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sábado, 7 de julio de 2012

La entrada en el mundo del juego

Conforme adelantabas la infancia, ibas entrando en el mundo del juego. En primer lugar, de los juguetes que sencillamente no existían ya que teníamos que fabricárnoslos nosotros desde los "toreros" hechos de los cromos que aparecían en las cajas de cerillas, hasta las carpetas confeccionadas con recortes de naipes viejos.
Sabíamos hacer una especie de pulgaretas con media cáscara de nuez y una cañica atada por la mitad con un hilo y que redoblaba su castañeteo que imitaba a las castañuelas. Los pitos los fabricábamos con un trocico de palo de abedul: se le arrancaba la piel toda entera y a la madera se le hacía un hueco por su mitad y desde allí a la punta se tajaba un poco dejándolo plano. Se volvía a colocar el pellejo en el que se hacía una incisión que coincidía con el hueco de la madera, y ¡a chuflar!
"Angeletes"
También pitaba con un quejido lastimero si soplabas en el canto de una hojica de trigo verde o de balloca sujeto entre los laterales de los dos pulgares juntos...
Con corchos y alfileres se hacían jaulas para los grillos; con juncos unos barquicos preciosos; con hilo de lana, pelotas y con rebullos de trapos viejos, balones. Los aros eran sencillamente los cercos de las cubas y los ganchos de guiarlos los hacíamos con alambre recio del que sujetaba a manera de tirantes los postes de la luz; más de un poste se quedaba bailando después de una fabricación masiva de ganchos.
Urbez aprendió a jugar a "cazoleta" con el barro; a fabricar "cañutos" de disparar petardos de cáñamo masticados; cohetes de botes de conserva con un agujero encima y que se encajaban boca abajo en un pocico de la misma medida que la lata llenos de agua con carburo: el gas salía por el orificio y allí se aplicaba un cebador encendido; aprendió a hacer cerbatanas para disparar pepitas de litones, a subir a los árboles, a instalar lazos de alambre para los conejos, losetas para cazar gorriones y arbolillos con besque para coger cardelinas con reclamo; a pescar a uñeta peces en el río y a apresar lagartijas vivas.
"Algarrobas"
Cuando capturábamos una lagartija le hacíamos fumar, lo mismo que a los murciélagos que se quejaban lastimeramente y nosotros asegurábamos que "juraban".
La naturaleza nos brindaba un aula perenne que ahora se pretende imitar sin que llegue a la suela de los zapatos a los conocimientos que entonces teníamos.
Por ejemplo, de cosas comestibles. Todo un cursillo de supervivencia. Y ¡Hay que ver la cantidad de cosas que comíamos y que ahora ya no recuerdo! Las bayas, las conocíamos todas y por eso nos librábamos mucho de comer "tapaculos".
No puedo identificar ahora todas las plantas que nos ofrecían manjares suculentos o al menos nos lo parecían, como la miel de las algarrobas tiernas; los angeletes que eran la flor de la acacia, los panetes, semillas de una hierba que ahora no sabría localizar; la ensalada silvestre, hecha de una especie de letachines...
Nuestros primeros cigarros fueron ramas de petiquera, cuyo humo picaba de mala manera en la lengua, pero que nos producía la impresión de ser ya mayores... Luego vendría el fumar manzanilla.
No conocíamos muchos deportes. Pero ya habíamos descubierto el movimiento continuo. Para el buen tiempo, la natación. Nos picábamos la escuela y como después de nadar se nos quedaban las piernas limpísimas, cosa poco habitual en nosotros, nos manchábamos las pantorrillas y nos hacíamos rayetas con palicos para que no lo notaran en casa, aunque después de tantas precauciones nos descubrían por habernos puesto los calcetines del revés...
Y luego, las pedradas: los críos de ahora no tienen ni idea de lanzar una piedra. Si hubieran visto los tiradores y hondas que nos fabricábamos para nuestros campeonatos contra los del barrio bajo... y cuando no, a mano, a bolea o a sobaquillo con una puntería que envidiaría el mismo David de la Biblia.
Los chavales mayorcicos, aun antes de dejar la escuela a los catorce años, ya entraban en un mundo nuevo: la colaboración en casa, la entrada en la cofradía y en "el gasto" de los mozos, los primeros escarceos con las mocicas...

El ninón esta creciendo muy deprisa, y comenzará a ir a la escuela, a esas escuelas que ya conté en este blog en su momento…


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