Que las brujas solo han existido mayoritariamente en
Galicia, País vasco y otras regiones españolas, es una mera suposición. A
través de mis años, cuando comienzo a recoger nuestras tradiciones aragonesas,
me quedo sorprendido por la apabullante presencia de ellas en nuestro Aragón.
Con vuestro permiso, y con mi agradecimiento por permitirme llegar a todos
vosotros, intentaré contaros muchos de mis recuerdos sobre “bruxas” (brujas)
que “recullo” (recojo) en nuestro territorio. Soy testigo de la mayoría de
hechos que os contaré, y de otros que me han contado personas que los han
vivido. Para comenzar, que mejor que mis primeros recuerdos escritos en mi famosa
libreta reciclada y cosida con hilo…
A mí, lo de las “bruxas” de “ninón”, me impresionaba
mucho como a los demás chicos del pueblo, nunca pasábamos por la puerta de una
casa en donde vivía una mujer muy mayor que llevaba fama de bruja. Yo no sabía
si era bruja o no, pero por si acaso… Además siempre hacía cosas muy raras:
revolvía las basuras. Migalé me dijo un día que se alimentaba de tuétanos, pero
eso a lo mejor se debía a ser muy pobre. Esto del “tuétano” debía tener alguna
explicación oculta.
En Alfántega cuentan que en el tozal de la Mora vivía una mujer
misteriosa que se alimentaba de tuétanos de buey. Por cierto que al desaparecer
el pueblo que allí existía y Alfántega no podía comprometerse a alimentarla de
su manjar favorito, ofreció las posesiones a Monzón en donde aceptaron sus
condiciones de alimentación.
También andaba por las márgenes de la carretera y de
los caminos recogiendo hierbas y decían que las conocía todas muy bien con
todas sus virtudes.
Me preguntaba yo, qué tenía que ver lo uno con lo
otro, hasta que la “yaya” empezó a hablar de algo horrible que podía pasar con
la brujería y que era una de las cosas más temibles, pues hasta podía quitar la
vida del “ninón” que se esperaba: “el mal de ojo”.
Lo del mal de ojo se me quedó grabadísimo. Solo lo
comenté con mi hermana y si antes teníamos miedo de pasar por delante de la
casa de la “bruxa”, no digo nada ahora.
La tía Basilisa vivía sola en un rinconcico de la
plaza baja. Por una puerta trasera que daba al corral y a la “demba” la veíamos
salir a veces con un saco y una hoz. Era claro que no iba a buscar hierba para
los conejos porque marchaba por otros vericuetos en donde no parecía que
hubiese nada aprovechable. Pero lo cierto es que al par de horas ya volvía con
su saco lleno.
Creo, amigos, que es importante tener en cuenta el
contexto social, en la presencia de las brujas. Unas veces es la misma persona
que queda marginada. Otras el ambiente del lugar. En el Altoaragón, en los
tiempos modernos, es claro que la bruxa ha sido siempre una mujer marginada.
Cuando una “biella” (vieja) se quedaba viuda y sola, con frecuencia
desamparada, y hacía cosas consideradas como extrañas para subsistir, estaba
ya, por el mismo hecho, en inminente peligro de ser considerada bruja y todas
las calamidades del pueblo se atribuían a ella.
Abundan los ejemplos como que: “fulana se alimentaba
de tuétanos que recogía por las basuras…”
En Sallént había una bruja que por las noches se iba
a comer a las zolles de los tocinos. Chuliana de Las Paules, iba por las casas
diciendo maldiciones o bendiciones ya que vivía de lo que le daban.
Cuando comienzo yo a
escuchar conversaciones sobre brujas, estaba ignorante de todas estas artes.
Fueron mis mayores del lugar, los culpables de que me dedicara durante muchos
años a recorrer mi Aragón y replegar muchas historias sobre ellas. Nunca sabré
si son ciertas o no, pero la seguridad con que me las contaron, me da la
suficiente confianza para afirmar muchas de ellas.
Y eran los mayores del
lugar, que conocían algunos de sus métodos –aunque no todos- los que comentaban
el tema en una tertulia.
(Y yo, siempre con mi
libreta. Cuanto le debo…)
No había ninguna chica y se despachaban a
gusto. Su postura, bastante primaria, se reducía a considerar a la mujer como
bruja.
-Son todas unas bruxas,
afirmaba contundente Urbez.
-Todas menos Teresina, se
defendía Anchel.
- ¿No será porque te ha
embruxau a o tuyo y lo beyes d’ atra maniera?
La discusión se orientaba
hacia el poder de sugestión que siempre han tenido las mujeres por sus encantos
naturales y además por sus malas artes. No todos estaban de acuerdo, claro.
Además a las brujas siempre las habían pintado como viejas legañosas y de
mirada torva. Con eso se descartaba que las mocetas fueran brujas hasta dentro
de muchos años…
-Pues yo siempre he oído
decir que as bruxas eran jóvenes y muy guapas. Es más, siempre se ha dicho que
cualquier mujer que tenga una sola peca en la cara o en cualquier otro sitio
basta para que no pueda ser bruxa.
-¡Anda! A mí me dijo mi
abuela que todas las bruxas llevan alguna marca y que por eso se conocen.
En Aragón existen
multitud de maneras para descubrir una bruja. Por ejemplo, aseguran que si al
terminar el sacerdote de decir la misa se deja el misal abierto encima del
altar, en caso de hallarse alguna bruja dentro de la iglesia, queda clavada en el
banco y no puede moverse.
En San Juan de Plan, de
esta manera, descubrieron una vez a seis brujas y un brujón e incluso cuentan
de qué casas eran. Por supuesto, que las callo.
Y ya tenemos la iglesia
como salvadora de nuestras almas y tranquilizadora de nuestras gentes. Se
creía que el sacerdote también podía
descubrir a las brujas durante la misa: Al volverse hacia los fieles para
invitarlos con el “orad hermanos” podía ver las brujas porque les salía humo de
la cabeza. ¡Solo él! Los demás fieles solo creían en su palabra.
¡Pobretas!
Además contaban que para
descubrirlas basta con poner tres agujas en la pila del agua bendita.
En mi Altoaragón, había
también otro método aprovechando la misa del domingo y consistía en poner en la
pila del agua bendita una ramita de ruda que igualmente paralizaba a las
brujas.
No menos peregrinos son
otros métodos:
-En un círculo dibujado
en el suelo se graba una cruz en su interior y, al pasar la gente, se clava un
cuchillo o una navaja en el centro de ella. Si pasa una bruja se quedará
.clavada y desnuda en el sitio hasta que se retire el cuchillo.
Se llama -“fincar a bruxa” –clavar la bruja.
-Si estando encendidas
unas velas a las ánimas del purgatorio entra una mujer y se apagan, es señal de
que es bruja.
-La que no se santigüe
ante las cruces de los caminos es bruja.
-Si la bruja adopta forma
de gato y no se deja poner un lazo rojo, seguramente se trata de una bruja
transformada.
-Si la bruja adopta la
forma de otro animal y, atándole un cordón de San Francisco retoza antes de que
salga el sol, es clara señal de que estamos ante la presencia de una bruja.
Entre nuestra gentes en
el siglo diecinueve y entrado el veinte, la definición esencial de la bruja,
era la de una que no tiene pelo en sus partes, característica muy temida y que
se considera causa suficiente de anulación matrimonial.
En tiempos pasados los
primeros indicios más comunes solían ser:
-Nuevos
ricos, cuya fortuna se suponía
debida a intervención diabólica.
-Personas
excesivamente piadosas que
llevaban ostentosamente rosario o medallas o encendían un batallón de cirios
ante la imagen de la Virgen.
-Personas que cambian
frecuentemente de domicilio.
-Viejos, idiotas y
enfermos de los que se querían deshacer en tiempos en que escaseaban los
hospitales y asilos.
-Ojos deformados y
ausencia de lágrimas.
-Herencia, vida
escandalosa y mala y presencia de marcas, entre otros.
-Desprecio de los
sacramentos, asistencia a reuniones nocturnas, infamia, falsos informes a la
justicia…
Y mas… y más… y seguiría
contando y necesitaríamos llenar muchas páginas para poder sacar lo que tengo
recogido.
Pero una pregunta que
siempre le hacía yo a mi yaya:
-¿Cómo se fan bruxas? ¿O
nacen ya bruxas?
Pero esto es capítulo aparte y lo dejaremos para
otros días.
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