Toda la iglesia estaba
expectante, a ver qué cara ponía cuando le daban la sal y cuando le echaban el
agua. Y es que decían que si se relamía cuando le ponían la sal en la boquica
sería un niño muy gracioso y en cambio si ponía mala cara es que no recibía a
gusto la cristianización, y si aguantaba el agua sin llorar sería muy valiente.
El significado del rito
de la sal que ya no se practica, tenía el sentido de que el niño adquiriese
gusto por las cosas espirituales. Así lo decía la oración del ritual romano:
"Deus patrum nostrorum”.
Es probable sin embargo,
que viniera influida por ritos antiquísimos y tuviese un valor mágico y podía
tender a que el niño fuese fecundo porque la sal se ha tenido universalmente
como el símbolo de la fecundidad.
En Aragón tiene un
significado mágico que no he descubierto en otras culturas. No en vano nuestro
Aragón ha tenido -y quedan- salinas importantísimas que han sido apoyo de la
economía real y género muy importante de contrabando. No es de extrañar, pues,
que pisar la sal sea de mal agüero.
En cambio, si se cae la
sal es señal de alegría.
Es malo que se caliente,
por ejemplo al sol. Pero aún es peor la sal "alunada", es decir que
le ha dado la luz de la luna. No debe comerla el ganado porque se muere.
Las conexiones de la sal
con la luna están todavía sin estudiar. Hay un dato curioso en nuestras
creencias: el jamón se sala el mismo día en que se mata el cerdo, pero para
sacarlo de la sal tiene que ser en mengua.
Ya os comenté días pasados
hablando de brujas, de los platos con cruces de sal. En Escuer y muchos
lugares, además, ponían sal debajo de las camas para sacar de allí a las
brujas. En el mismo pueblo frotaban con sal a los gatos que se consideraban
brujos, para sacarles los malos espíritus.
Un remedio también
abundante, para evitar el mal de ojo era el llevar un poquito de sal encima.
En Chía la bolsita de sal
se emplea para evitar el mareo; además, para que no sucediera nada malo a los
niños, las madres les ponían sal en las costuras de las chaquetas, pero tenía
que ser sin que ellos lo supieran.
Se emplea también la sal
como medicina popular-mágica para las anginas, las torceduras, las roturas de
huesos... y ¡para las verrugas!
En Chía también, dicen
que hay que contar las verrugas y echar al fuego tantos pellizcos de sal como
verrugas se tienen. Pero luego hay que echar a correr antes de oír el
chisporroteo que producen.
Pila bautismal recuperada de la iglesia inundada de Mediano (Sobrarbe-Huesca) |
En Chalamera, cuando se
tenía fiebre, se ponían siete gramos de sal en el “cantaral” (sitio de poner
los cántaros encima; también se le llama, “poyo” y “cantadera”) y un puchero
encima. Cuando se deshacía la sal se curaba la fiebre.
En Bara la utilizaban
como remedio para las tormentas, echándola igualmente al fuego; para las
centellas echaban, además, azufre.
Finalmente, es importante
también saber que si se ampra (se pide prestada) la sal no hay que devolverla
nunca. Se devuelve todo: los ajos, las cerillas… pero la sal no: haría daño a
quien la prestó.
El agua ha tenido una
parte muy importante en todos los ritos bautismales no sólo en el cristianismo
sino fuera de él. Basta con repasar antiguas religiones y podemos encontrar el
agua prácticamente en todas.
Quería saber qué pasaba
con los niños sin bautizar que se morían y me lo explicaron: nunca podrían entrar
en el cielo, pero tampoco se condenaban; iban al Limbo que era un lugar sin
pena ni gloria y que a mí me parecía bastante aburrido. No los enterraban en
tierra bendecida del cementerio, sino en un lugar aparte, dentro del mismo
cementerio, en muchos casos fuera de él. Todavía podemos encontrar
enterramientos en nuestro pirineo, debajo del alero de la casa, como protección
para ese “morico”. Más abundante es esta costumbre en el País Vasco.
Cuando más tarde llegamos
nosotros ya estaba acostado en su cuna, dormido. Por supuesto dormido. Se
pasaba las horas durmiendo. Estaba además con la misma ropa que había llevado
al bautizo. Así estaría unas cuantas horas. Decían que haciéndolo de esta
forma, el niño no se ahogaría.
Por cierto que al llegar
a casa ya nos estaba esperando toda la "mainada" del pueblo; yo creo
que no faltaba ni un crío ni cría.
En otros pueblos, por
ejemplo en Sallent, el padrino iba echándo las peladillas y otras cosas desde
la misma puerta de la iglesia.
En Plan, cuando se
bautiza un bebé, dentro de la iglesia, en una mesita junto a la pila, se
colocan en una bandeja las "lilas" (cacahuetes, peladillas,
caramelos, nueces...) que se bendicen y se dan a la gente que se encuentra por
la calle. Las que quedan se tiran "a pelea" a los críos desde la
ventana.
En Labuerda las
"lilas" eran los regalos que luego, para Reyes, hacían los padrinos a
sus ahijados.
En Adahuesca me contaron
que, además de las golosinas, los ricos echaban perras. En Berbegal también
echaban perras. Algún padrino bromista las quemaba antes para reírse de los
críos que se daban un buen susto al cogerlas casi abrasando.
“Bautizo cagau
que no me han dau.
Que tiren a o crío
por o tejau”.
O bien:
“Padrino mocoso
ráscate o bolso”
Podría contaros muchas de
las que tengo recogidas, pero sirvan estas como muestra:
"Bautizo pelau,
bautizo cagau,
con un caramelo,
nos han engañau".
(Labuerda)
"Pichau, cagau,
que tiren a o crío,
por o tellau".
(Berbegal)
con cuatro billotes,
nos han engañau".
(Adahuesca)
que se muera o crío"
(Bailo)
"Aquí, allá,
si no tiran bautizo,
el niño se morirá".
(Abiego, Adahuesca)
Los chavales continuaron
cantando pero se fueron felices. Los demás fuimos al comedor, que ya estaba
preparada la merienda:
conejo con arroz, como solía hacerse. Nosotros, los pequeños nos reservamos
para los postres.
Ese era el menú de
bautizo típico en nuestra tierra. Además tenían que beber todos del mismo
puchero. Participan de la merienda sólo los parientes y las vecinas (solamente
mujeres); fijaros que ente caso, sí se sientan las mujeres en la mesa y los
hombres no son invitados. Los padrinos presiden la mesa, ya que ellos pagan el
gasto.
Los
menús suelen repetirse en las mismas circunstancias. En el caso del bautizo la
merienda tiene un simbolismo claro de rito de agregación a la familia. Las
"lilas" es decir el echar a los pequeños obsequios a todo el mundo
sigue siendo otra agregación, esta vez al pueblo entero que le adopta así entre
los suyos
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