El vino, lógicamente era
el de las grandes ocasiones. Mi padre solía llenar un tonel al nacerle cada
hijo. No sacaba vino de él hasta el día de la primera Comunión y ya luego hasta
el día de la boda. Tenía, pues, su categoría. Era vino de Bespén envejecido en
cuba de madera de cerezo y tenía un color y un aroma de verdadera tentación.
Se empeñaban todos en que
la novia bebiera el trago de ritual -"siete gargalladas y la boca llena-,
pero ella se negó en redondo.
Yo esperaba los postres.
Había naranjas que entonces eran un verdadero lujo en los pueblos y luego
natillas y tarta, toda casera.
Los novios se esforzaron
-y lo consiguieron- en pelar la fruta de forma que toda la piel quedara en un
solo trozo sin romperse: se decía que de esta forma se aseguraba la fidelidad
matrimonial.
En la Ribagorza hacen
pelar a la novia la fruta procurando que salga la piel entera, se le hace
tirarla al suelo con toda la fuerza y creen que tendrá tantos hijos como el
número de trozos en que se rompa.
En Chalamera y en muchos
lugares, en las bodas tenían la costumbre de al terminar la comida, tirar
peladillas a los novios; una vez lanzadas las primeras se convertía aquello en
una verdadera batalla con riesgo de que le dejaran a uno tuerto por la energía
que derrochaban tirándolas y había que meterse debajo de las mesas o donde se
podía, para salir ileso.
Antes de comenzar los
brindis, con la llegada de la tarta casera que había cocinado la abuela y que
por descontado todos sabían que estaría riquísima, se presentó toda la pandilla
de amigos de Urbez con todo el juego de guitarra, bandurria y laúd.
Chusé, que era el mejor
cantador del pueblo, se adelantó al centro de la sala, enfrente de los novios,
se puso en jarra metiendo los pulgares de las manos entre los repliegues de la
faja, carraspeó y empezó a cantar:
“Qué envidia nos das, Urbez,
por eso canto mi jota:
porque te llevas a casa
del lugar la mejor moza.
y qué pena por Marieta,
rosica de la mañana,
porque cargas con un mozo
que jamás movió una jada”.
Al parecer las canciones
iban exclusivamente dirigidas a ponderar las cualidades de la novia y para
tomarle el pelo al novio, su gran amigo, que a la verdad tenía todas las
prendas de buen mesache y buen trabajador. Chusé dio tiempo a que la gente se
riera y comentara, para continuar:
“Yo ya me hacía ilusiones
de llevarme esta flor,
como Urbez se la lleva
yo me quedo pa tión”.
El "tión" es el
solterón que se queda en la casa. Tanto tiones como tionas han sido siempre un
buen puntal en las casas de labranza ya que nunca heredarán nada y aportan su
trabajo a cambio, exclusivamente, del mantenimiento.
Sin embargo, respecto a
ellos los sentimientos son encontrados y son protagonistas de dichos más o
menos jocosos, como sucede con las suegras.
Eran mal vistos al
parecer (según he constatado) en Chimillas, Aragüés, Estadilla, Barbastro,
Montoro, Cofita, Blecua...
No muy bien vistos en
Huesca, Sallent, Montmesa, La Almunia de San Juan... En Loporzano decían
tajantemente "que estorbaban". En Bolea se sentían relegados.
Sin embargo eran bien
vistos en Pomar, Binefar, Aniés, Santa Engracia de Loarre, Albelda,
Fuencalderas, Sádaba, Biel, Marcén, Ansó, Echo, Huerrios...
Indiferentes no parecen
haber sido en ningún sitio, aunque en tres pueblos me dijeron que dependía de
su comportamiento (Quinzano, Senés y Tierrantona).
En Sádaba y Fuencalderas
el mejor sitio de la cadiera, junto al hogar, se reservaba para el tión. Y en
Montmesa, a pesar de lo dicho, hemos oído asegurar que "casa con tión,
casa p'arriba".
El nombre de tión no
tiene nada de despectivo, pues ya se sabe que el sufijo “on” en aragonés es un
diminutivo cariñoso. En la Fueva se le daba el nombre de "cazurro".
Otra figura doméstica que
vale la pena constatar es la del "donado”.Ya ha desaparecido el donado,
pero fue muy popular y corriente en tiempos pasados.
Y es que mediante un
contrato, antes usado en regiones pirenaicas y hoy en desuso, un soltero o
viudo sin descendencia se "donaba" (por eso se le llama donado) o adscribía de por
vida a una casa, obligándose a trabajar en beneficio de ella:”sano y enfermo
con lo necesario, y vestido y calzado según la clase y recibir los sufragios de
costumbre a su muerte". Hoy esto lo entenderíamos como un esclavo. No, no
era fácil la vida de un soltero en nuestra tierra…
Como podéis ver la
persona que quedaba soltera, o tenía la desgracia de quedar viuda, no tendría,
digamos una vida maravillosa…
Pero seguimos con esta
boda donde la dejamos, y los mozos han agotado todas las jotas y cantas, y son
las mozas las que comenzaban los llamados cantos de honor. Unos cantos
dedicados a la novia, y en los que
invitaban a los mozos a sumarse; estos dejaban a parte las bromas, los tragos y
poniéndose muy serios, rompían con
cantos de honor, que se escuchaban por todo el lugar.
Este canto en honor de
los novios estaba muy extendido en todo el Alto Aragón. En el Somontano ce
Huesca le llamaban la "relación". En Blecua eran las mairalesas
quienes lo hacían.
En otros lugares el
cántico se hacía de otra manera y en otro momento. En Miralsot, Fraga y
Torrente de Cinca los jóvenes cantaban una albada a la novia y los familiares y
ellos los obsequiaban con alguna bebida.
Los "vivas" a
los novios se multiplicaban, las canciones, los tragos, las bromas y también se
empezaron a formar pequeñas tertulias entre la gente según estaban colocados.
Yo estaba cerca del tío
Pietro de Chistén, porque me gustaban mucho las cosas que contaba de todo
Aragón, que hay que ver cómo lo conocía. Así me enteré de algunas costumbres
que no se daban en nuestro lugar y que cuando ya de mayor, comienzo a recoger
nuestras tradiciones, siempre lo coloco junto a mi abuelo, como culpable de
haberme envenenado la sangre y convertirla en sentimientos aragoneses. Pero
seguiremos otro ratico con tradiciones que se daban en nuestros lugares,
relacionadas y unidas a nuestras bodas.
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