Ya hacía tiempo que
habíamos calzado a Urbez. Entonces se llamaba "calzar" a quitarle los
pañales para vestirlo con delantalicos y ponerle las boticas de lana. En muchos
sitios se hacía una gran fiesta familiar con este motivo. En casa lo que
hicieron fue llevarlo a enseñar a las casas de familiares, vecinos y amigos
para que todos ponderaran lo rico que estaba, aunque ya se lo sabían todos de
memoria.
Ya empezaba a dentar y a
decir sus primeras palabras. Ya se iba solo y sin embargo seguía siendo un niño
de pecho porque en aquella época la lactancia se prolongaba meses y meses.
Lo normal era que la
lactancia durara hasta un par de años, aunque en ocasiones todavía se
prolongase más tiempo. En Ontiñena duraba hasta cerca de los tres años. En
Loarre hasta los tres o cuatro. A veces, aun después de haber sido destetados
los niños acudían a su madre cuando nadie les veía para que les diera el pecho
a escondidas. La razón habría que buscada muy probablemente en la falta de
alimentos completos y asequibles a los niños que supliesen la falta de leche.
Recuerdo haber visto por
entonces a muchas madres quejarse de los mordiscos del niño ya grandecico.
Evidentemente este
problema se agudizaba con las madres que tenían gemelos, que (nosotros
llamábamos "los repes") se las comían.
La llegada de gemelos era
recibida como una bendición del cielo, aunque para otros significaba una dura
carga por lo que suponía criar dos niños a la vez y el desequilibrar la
economía doméstica futura, sobre todo si los repes eran niñas.
Existía la creencia, sin
embargo, de que uno de los gemelos o ambos, morirían pronto.
Había otra cosa en la que
coincidían todos: que los gemelos eran "almas blancas". No es que
fueran curanderos o brujos, no. Eran medicina y magia que no es lo mismo. Las
brujas no les podían hacer nada malo y además ellos mismos eran remedio para
cantidad de enfermedades.
Al enfermo que no
encontraba curación por ningún lado y le resbalaban todos los otros métodos de
medicina popular o mágica, le bastaba con echarle por encima una chaqueta de un gemelo para quedar curado de su
dolencia, fuera la que fuera.
Si una caballería estaba
atorzonada (es decir, con empacho) le bastaba para curarse con que se le
montaran sobre ella dos "repes" o hermanos gemelos.
En Ayerbe para curar una
cabra atorzonada es necesario darle friegas con vinagre y después ponerle sobre
el lomo las enaguas de una mujer que tenga una hermana gemela.
El remedio que contaba
hace unos días, de curar la hernia infantil pasándose el niño entre Pedro y
Juan a través de la horquilla de un roble, resultaba infalible si Pedro y Juan
eran gemelos.
En Chalamera afirman que
cuando una persona está deslomada se tumba en el suelo y hace que un gemelo le
pise los riñones.
Otro dato curioso que oí
en Tolva y que, naturalmente, no he podido comprobar, es que cuando dos gemelos
son de distinto sexo, el chico sale afeminado y la chica un tanto hombruna.
También he escuchado
muchas veces, hablar de las "almas blancas": "La mejor noticia
que podía darle a uno el adivino era que le dijera: -No se preocupe usted, no
tenga ningún temor porque es usted un hombre de alma blanca".
La primera persona que me
habló de los hombres de alma blanca fue un viejo de Puyarruego. En su juventud
se vio acosado por otro del que se decía era un bruxón. Acudió al adivino y oyó
lo siguiente: "Aunque usted parezca poca cosa (era delgado y pequeño) nada
tiene que temer porque es un hombre de alma blanca. En cambio, su enemigo,
aunque parezca joven y fuerte, morirá pronto". Esto lo contaba él a los 90
años y concluía: "Asinas mesmo estió, igual que lo dizió o
debinador".
También he escuchado el
nombre de "espíritu fuerte" En Laspuña me han hablado de uno de esos
hombres de “espíritu fuerte”. A él acudían las personas que debían enfrentarse
a las bruxas y bruxones para que las amenazara, porque contra estos hombres
ningún poder tenían las brujas".
También los nacidos en
Nochebuena son almas blancas. Tienen una cruz en el paladar y pueden curar de
gracia por sola inspiración divina.
En mi pueblo siempre se
decía que los gemelos tenían un algo. Oí contar esta historia que dicen que
pasó en Huesca:
“En una casa tenían dos
gemelas y una de ellas se iba a morir. Se oían los pasos y todos los
movimientos de alguien que subía las escaleras, entraba en la habitación de la
moribunda, se sentaba en su cama y hasta parecía susurrar alguna oración, pero
no se veía a nadie. Se supuso si era su gemela que vivía muy lejos. Así sucedió
varios días hasta que mejoró.
Más tarde llegó carta de
la gemela ausente congratulándose por la mejoría de su hermana, aunque nada se
le había dicho para no preocuparla”.
Pero estaba hablando de la
lactancia prolongada de los niños y me enredo como las cerezas en la cestica.
Otro rato seguiremos…
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