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domingo, 29 de enero de 2012

Brujería “mal de ojo”

Os contaba el día 8 de diciembre en este blog “Continuamos con el parto (El mal de ojo)”, que a un recién nacido, había que protegerlo del “mal de ojo”. Se le colocaban “evangelios”, “detentes”, “escapularios”, para defenderlos contra ese mal.
Se tenía mucho cuidado de defenderlos, de las personas con ojos claros.
Todavía existe la creencia de que las personas con los ojos claros son más propensas para ejercer este mal de ojo. La explicación de esta idea hay que remontarla a tiempos muy antiguos de la civilización islámica, concretamente a la época de las Cruzadas. Los árabes pensaron muchas veces que los ojos azules de los hombres del norte de Europa que integraban las Cruzadas tenían un notorio poder maligno.
 Entre las enfermedades populares en nuestros antiguos aragoneses, sobresale el mal de ojo que siempre fue la "enfermedad cultural" más relevante dentro de nuestras tradiciones. Podían causarlo las personas que tenían "fuerza de vista" y era debido principalmente a una mirada de envidia -una mala envidia- que causaba la enfermedad.
 Siempre comentaban y cuidaban mucho el que personas que señalaran y mantuvieran la mirada en el chico recién nacido, con exclamaciones de “es un chico precioso”, había que desconfiar. Podía  haber envidia y entonces lo fascinaban.
Pero ya comentamos, que también se puede dar mal de ojo a los mayores.
En Tamarite dicen que había una mujer muy guapa. Y empezaron a decir que había robado y la querían hacer perder. No sé qué embrujos le dijeron que la pobre empezó a consumirse.
Pero a los animales y las cosas, ¿cómo lo pueden hacer?
Espantabruxas
Pues de la misma manera. Un montañés de Sahún contaba que en su pueblo llegó un señor a su casa a vender un cerdo. Su madre no se lo quería comprar porque en su casa eran bruxones. Pero se fue a buscarlo y se lo trajo. Tenían una cerda con siete crías y se murieron todas y la cerda ya no pudo criar más.
Su padre le pidió a un amigo que le trajese un cerdo padre de la feria de Castejón y le contó lo que le había pasado. El se lo trajo y le dijo: "Mira, cuando venga el mosen, que le eche el responso a la cerda". Un día que pasaba el cura por allí le pidieron que le echase el responso a la cerda. Se lo echó y ya no volvió a pasar más. Me lo contaron en casa Castán.
 Pero os puedo pasar más ejemplos:
En Alberuela de Laliena una vieja pordiosera llegó a casa de (omito el nombre) y les pidió que la dejaran dormir en la cuadra. Una mula se le comió el pan que llevaba. Ella dijo: "la tengo que matar". Y la mula se murió en dos días. Contado por mi informador Joaquín X, de Alberuela de Laliena.

Hace muchos años oí en la plaza de un pueblo de Sobrarbe que no nombraré, grandes gritos y acudí a ver qué ocurría. Había una vaca muerta en el suelo y junto a ella, un hombre gritaba:" iYa sé cuála ye a mala bruxa que me l´ha matau y l'en de fer pagar!" Después me enteré que la mujer a la que decían bruxa, era familia mía.

Escuché a una familia, convencida de lo que decía: "hace bastantes años fueron embrujados todos los animales de su casa; cerdos, cabras, bueyes y burros se negaron a comer y comenzaron a dar vueltas y vueltas, muriendo algunos de ellos. Se atribuyó a un embrujamiento".
 Y puedo contaros otros casos más como el de un pueblo, cerca de Sabiñánigo: Una bruja se casó y pasó por varias casas del pueblo para invitarlos. En una casa no quisieron abrirle y aquella tarde se murieron todas las vacas.

Ángel x, de Casa Castro, de Huerto me contaba que en su casa sólo podían tener tres mulas. En cuanto tenían cuatro, la bruja les mataba una. Lo escuchó contar muchas veces a su padre.
 Insistiendo sobre la envidia y mala voluntad, valga también este comentario que también tengo recogido en su momento:
"En San Esteban de Litera se morían las caballerías de una forma extraña y en algunos lugares los objetos cambiaban de lugar o se mutaban por otros. Todos estos hechos sucedían en épocas determinadas: Cuando existían enfrentamientos entre familias era uno de esos momentos".
Un sacerdote amigo mío me comentaba que los Redorta, de Oriñena también han vivido la experiencia de la brujería. Se les morían las vacas y lo atribuían a un "maldau".
El les dijo que fueran al veterinario pues le pidieron la bendición o el exorcismo.
 Colungo lleva fama de ser uno de los pueblos con mayor historia popular de brujas. Un médico que ejerció allí me contó que un día le llamaron de una casa porque a un bebé recién nacido le había salido un eczema en una oreja y según decían era porque la bruja le había tocado en ella. Actualmente dicen que hay una bruxa y un bruxón en el pueblo y la gente les tiene miedo.
Y casos y casos…

Con los ejemplos que expongo, y muchos más que podría contaros, en nuestras casas se colocaban remedios para la protección de la misma y defensa de los moradores. De esa forma se trataba de evitar que ni el mal de ojo,  embrujamientos, ni malas artes pudieran hacer nada en el interior de ella.
Distintos espantabruxas
Cuando por la noche en casa nos íbamos a dormir, comenzaba el trabajo de la abuela.
Abajo había quedado la abuela recogiendo la cocina con mamá y dando los últimos toques a los conjuros.
No es que los hiciera por que hubiera algún peligro, sino que ya era costumbre en casa, y supongo que en todas las casas por aquel entonces.
Muchas veces agradezco haber nacido en unos tiempos en los que pude ser testigo de muchas de las cosas que os cuento.
Como el símbolo de la familia era el hogar, allí se centraba el ritual. Muchas veces he pensado en cosas que viví entonces y que a fuerza de corrientes ya no me llamaban la atención. Por ejemplo el cremallo. En Aragón llamamos cremallos, a los llares, a esa cadena de gruesos eslabones que cuelga de una viga empotrada en la chimenea y en la que se cuelgan los calderos.
En nuestra mitología tenía su importancia. Representaba el condumio diario, tanto de personas como de animales y todos dependíamos de los cremallos.
Nada tiene que extrañar que en las ceremonias de agregación de los animales domésticos tuvieran su papel. En casa, si nos regalaban un gato lo primero que hacía mi abuela era darle una vuelta alrededor del cremallo. En el valle de Plan al gato le untaban las uñas con aceite y luego se las restregaban contra los eslabones. Estos eran sólidos y estables, capaces de aguantar pesos inmensos.
En Puyarruego al gato le daban tres vueltas alrededor del cremallo en vez de una En Ansó y por el Sobrarbe, -es donde lo tengo recogido-, cuando se compra un cerdo o una caballería en vez de hacerlo entrar en casa de cara, lo hacen entrar de espaldas y dicen que esto evita desgracias. En Laspaules, a los gatos y polluelos, para que no se marchen de casa les hacen dar nueve vueltas alrededor del cremallo diciendo:
"De casa te irás, a casa volverás"
En la Almunia de San Juan eran más drásticos. Cuando por primera vez llegaba el gato a casa, como rito de agregación se le despuntaba la cola y ya nunca se iba. Como si sintiera que algo suyo quedaba allí. Se hacía a la entrada de la casa.
En Esplús, para familiarizar al perro se ponen un trozo de pan en el sobaco y se lo dan al perro. Si se lo come te seguirá a todas partes.
Pero estaba hablando del cremallo. Eslabones fuertes, pues tenía que aguantar grandes pesos. Esa misma estabilidad estaba reñida con cualquier balanceo. Si al descolgar un caldero el cremallo quedaba balanceándose, inmediatamente se lo detenía. Así se evitaba -entre otras cosas- que las ovejas se volvieran modorras. En la brujería tenían su importancia, como diré en otro momento, ya que la entrada favorita de la bruja parecía ser la chimenea, como también era su salida después de untarse con el ungüento.
Naturalmente, la chimenea y el hogar se defendían de modo especial contra las brujas. Empezando por arriba y terminando por el fogaril.
En lo alto de la chimenea, puede verse todavía en muchos pueblos una especie de cruz. En realidad no se trata de cruces sino de unos moñacos bastante feos, con los brazos abiertos como quien quiere impedir el paso: son los “espantabruxas”. Abundan en el Alto Aragón. Quien quiera verlos, preciosos y variados, que vaya a nuestro pirineo.
Otras veces no son al estilo de cruces, sino de bolas redondas. Que tampoco son bolas sino cabezas, también feísimas por lo regular. Y en la zona de la Sierra de Guara -ahora estoy pensando en Lecina- solían colocar como espantabruxas, cántaros o vasijas similares de alfarería, sin duda por el papel purificador que de siempre ha simbolizado el agua.
Ya dentro de la casa, en la campana de la chimenea se colocaba el "motilón" o "motilonot". Era un muñeco de barro sin cocer, de fabricación casera, tal vez un trasunto de los dioses lares, que defendía la entrada de las brujas en sitio tan peligroso.
He dicho que había dejado a mi abuela haciendo los últimos exorcismos del día. Me he parado en el cremallo, y sin comenzar la faena…
Pero tiene mucho trabajo todavía… y otro día seguiremos observando su faena…



1 comentario:

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