Pero…
con los dientes de leche que se caían… ¿Qué se hacía?
En
algunos sitios los dientes caídos los quemaban sin más. Así en Ontiñena, Bailo,
Naval, Las Bellostas, Berbegal.
En
muy pocos sitios los tiraban. En Vilanova, Grañén y Aniés que yo sepa.
Y
en otros pueblos había que enterrarlos. En Sena los enterraban en cualquier
sitio. En Lecina tenían que enterrados en el cementerio porque eran una parte
del cuerpo.
Lo
fundamental era, al parecer, que no cayeran en boca de ningún animal, por eso
en la Fueva los guardaban. En mi pueblo únicamente los guardaban los ricos y
decíamos que era para hacer algún collar o pulsera, aunque, para ser sincero,
nunca vi ninguna joya con dientes engastados, ni de niño ni de mayor.
En
Ontiñena, en Robres y en Sarsamarcuello, según decían, los incrustaban entre
las grietas de la madera de alguna puerta vieja y en Fraga los ponían en el
agujero de alguna pared, porque al morirnos tendremos que volver a buscarlos y
si no los encontramos iremos al infierno.
Si
caían por el suelo y se los comía un perro, era terrible, porque entonces al
niño le saldrían dientes de perro; si se los comía un burro le saldrían dientes
de burro y -lo que aún es peor-si se los comía una gallina nunca les saldrían
dientes ya que la gallina carece de ellos. Creencia muy generalizada que me han
comunicado en Huesca, Adahuesca, Albelda, Ontiñena, Ayerbe, Santa Eulalia de
Gállego, Grañén, Echo, Naval, Las Bellostas, Almunia de San Juan, Robres,
Berbegal…
Mediano (Sobrarbe) antes de su inundación |
En
otros lugares los echaban dentro del cajón del reloj de pared, para que se los
comieran los ratones, lo que encaja con la costumbre moderna de ponerlos debajo
de la almohada para el Ratón Pérez. Este mito, hoy tan popular puede muy bien
arrancar del antiguo, que evitaba que se los comiera un perro o un burro. El
ratón, en efecto, es el animal que más majos tienen los dientes, pequeños y
todos igualadicos.
La
costumbre del Ratón Pérez es más moderna, aunque parece suficientemente antigua
en Bailo, Estada, Belillas, Sarvisé y Labuerda.
En
Tramacastilla de Teruel, tiraban el diente al tejado y cantaban: Diente,
dientecico / te tiro al tejadico / pa que salga otro más bonico.
De
momento no había problemas de estética con Urbez. Faltaba mucho tiempo hasta
que se aportillase la boca para su primera comunión.
En
cambio, sí había que atender a otro detalle: las uñas. Los pareceres estaban
divididos. En Ansó las cortaban muy poco, porque en caso contrario, el niño no
desarrollaba. Algo parecido, pero por otra razón hacían en Bailo: no las
cortaban hasta que el niño sabía hablar, para que no se quedara mudo.
Hay
en nuestra mitología toda una magia de paralelismo muy curiosa. Para los de
Bailo, el "cercenar" las uñas podía cercenarles la lengua. Para los
de Ansó, era acortar todo el cuerpo: ya no crecería el niño. En Sena no
cortaban las uñas hasta que el niño tenía un año "para que no fuera
ladrón", quizás influenciados por la paremia "tener las uñas
largas" que en todas partes significa ser amigo de lo ajeno.
En
Sarsamarcuello, en cambio, las cortaban ya a los tres meses.
Nunca
me había imaginado yo que las uñas trajesen tal cantidad de problemas: yo, de
siempre, me las había comido, a lo que mi abuela ponía el grito en el cielo:
¿No sabes que no crecerás?
Como
habían hablado del problema de los dientes caídos, pregunté si era malo tirar
los recortes de las uñas para que no se las comiera un animal con el trágico
resultado de que luego a Urbez le salieran garras o pezuñas…
Me
dijeron que no y que precisamente en algún pueblo las uñas cortadas del niño se
metían dentro de una bola de carne y se la daban a un perro para que se las
comiese, que por lo visto eso era mejor que no que cayesen en manos de una
bruja. Que de siempre las víctimas favoritas de las brujas parecían ser los
niños.
El
tema de la infancia y la brujería daría de sí para muchas horas.
Recuérdese
lo que ya hemos dicho sobre el "mal de ojo". Cuando tratemos de las
“reuniones” o “akelarres” veremos el papel que representaban los niños. Entre
las fórmulas mágicas no se descartaban los polvos hechos con uñas o pelos de
niño.
Pero
seguiremos con el corte de uñas, porque, hay tantas cosas que contar…
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