apropiada también
para las quemaduras. A una familia se les encendió una manta y creyeron que morían
todos asfixiados. Rezaron la oración y enseguida pudieron apagarla.
Para las quemaduras en
Sopeira me dijeron esta otra oración de estilo completamente diferente a todas
las que hemos escuchado:
“Allá van tres
malhechores a un horno.
a quemar a Jesús de todo
el mundo.
Cuando San Lucas y San
Marcos lo vieron
éstos dijeron:
Metámonos nosotros
antes de dejar quemar al
buen Jesús,
y Jesús al ver el bien de
la buena gente
sopló y se apagó el
fuego”.
Y a continuación se
soplaba tres veces en la quemadura y se rezaba un padrenuestro.
Escurzón |
Como se ve, algunas
oraciones se dirigen a un santo, otras invocan a una serie de ellos como una
que ayer os contaba, que se aclama a Santa Magdalena, San Cosme y San Adrián,
con evidente error de transmisión ya que debería decir San Damián al que la
tradición ha unido siempre con su hermano Cosme en toda clase de plegarias. Es
evidente que la invocación de muchos santos debe parecerles a las gentes
sencillas un auténtico blindaje contra el mal. Por si acaso falla uno, tener
otro de repuesto.
Pero no faltan oraciones
que se dirigen a la Santísima Trinidad o sencillamente a Dios. Así es el caso
de ésta, recogida en la Litera, para el mal de vientre: la tomo oralmente de
una familia que me la recita:
“Mal de ventre, vesten
d'aquí aviat, que Deu t'ho mana”
Una vez recitada se dicen
tres padrenuestros y se hacen tres cruces en el ombligo.
Buscando a un curandero
de Morillo de Liena que ya murió y que “tancaba la sangre”, di con Encarna de Fernando, del mismo pueblo.
Cura toda clase de fizaduras (alacráns, escurzóns...).
Uno del lugar me contó el
caso de un perro al que había picado un escurzón (una víbora) y que se le
hinchó toda la cabeza, que parecía que iba a estallarle. Ella lo curó.
El sistema es una
oración. No conseguí que me la dijera. Lo único que le saqué es que no va
dirigida a ningún santo sino a Dios y que se debe pasar por escrito para que dé
resultado. Ella la aprendió de niña de un amigo de la infancia. La ha utilizado
algunas veces y siempre con resultado feliz.
Me dijo además que si se
dice la oración no debe emplearse ninguna otra medicina o remedio: hay que
tener fe.
No sé si será la misma
que recojo en otros lugares, tan lejanos como la Jacetania. Es para animales.
Encarna de Morillo me dijo que la suya valía para animales y para personas:
Primero hay que
santiguarse. Luego, decir en voz baja:
“Dios es nacido
Dios es muerto
Dios al cielo ha subido
Virgen en la Trinidad
curadme esta bestia
si es que está
enculebrada o envenenada”.
A continuación,
padrenuestro, avemaría y gloria.
También para la picadura
de la tarántula hay otra oración. Se recita al mismo tiempo que se realiza el
baile de la tarántula que conté al principio. Dice así:
«Tarántula de mi vida
no le piques a mi dueño
con el son de la vihuela
que Dios te dé mucho
sueño”.
Para curar el mal de
boca, localicé dos oraciones que empiezan igual y tienen un rito parecido
utilizando la misma hierba. La primera que me comunicaron fue en Siétamo. Había
que arrancar una hierba “estrellada y con punchetes”. Luego se ponía boca
abajo. Cuando se secaba la hierba desaparecía el mal de boca. La podía rezar
cualquiera sin ser curandero:
“Hierba que fuiste nacida
sin ser sembrada
dame la virtud que Dios
te dio;
no me la des toda
así cuando te seques
se seque el mal de boca
de Fulano”.
La siguiente versión me
la facilitó J. A. Fajarnés de Fornillos de quien pronto hablaré. Es así:
“Hierba que fuiste nacida
sin haber sido sembrada
para curar el mal de boca
a Fulano”
Se hace la cruz. Se besa
la hierba mágica y se guarda para que se seque. Se reza además un padrenuestro
y un avemaría.
La descripción de A.
Fajarnés de la hierba coincidía con la que en Siétamo me habían descrito. Es
más, fue tan amable que me acompañó a buscar una muestra. Efectivamente, es
estrellada; en realidad son como tres estrellas superpuestas y tienen como una
pelusilla o “punchetes”. Es chata y se cría cerca de la balsa de FomilIos. Tomé
una muestra, pero dos botánicos consultados no la pudieron identificar por
faltar la flor ya que la había cogido en febrero. Cuando la hierba se seca se
cura el mal. En verano, en un día o dos. En invierno también si se la lleva a
casa y se pone cerca del hogar. Si no, tarda algo más de tiempo.
He conocido a varios
curanderos que utilizaban oraciones y hay que encuadrarlos en este tema, y que
seguiremos contando.
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