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miércoles, 11 de enero de 2012

Enero, mes de hogueras

El invierno es una estación muy rica en tradiciones y manifestaciones populares en todo Aragón, ya que el trabajo en el campo exige menor dedicación. La noche más larga del año, el 24 de diciembre, anuncia el inicio con el solsticio de invierno el nuevo año. Ritos de magia y costumbres de fuego y cencerros se sucederán desde entonces y hasta finalizar el mes de enero.
Los lugares aragoneses abren en invierno las puertas a costumbres y ritos ancestrales para dar una bienvenida calurosa a los meses más fríos del año. Mientras la tierra duerme, el fuego, símbolo del sol, calienta los hogares, dando lugar a celebraciones y rituales en torno al fuego que se prolongan hasta la Candelaria, el 2 de febrero. Son días de hogueras en honor a los santos barbudos, San Antón, San Sebastián San Babil, San Pablo…son manifestaciones de fuego, comida y esquilladas que dan color, calor y vida a nuestras tradicionales fiestas de invierno.
Los ritos y creencias asociados al solsticio de invierno y que aún sobreviven en Aragón, tiene sin duda un origen pagano, que se ha visto un tanto enmascarado por la cristianización de estas costumbres, como la celebración de la Navidad , momento en el que se inician los ritos en torno al fuego con la bendición de la tronca.
Cencerros, escobillas, esquillas o fuego han sido algunas de las muchas y variadas formas que se han utilizado a través de los tiempos para ahuyentar espíritus, combatir plagas, o paliar los efectos nocivos que sobre las cosechas y personas provocaban seres maléficos; La purificación de las almas o la protección contra estos seres misteriosos son algunas de las propiedades de estas manifestaciones festivas que además traen la bendición a personas, animales domésticos y alimentos.
En torno a las hogueras se reúne el pueblo entero que canta canciones, habla, baila y asa longaniza y carne convirtiendo este rito de fuego en auténtica fiesta que anima las largas y frías noches de invierno.
Cuenta la tradición que hay que correr en torno a la hoguera cogidos de la mano en el sentido de las agujas del reloj y también hay que saltar sobre ella. Este es un ritual de purificación.
El fuego se convierte una vez más y con el paso de los años, en un lazo de unión entre vecinos y en vínculo familiar, pues el invierno obligaba a reunirse toda la familia junto al hogar, único lugar de la casa que permanecía caliente. Allí sentados en las “cadieras” o bancos de madera, los más viejos desgranaban sus recuerdos y vivencias mientras el resto de la familia, y sobretodo los más pequeños, se adormilaban reconfortados por el calor y el sonido de la voz de sus mayores. Sin duda algo quedaba en sus corazones de la manera de ser y vivir de un pueblo. Sentimientos, sensaciones, costumbres y ritos que ha llegado hasta nuestros días.
Además de las hogueras, las esquillas, trucos y cencerros son otras de las numerosas manifestaciones que se suceden durante el mes de enero en buena parte de Aragón.
Comienza el año con el espíritu festivo caracterizado por las matacías, las romerías, las hogueras, las esquilladas y cencerros; fiestas, tradiciones y manifestaciones populares en las que participan vecinos y vecinas de todas las edades y que culmina con la celebración del Carnaval.
El ritual de los saltos sobre el fuego, las vueltas a su alrededor y el asado de patatas se repiten en la mayoría de los casos, pero encontramos además algunos ritos especiales que quiero contaros.
En San Julián de Basa, la noche de San Fabián y San Sebastián, antes de que se apagara el fuego, cada vecino cogía un tizón ardiendo, el más grande que pudieran sostener, rezaba unas oraciones y lo devolvía a la hoguera mientras pedía ser librado de enfermedades incurables.
En Berdún daban tres vueltas a la hoguera para librarse de cualquier mal. En Oliván, para lo mismo, saltaban sobre ella. En Bailo, también la noche del 19 de enero encienden la hoguera y nunca han dejado la costumbre. Dicen que una vez que, a causa de la fuerte lluvia, no se pudo encender, ese año murieron muchos niños. En Robres se lanzan una serie de vivas:
Viva San Fabián!
-Con la bota y el pan.
Viva!
-¡Y al que no diga ¡viva! que se seque la barriga!
San Beturián de Asán (Sobrarbe)
Una mezcla curiosa de fuego y agua se da en tomo a San Victorián, "Beturián", como le decimos en la montaña. Por supuesto, hay hoguera. Pero también conmemoran la aparición de la "Fuensanta" que brotó cuando San Beturián, agobiado por la sed, tocó la roca con su bordón. A ella llevaban el arca con los restos del Santo para pedir la lluvia y la bañaban en las aguas santas de la fuente, hasta que se prohibió esa costumbre en el siglo XVII por considerarla indecorosa.
Todavía se recuerda, que el arca se guardaba en el santuario de San Victorián de Asán, al pie de la Peña Montañesa y que, cuando iba a morir un fraile, se oían ruidos dentro del arca y se tañía sola, una campanilla colgada de ella.
También el día de la Conversión de San Pablo, 25 de enero, se hacen hogueras, en muchos pueblos. En algunos lugares creen que los nacidos en ese día tienen la virtud de curar picaduras ponzoñosas.
El 20 de enero se celebra, pues, la fiesta de los Santos Fabián y San Sebastián y ya hemos dicho que la noche anterior es una de las favoritas para encender hogueras.
En Castelserás, en el Bajo Aragón, tiene lugar la ceremonia que llaman "el Rodat": se forma una comitiva llamada “cercavilla” con gaita y tambor y va en busca del alcalde para que conceda el permiso. Él, desde el balcón del Ayuntamiento, da la orden de prender fuego a la inmensa hoguera de la plaza con un airoso chopo en medio. Cuando el fuego está en su apogeo, comienza el baile del “Rodat”. El mérito está en dar vuelta completa a la hoguera lo más cerca posible del fuego. Al ganador se le concede el honor de bailar la jota.
En Ateca, el día de San BIas, 3 de febrero, el que salta la hoguera es un personaje grotesco, que llaman “la máscara” y que va ataviado con una indumentaria a base de franjas rojas y amarillas haciendo sonar unos cascabeles, y que resulta una clara anticipación del carnaval.
Os diaples

La noche de San Sebastián es también noche de canciones. En Ainzón las hogueras iban acompañadas de trabucazos y corrían a cargo de los mozos que entraban en quintas ese año. Las coplas son populares. Algunas aluden al hecho de ser soldado el santo:
"Echar campanas a bando
que viene San Sebastián
por el camino de Borja
vestido de militar".
Otras encierran una picaresca un tantico irreverente:
"San Sebastián se casó
con una de la Joyosa
y al poco se descasó
porque no tenía cosa" .
También en la Ribagorza hemos oído coplas religiosas llenas de sencillez y candor:
"Sebastián maravilloso
líbranos de todo mal,
de todo mal contagioso
líbranos, San Sebastián" .
En Azanuy una tradición muy antigua dice que en el siglo XVI llegó a la comarca una peste bubónica. Los del pueblo levantaron un pilaret al Santo y allí se detuvo la peste. Por eso este día, además de encenderle hoguera, sacan a San Sebastián en procesión, seguido del patrono del pueblo, San Pedro de Verona. El 26 de abril, fiesta del patrón, se invierte el orden: San Sebastián va detrás de San Pedro de Verona.
En Albelda,  la Litera, hacían una mezcla explosiva con maderas, piedras y un detonante y en la víspera "se febe petá el castell". Al final se repartía el pan de la "raitat".
Por cierto, que antes de esa fecha todos los oficiales (barberos, herreros, carpinteros...) tenían que arreglar los caminos ya que eran los únicos que no manejaban pico ni pala en todo el año y en esas fechas debían hacerlo.
En Alcalá de Moncayo ese día hacen el "bautizo" de la fiesta mayor y los cofrades reparten -todavía hoy- 20 panes, 20 almudes de nueces y 20 litros de vino (¡es día 20!).
Es creencia general que la leña cortada en tiempo frío es la mejor para quemar. Por eso no se corta antes del invierno. Para encender el fuego indudablemente la preferida es la albrocera o madroño si se puede conseguir.
En Morata de Jalón, el día de San Babil (24 de enero), todos los vecinos queman en las puertas de sus casas, prendido en la hoguera, un fajo de tomillo.
En las hogueras se aprovechaba todo lo viejo que pudiera arder, como un auténtico signo de renovación. "Quemamos lo viejo y saltamos (nos purificamos)". Ya lo dice la paremia:
"Pa San Fabián y Sebastián
toz los trastos biellos
ta la chera marcharán" .
Pero, importante, evitar la leña de higuera. En Bailo creían que si se la quemaba, se herniaban los niños.

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