Datos personales

Mi foto
ZARAGOZA, ARAGÓN, Spain
Creigo en Aragón ye Nazión

martes, 27 de marzo de 2012

La vida de un recién nacido

La biografía de un recién nacido en los primeros días de su vida sería muy sencilla. Se podría resumir con tres verbos: dormir, llorar, mamar. A mí me parecía bastante aburrida pero a él debía gustarle ya que no hacía otra cosa. Cuando se despertaba lo hacía llorando porque tenía hambre. Después de tetar lloraba porque se sentía sucio. Cuando lo limpiaban le entraba modorra y no sabía dormirse y entonces otra vez a llorar para que lo durmieran.
Lo cambiaban de pañales y entonces parecía feliz. Y la felicidad, por lo visto, le daba sueño. En aquella época no se empleaban los polvos de talco que todavía no se conocían en los pueblos. En vez de eso se usaba madera querada (carcomida). Se recogía el polvillo de la carcoma de las maderas viejas y se guardaba para este menester.
Era graciosa la carita que ponía cuando quería dormir, que se le entrecerraban los ojos y los volvía a abrir mirando alrededor con desdén y aburrimiento. Volvía a entrecerrar sus ojicos y nosotros decíamos “que se lo llevan los hombres de Murillo”. Nunca supe quienes eran esos hombres. Supongo que entonces lo asimilé al grupo de seres fantásticos que pueblan la imaginación de la infancia y hasta les ponía facciones concretas.
Cuando tenía mucho sueño y no podía dormir decían: “corre más el sueño que él”.
A la madre como estaba criando le hacían cuidarse mucho y ¡hay que ver la cantidad de cosas que se empleaban para que tuviese leche abundante! Me chocó el que una vecina le trajera un día una bolsica con piedrecicas de Santa Elena para que la llevase colgada al pecho. Por lo visto en la parte de La Peña y Bailo le tenían una gran fe a este remedio.
Lo más corriente era hacerle tomar mucho caldo de gallina. En algunos lugares prolongaban esta dieta hasta los 22 meses.
Decían que el bacalao daba mucha leche en Bolea, Albelda… y también las sardinas de cubo (Bolea, Cerler). Es importante caer en la cuenta que las sardinas en arenque y el abadejo era el único pescado que estaba al alcance de los pueblos en aquel entonces.
En otros lugares les hacían tomar chocolate con pan tostado y también tostadas con mucha leche. Pero lo cierto es que la leche de vaca era un lujo para la gente sencilla. Algo menos la de cabra. El Bolea me aclaraban que en las casas ricas las mujeres se tomaban un vaso de leche antes de dar de mamar.
En Bailo hacían una novena de huevos pasados por vino y en Estada aseguraban que daba mucha leche la cerveza, mientras en Tierrantona se inclinaban por el vino. También el vino entraba en la fórmula preferida en Sarvisé: “la sopambina”, que era una tajada de pan con vino y azúcar.
En otros lugares eran más sencillos: la fórmula de sopas de ajo muy azucaradas. También se creía que era muy bueno darles mucha agua de coles cocidas.
El gran remedio y lógicamente el más extendido era el comer mucho y no faltaban los usos mágicos, como el llevar una llavecica colgada al cuello. En cambio eran malas, porque mermaban la leche, las alcachofas y los espárragos.
En Robres y otros muchos lugares, si la madre no tenía leche llevaban al niño a amamantarlo directamente a una cabra.
Otra costumbre muy curiosa que he podido constatar cuando comienzo a recoger estas cosas que os cuento, era la de “abrir los caños”, es decir, estimular el pecho para “hacer pezón”. Antiguamente existían “las mamonas”, mujeres que mamaban a las recién paridas cuyos bebés no cogían bien el pezón. También se utilizaban cachorros de perro y a veces el propio marido para sacar “el cabo”.
Con ser para el niño lo mejor de todo la leche de la madre, en Aínsa se afirmaba que “para que el crío sea sano, la primera leche que se le ha de dar de recién nacido es la de la última mujer que tubo parto en el pueblo.

Si un niño enfermaba, lo primero que se hacía era cambiarle la leche, dándole a tetar otra mujer del pueblo.
Se echaba de ver que el ninon iba bien alimentado. Saltaba a la vista que iba ganando kilos o -como decían en Bolea- "que acudía al peso".
Tenía un pelico negro que ya empezaba a desgreñarse y tremendamente revuelto por la coronilla, que decían que era señal de rebeldía, aunque también originaba comentarios maliciosos entre las vecinas. Ya dice el refrán que "coronilla tuerta, otro a la puerta" Este dicho es de Bolea.
En Alberuela de Laliena lo dicen de otra manera: "coronilla a un lado, otro al canto" y en el mismo pueblo, y también en Belillas, observando el pelo, creen que el tener dos coronetas en vez de una, es señal de una gran inteligencia: "Con dos coronetas, obispo". .
La coronilla, gracias a la unción del crisma se consideraba una parte importante y protegida del cuerpo. Una amenaza que se oía a veces era "¡que te rompo la crisma!”
Pronto hubo que cortarle el pelo para arreglado un poco ya que iba a ser la ceremonia de la purificación y querían que causase buena impresión.
Naturalmente para el corte esperaron a que fuera mengua de luna ya que así le crecería después más despacio.
El primer pelo recién cortado no se tiraba a la basura o al corral sino que se guardaba en una bolseta, no sé exactamente para qué.
Tal vez fuera para que nunca pudiese aprovecharlos nadie para hacer un mal al niño. No encuentro ninguna otra explicación lógica. Se cuenta el caso de una niña pequeña que se negaba a comer y adelgazaba llorando continuamente sin consuelo.
No mejoró hasta que hallaron debajo de su cama unos pelos pegados por una bruja. Cuando los quitaron la niña volvió a la normalidad.
Fue todo un espectáculo el primer corte y él parecía divertido. En otros sitios se les cortaba cuando estaban dormidos y recuerdo que en Tierrantona les cortaban la mitad del pelo cuando se dormían y cuando volvían a dormirse de nuevo la otra mitad.
Con todo esto pronto llegó el día de la purificación de la tía Dulzis y que además era su primera salida de casa. Era el "tocar la tierra" como se decía entonces. En mi pueblo se hacía a los cuarenta días del parto.
 El concepto de purificación lleva a un supuesto que hoy nos parece completamente absurdo: el que la madre o simplemente la mujer, quedaba impura por el hecho de concebir y aun de tener la menstruación.
El motivo era la impureza que adquiría en su estado. Por ejemplo la mujer embarazada, así como la menstruante eran impuras; su sola presencia y contacto producían daños involuntarios; al pasar junto a una fuente la secaban, si tocaban los instrumentos de labranza los perjudicaban, echaban a perder el tinte que se preparaba para las telas...
La purificación de la madre, costumbre muy extendida en todo el occidente y que tiene al parecer un origen hebreo, en Aragón tenía lugar por regla general a los cuarenta días después del parto y era la primera salida de casa que hacía la mujer. En Bolea, sin embargo, se hacía al cabo de un mes.
En Berbegal tenía lugar a los cuarenta días si la madre había tenido un chico y a los ochenta en caso de haber dado a luz una chica.
Aquel día salió la tía y llevaba en brazos por primera vez por la calle a Urbez. Se la veía la mar de orgullosa y sonreía de oreja a oreja al recibir los parabienes de todos los que se cruzaban por la calle.
Además del niño, la tía llevaba una vela sin estrenar.
En otros sitios lo hacen de otra manera: la madrina es la que lleva al niño y ya a la vuelta, una vez purificada la madre toma en sus brazos a su hijo para volver a casa.
Y el llevarlo la madrina se hacía, entre otros pueblos, en Loarre y Lanaja.
En otros sitios (Ontiñena, Palo Tierrantona), antes de la misa acostaban al ninon en el altar como si fuera una ofrenda y rezaban por él además de bendecirlo. Si el niño no lloraba se interpretaba como una buena señal para su salud y su porvenir.
Al llegar a la iglesia se quedó en la puerta, sin entrar, mientras que un escolano que estaba a la espera entró para avisar al mosen. Al poco rato salió revestido con capa pluvial y acompañado de los monaguillos que llevaban el calderer con el hisopo. .
El cura rezó unas oraciones en el libro; luego, encendieron la vela, mi tía se arrodilló para santiguarse a la bendición que hizo con el hisopo y entró en la iglesia detrás del mosen para quedarse a misa, que la hacían por ella...

No hay comentarios:

Publicar un comentario