Hace más de treinta años, me empeñé en conocer el
porqué San Valero es el patrono de Zaragoza, que se celebra el día 29 de enero.
Ardua tarea para quien no está muy ducho en recorrer bibliotecas y lugares,
pero como estamos en esas fechas del patrono, os paso la información más
destacada y procuraré hacerlo de la forma más sencilla para quien pueda
interesarse por este personaje…
Nació en Zaragoza,
descendiente de una importante familia, y fue elegido obispo de dicha ciudad en
el año 290. Como su lengua era balbuciente eligió al oscense San Vicente como
su diácono para que predicara en su nombre.
En el año 303 fue llevado
a Valencia junto con el diácono oscense a la presencia de Daciano, martirizando
a Vicente y desterrando a Valero.
En el camino hacia
Valencia, según la tradición, dejaron testimonio de su paso haciendo brotar
agua milagrosamente. Así, existen las fuentes de San Valero en Cariñena, o la
de San Vicente en La Puebla de Valverde.
En el destierro del Santo
quedan lugares que dan testimonio de su paso. En Castelnou (Teruel) se burlaron
de él. Sin embargo fue bien acogido en Daymús, antiguo lugar con castillo,
junto a Velilla de Cinca, donde descansaría unos días. En Albalate de Cinca
también existe una partida de tierra denominada los “Sanvaleros”. Es
posible que pasase por este lugar. De allí continúa hacia Enate, donde había
sido desterrado. Desde aquí acude a Estada y Estadilla a predicar la doctrina
cristiana. A su muerte en el año 315 sus restos fueron sepultados en la iglesia
del castillo de Estada.
Valero es el primer
obispo zaragozano documentado con certeza. Tras la invasión musulmana quedaron
olvidadas las reliquias del Santo, pero en el año 1050, según la tradición,
Arnulfo, obispo de Roda, tuvo una revelación y encontró dichas reliquias,
mandándolas trasladar a la catedral de Roda.
Desde allí algunas de sus
reliquias (primero un brazo, luego la cabeza) llegaron a Zaragoza. Es el patrono principal de
Zaragoza y su fiesta religiosa se desarrolla principalmente en su capilla
barroca de La Seo, donde se conserva el busto relicario con su efigie, que fue regalada a la Catedral por
Benedicto XIII, el Papa Luna.
Al Santo se le conoce con
los atributos de "ventolero" y "rosconero". Sin duda el
viento propicio en estos días, especialmente en Zaragoza y en el corredor del
Ebro, es lo que le dio ese atributo. Lo de rosconero ha sido una tradición
gastronómica de Zaragoza y otras poblaciones aragonesas (Estada).
Los roscones de San
Valero se venden en pastelerías de la capital zaragozana y en plena vía pública
durante este día. San Valero sin roscones sería tanto como Santa Águeda sin
farinetas, San José sin virutas, San Antón sin panecillos, Todos Santos sin
huesos ni buñuelos, o la Navidad sin turrones.
Pero su fiesta no se
celebra solo en Zaragoza. Los lugares donde pasó y dejó recuerdos de su
estancia, también celebran este día.
En el hoy desaparecido
poblado romano medieval de Daymús, junto a la carretera que conduce a Fraga, se
conserva la ermita dedicada al Santo, donde acuden las gentes de Velilla de
Cinca, para San Valero y para San Valeret, el 17 de febrero.
El 29 de enero, a
primeras horas de la mañana, se cantan las coplillas por la población. Después,
parte la procesión desde la parroquial de San Lorenzo, hasta la ermita de San
Valero.
En la ermita hay misa,
canto de gozos, reparto de pan bendito, sardina, caracoles y vino.
Los festejos duraban tres
días con actos variados. Unas semanas más tarde llegaba San Valeret.
El origen de esta fiesta
está en la acción de gracias por haberse librado la población de la peste por
intercesión del Santo, a finales del siglo XVI.
Se iba a la ermita y
destacaban, además, los bailes de disfraces; no hay que olvidar que nos
encontramos en fechas carnavalescas.
A esta ermita acudían en
procesión de rogativas las poblaciones de la comarca. En el Concejo de Fraga
del 25 de mayo de 1599 se reconoce la costumbre que tenía la ciudad desde
tiempo inmemorial de acudir anualmente para implorar las lluvias a dos
procesiones solemnes: San Salvador, y San Valero.
El Santo
estuvo desterrado en Enate durante casi doce años. En este día (29 de enero) se
le recuerda con la celebración religiosa y algún acto festivo (tiro al plato y
baile). En la iglesia del castillo de Estada fue enterrado. En la plaza de este
castillo existe una silla labrada, donde según la tradición predicaba el Santo
Obispo.
El pueblo de Estada
erigió una ermita al Santo en las proximidades de este castillo y pasó a ser el
patrón de la población, junto con Santa María Magdalena.
Las fiestas en su honor
comenzaban la víspera. Al atardecer, se iba a recibir a los músicos a la
carretera y, luego, había ronda al alcalde, al cura y a las mozas.
El día del Santo hay misa
en la ermita. Ya no pasan los mayordomos por las casas recogiendo las tortas
que se insertaban en una espada.
Esta torta se denominaba
"roscón de San Valero", se cocían cuarenta o cincuenta roscones para
invitar a los visitantes.
El segundo día de la
fiesta era el de San Valeret, y en este día, los mozos se comían las tortas con
gran algarabía, mientras repasaban las cuentas.
En
tierras ribagorzanas su devoción está extendida por Roda, Aneto y los
despoblados de San Valero y Arués.
Roda distribuía a lo
largo del año diversas celebraciones en honor de diversos santos. Entre ellas
destacaban las de tres aragoneses: San Vicente, San Ramón y San Valero.
La hermandad entre Roda y
Zaragoza se remonta al año 1711, en que la iglesia de Zaragoza recibe la cabeza
y un brazo del Santo.
Aneto, en el valle de
Barrabés, en los límites con tierras leridanas, festejaba al Santo en esta
fecha.
Algunos años los actos
llegaron a prolongarse durante una semana, con comidas, bailes y celebración
religiosa el día del patrón.
Cerca del Coll de Fadás,
en el municipio de Bisaurri, está el despoblado de San Valero, que es el único
lugar de Aragón que lleva el nombre del Santo Obispo zaragozano.
También el despoblado
Arués, en la Ribagorza, junto a Perrarua, honraba en su fiesta pequeña al
Santo, mientras que la mayor era para la Virgen de agosto.
En algunas poblaciones como
Valfarta, se encienden hogueras en su honor. Antaño con lo obtenido en la caza
de esos días se preparaba una sartenada. Ahora se sigue realizando la
sartenada, pero la carne ya no proviene del deporte cinegético.