El día 29 de enero en
este blog, (Brujería “Mal de ojo”), había dejado a mi abuela haciendo los
últimos exorcismos del día. Era indefectible y todas las noches. Primero
retiraba los tizones y catizos hacia atrás, hacia la tizonera; luego apilaba
todo el rescoldo -el "calibo"- y lo cubría con ceniza para que se
conservara hasta la mañana siguiente, con lo que se ahorraría un misto. Y
luego- y aquí está el exorcismo- trazaba una cruz sobre la ceniza en la
badileta: es decir, "santiguaba el calibo". Si se temía algo especial
(alguna aparición, alguna tronada) dejaba la badila y las tenazas cruzadas
encima del rescoldo o bien sólo las tenazas pero abiertas del todo, formando
una cruz.
La costumbre de santiguar
el fogón también se extendía a otras cosas, sobre todo al pan. Antes de empezar
un pan, con la misma punta del cuchillo se trazaba una cruz sobre él.
Esta costumbre,
extendidísima por todo Aragón, era hasta proverbial. Recuerdo haber oído en
muchos lugares esta expresión: "Era una casa fuerte: se hacían hasta ocho
cruces a la semana", es decir se empezaban ocho panes. Era uno de los
baremos para medir la riqueza de la casa; eso y "los pares de mulas"
que tenían.
El pan, está claro, era
sagrado. Si se te caía un trozo al suelo, lo cogías y lo besabas. No se podía
dejar boca arriba, es decir con la parte redondeada apoyada sobre la mesa,
porque sufría la Virgen.
Pero estaba hablando de
la protección contra las brujas. Las ventanas no parecían ser lugar apetecible
para ellas. Sólo las vi defender cuando había tormentas con pedrisco. Existía
la creencia de que eran las brujas quienes provocaban las tempestades y
dirigían los rayos.
Pero estoy comentando las
faenas de la abuela y dejaré para otra ocasión las tronadas. Hay mucho que
contar de ellas.
Cuando había tormentas
también encendíamos las velas de la Candelaria o algunas que hubieran estado
ardiendo en el Monumento del Jueves Santo.
Lo que también se
protegía a conciencia en las casas era la puerta de entrada. En el pueblo había
muchos amuletos por las puertas y todavía pueden verse en la mayoría de los
pueblos de la montaña. Lo que pasa es que a veces, la gente no conoce
exactamente su papel y creen que están como adornos o como trofeos de caza.
Por supuesto, también se
coloca una herradura. Dicen que la herradura defiende muy bien porque un
herrero engañó al Diablo.
En algunas puertas se
pueden ver unas flores de gardinchas (cardos), imagen muy clara del sol, que se
opone fuertemente a la brujería.
Aunque el más curioso
amuleto que podréis observar son unas mazorcas de maíz colgadas en la puerta.
Cuando la bruja llega a la casa, antes de entrar en ella tiene que contar todos
los granos de las panochas.
Eso es complicadísimo y
más siendo de noche. La bruja se equivoca, se pone nerviosa, pierde la cuenta y
tiene que volver a empezar... al final se aburre, se desespera y se marcha a otra
casa.
Esto de contar y liarse
lo encontramos también en el sur de Francia, en el valle de Aspe. Para defender
al niño recién nacido lo acostaban en un cedazo y la bruja debía contar nueve
veces los agujeros del cedazo. No lo conseguía jamás antes del canto del gallo
que la hacía huir.
Otras
"esconjuraciones" curiosas que he podido recoger:
En Fraga, para proteger
la casa colocan nueve piedras en forma de cruz dentro de un cubo con agua, en
la puerta de la casa.
Antiguamente se ponían
velas encendidas cabeza abajo. Para la gente esto les suponía tranquilidad
respecto a las brujas y sus conjuros.
Para sacar el mal y las
brujas de la casa, se tenía que brasear en una cazuela de barro, ruda, lavanda
o romero. Todas estas hierbas se tenían que recoger al amanecer o al anochecer.
Cuando las plantas ya estaban braseadas se tenía que ir por la casa andando
hacia atrás. De esta manera las brujas no actuaban.
Se frotaban los gatos que
se consideraban brujos con sal para sacarles los malos espíritus. Se ponía sal
debajo de la cama para sacar de allí a las brujas. Todos estos remedios están
documentados en Escuer.
No eran ésas las únicas
defensas de la casa. Una ramita de ruda era además un remedio fabuloso. Ya lo
dice el refrán, "con aceite y ruda, no entrarás mala bruja".
¿Porqué tantas
protecciones? Os contaré otro día lo que ocurría si no se hacían. Entramos en
unos temas, en los que alguno se asuste, pero, amigos son nuestras tradiciones
y me propongo pasaros lo que tengo recogido.
Muy buena entrada. Me gusta pasarme por estos lares. Siempre se aprende alguna curiosidad.
ResponderEliminarUn saludo.