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jueves, 24 de noviembre de 2011

As bruxas (Las brujas)

Que las brujas solo han existido mayoritariamente en Galicia, País vasco y otras regiones españolas, es una mera suposición. A través de mis años, cuando comienzo a recoger nuestras tradiciones aragonesas, me quedo sorprendido por la apabullante presencia de ellas en nuestro Aragón. Con vuestro permiso, y con mi agradecimiento por permitirme llegar a todos vosotros, intentaré contaros muchos de mis recuerdos sobre “bruxas” (brujas) que “recullo” (recojo) en nuestro territorio. Soy testigo de la mayoría de hechos que os contaré, y de otros que me han contado personas que los han vivido. Para comenzar, que mejor que mis primeros recuerdos escritos en mi famosa libreta reciclada y cosida con hilo…   
A mí, lo de las “bruxas” de “ninón”, me impresionaba mucho como a los demás chicos del pueblo, nunca pasábamos por la puerta de una casa en donde vivía una mujer muy mayor que llevaba fama de bruja. Yo no sabía si era bruja o no, pero por si acaso… Además siempre hacía cosas muy raras: revolvía las basuras. Migalé me dijo un día que se alimentaba de tuétanos, pero eso a lo mejor se debía a ser muy pobre. Esto del “tuétano” debía tener alguna explicación oculta.
En Alfántega cuentan que en el tozal de la Mora vivía una mujer misteriosa que se alimentaba de tuétanos de buey. Por cierto que al desaparecer el pueblo que allí existía y Alfántega no podía comprometerse a alimentarla de su manjar favorito, ofreció las posesiones a Monzón en donde aceptaron sus condiciones de alimentación.
También andaba por las márgenes de la carretera y de los caminos recogiendo hierbas y decían que las conocía todas muy bien con todas sus virtudes.
 Yo seguía preguntando a mi abuela sobre las brujas. Me interesaba muchísimo. Pero a ella no le apetecía el tema y menos en unos momentos en que la familia estaba esperando un nuevo miembro.
Me preguntaba yo, qué tenía que ver lo uno con lo otro, hasta que la “yaya” empezó a hablar de algo horrible que podía pasar con la brujería y que era una de las cosas más temibles, pues hasta podía quitar la vida del “ninón” que se esperaba: “el mal de ojo”.
Lo del mal de ojo se me quedó grabadísimo. Solo lo comenté con mi hermana y si antes teníamos miedo de pasar por delante de la casa de la “bruxa”, no digo nada ahora.
La tía Basilisa vivía sola en un rinconcico de la plaza baja. Por una puerta trasera que daba al corral y a la “demba” la veíamos salir a veces con un saco y una hoz. Era claro que no iba a buscar hierba para los conejos porque marchaba por otros vericuetos en donde no parecía que hubiese nada aprovechable. Pero lo cierto es que al par de horas ya volvía con su saco lleno.

Creo, amigos, que es importante tener en cuenta el contexto social, en la presencia de las brujas. Unas veces es la misma persona que queda marginada. Otras el ambiente del lugar. En el Altoaragón, en los tiempos modernos, es claro que la bruxa ha sido siempre una mujer marginada. Cuando una “biella” (vieja) se quedaba viuda y sola, con frecuencia desamparada, y hacía cosas consideradas como extrañas para subsistir, estaba ya, por el mismo hecho, en inminente peligro de ser considerada bruja y todas las calamidades del pueblo se atribuían a ella.
Abundan los ejemplos como que: “fulana se alimentaba de tuétanos que recogía por las basuras…”
 En L´Ainsa fue famosa, hace ya muchos años Azanda (a “bruxa d´os Molíns”). Un abuelico de Banastón me contaba que cuando hacía carbón en los pinares de Solandrano, estando con su padre, se les apareció la bruja, que generalmente iba pidiendo limosna. Su padre le contó que iba muy deprisa de un sitio a otro porque volaba. El caso es que luego la vimos en un monte muy lejos que andando normal hubiera tardado el doble de tiempo. Por cierto, mi padre no le quiso dar nada y se nos apagó el horno en que hacíamos el carbón.
En Sallént había una bruja que por las noches se iba a comer a las zolles de los tocinos. Chuliana de Las Paules, iba por las casas diciendo maldiciones o bendiciones ya que vivía de lo que le daban.
 Siempre he sostenido que la caza de brujas fue una persecución creada y sostenida por las clases dominantes. Las “bruxas” provenían de las clases sociales menos favorecidas y, por tanto, más descontentas socialmente. Así pues, nada más fácil que achacarles todos los males y luego la iglesia y la nobleza las destruía, apareciendo así como los grandes protectores del pueblo. De esta manera se evitaba que los pobres se enfrentaran con revoluciones contra el poder establecido.
 Dos atributos de las mujeres aumentaban la probabilidad de que fuesen sospechosas de brujería: uno era la melancolía, un estado depresivo acompañado a veces de palabras oscuras o amenazadoras y una conducta extraña. El otro atributo peligroso era la soledad.
Cuando comienzo yo a escuchar conversaciones sobre brujas, estaba ignorante de todas estas artes. Fueron mis mayores del lugar, los culpables de que me dedicara durante muchos años a recorrer mi Aragón y replegar muchas historias sobre ellas. Nunca sabré si son ciertas o no, pero la seguridad con que me las contaron, me da la suficiente confianza para afirmar muchas de ellas.
Y eran los mayores del lugar, que conocían algunos de sus métodos –aunque no todos- los que comentaban el tema en una tertulia.
(Y yo, siempre con mi libreta. Cuanto le debo…)
 No había ninguna chica y se despachaban a gusto. Su postura, bastante primaria, se reducía a considerar a la mujer como bruja.
-Son todas unas bruxas, afirmaba contundente Urbez.
-Todas menos Teresina, se defendía Anchel.
- ¿No será porque te ha embruxau a o tuyo y lo beyes d’ atra maniera?
La discusión se orientaba hacia el poder de sugestión que siempre han tenido las mujeres por sus encantos naturales y además por sus malas artes. No todos estaban de acuerdo, claro. Además a las brujas siempre las habían pintado como viejas legañosas y de mirada torva. Con eso se descartaba que las mocetas fueran brujas hasta dentro de muchos años…
-Pues yo siempre he oído decir que as bruxas eran jóvenes y muy guapas. Es más, siempre se ha dicho que cualquier mujer que tenga una sola peca en la cara o en cualquier otro sitio basta para que no pueda ser bruxa.
-¡Anda! A mí me dijo mi abuela que todas las bruxas llevan alguna marca y que por eso se conocen.
(Lo de las marcas, lo recojo de cantidad de personas y en muy distintos lugares de nuestra tierra. Pero son las mismas para una bruja que para una curandera. Si alguna vez tengo ocasión para charraros de curanderas, os contaré de sus marcas. Son sorprendentes).
En Aragón existen multitud de maneras para descubrir una bruja. Por ejemplo, aseguran que si al terminar el sacerdote de decir la misa se deja el misal abierto encima del altar, en caso de hallarse alguna bruja dentro de la iglesia, queda clavada en el banco y no puede moverse.
En San Juan de Plan, de esta manera, descubrieron una vez a seis brujas y un brujón e incluso cuentan de qué casas eran. Por supuesto, que las callo.
Y ya tenemos la iglesia como salvadora de nuestras almas y tranquilizadora de nuestras gentes. Se creía  que el sacerdote también podía descubrir a las brujas durante la misa: Al volverse hacia los fieles para invitarlos con el “orad hermanos” podía ver las brujas porque les salía humo de la cabeza. ¡Solo él! Los demás fieles solo creían en su palabra. ¡Pobretas!  
Además contaban que para descubrirlas basta con poner tres agujas en la pila del agua bendita.
En mi Altoaragón, había también otro método aprovechando la misa del domingo y consistía en poner en la pila del agua bendita una ramita de ruda que igualmente paralizaba a las brujas.
No menos peregrinos son otros métodos:
-En un círculo dibujado en el suelo se graba una cruz en su interior y, al pasar la gente, se clava un cuchillo o una navaja en el centro de ella. Si pasa una bruja se quedará .clavada y desnuda en el sitio hasta que se retire el cuchillo.
Se llama  -“fincar a bruxa” –clavar la bruja.
-Si estando encendidas unas velas a las ánimas del purgatorio entra una mujer y se apagan, es señal de que es bruja.
-La que no se santigüe ante las cruces de los caminos es bruja.
-Si la bruja adopta forma de gato y no se deja poner un lazo rojo, seguramente se trata de una bruja transformada.
-Si la bruja adopta la forma de otro animal y, atándole un cordón de San Francisco retoza antes de que salga el sol, es clara señal de que estamos ante la presencia de una bruja.
Entre nuestra gentes en el siglo diecinueve y entrado el veinte, la definición esencial de la bruja, era la de una que no tiene pelo en sus partes, característica muy temida y que se considera causa suficiente de anulación matrimonial.
En tiempos pasados los primeros indicios más comunes solían ser:
-Nuevos ricos, cuya fortuna se suponía debida a intervención diabólica.
-Personas excesivamente piadosas que llevaban ostentosamente rosario o medallas o encendían un batallón de cirios ante la imagen de la Virgen.
-Personas que cambian frecuentemente de domicilio.
-Viejos, idiotas y enfermos de los que se querían deshacer en tiempos en que escaseaban los hospitales y asilos.
-Ojos deformados y ausencia de lágrimas.
-Herencia, vida escandalosa y mala y presencia de marcas, entre otros.
-Desprecio de los sacramentos, asistencia a reuniones nocturnas, infamia, falsos informes a la justicia…
Y mas… y más… y seguiría contando y necesitaríamos llenar muchas páginas para poder sacar lo que tengo recogido.
Pero una pregunta que siempre le hacía yo a mi yaya:
-¿Cómo se fan bruxas? ¿O nacen ya bruxas?
Pero esto es capítulo aparte y lo dejaremos para otros días.

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