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miércoles, 13 de julio de 2011

Las tronadas en Aragón

¿Qué sentido daban nuestras gentes a las “tronadas”?
Al carecer de suficientes conocimientos de meteorología y por los daños que pueden provocar las tormentas, sobre todo en lugares montañosos en donde se dan con mayor frecuencia y virulencia, las tronadas se han adjudicado al diablo y a sus supuestas siervas, las brujas.
Y hablamos de tronadas, en Aragón.
Es curiosa y elocuente la filología, en torno a las tormentas, porque refleja la mentalidad de un pueblo como pocas cosas.
Por que los latinos no las llamaban así, sino “tempestas” que viene de tempus y significa también tiempo, rato, época, y nos indica la frialdad y serenidad con que la contemplaban los romanos: “como quien oye llover”.
De allí la tomó el francés que dice tempête. Y el catalán que dice tempesta, igual que el occitano (que alterna con el término temporal) y el romanche; aunque en este idioma tempesta significa tormenta y granizo.
Bueno, y todo esto ¿qué tiene que ver con Aragón? Pues que a nosotros se ve que no nos impresiona la luz, ni la fuerza, ni el color… sino el ruido. Por eso en aragonés tormenta se dice tronada, porque los truenos son los que nos llevan de calle.
En Aragón, como comienzo a contaros, la tronada no era un hecho meteorológico, sino que era un mal intencionado realizado por las brujas. Cuando se comienzan a buscar protecciones contra las tronadas, se dirigen directamente contra esas brujas, que son las causantes de ellas.
Nuestros abuelos tenían muy claro como dirigían los rayos y piedras. Aseguraban muchos de ellos que las brujas iban sentadas encima de la nube. Me contaba un pastor de Sarrate (Ribagorza) que mientras bajaba de Riberós, se presentó una tormenta muy fuerte; de repente vio una boira y sobre ella una mujer sentada: -y cuando ba aparesé mandó dos chispas diciendo: “Esta para Villacardí y ésta para Torrelaribera”. Algo similar me contaba un abuelo de Vecinas: “Yo vi as bruixas cuando estaba en casa “Es Camps” y con la tormenta yo oía a las bruixas que orientaban los rayos: “por aquí, sí; por aquí, no; por aquí arrasadlo todo”.
Esto es muy confirmado por muchos habitantes de nuestra tierra.
Yo, soy nacido en el Sobrarbe, recuerdo como en mi lugar cuando comenzaban a aparecer aves de rapiña, se preparaban toda clase de amuletos y sortilegios para ahuyentar las pedregadas. Eran brujas esas aves y preparaban las tormentas.
Son muchas las formas de expulsar las tronadas y conjurarlas para que no hagan el menor daño en tu redolada.  
Torre y esconjurador de Mediano
Muchas veces no sabes con claridad donde termina lo mágico y donde comienza lo religioso, porque en esta tierra va todo tan mezclado que no logras separarlo.

El domingo de ramos es un día especial para preparar las primeras protecciones, y es con el ramo que introducían en las iglesias para que fuera bendecido. Se convertían en las llamadas en aragonés “baretas” y estos ramos (normalmente de olivo) eran colocados en los campos. Estos campos, nunca serían apedreados y cuando se cosechaban, al llegar a una de estas baretas, se paraban los segadores, rezaban un padrenuestro de acción de gracias y echaban el trago de la bota.
Cuando hablamos de protección contra las brujas, en la casa se defendían las puertas y chimeneas, pues eran entradas favoritas de ellas.
Las ventanas no parecían ser lugar apetecible para brujas. Sólo se defendían contra los rayos. Muy extendida está todavía la costumbre de colocar en el balcón la rama de olivo o la palma que se ha llevado en la procesión del Domingo de Ramos.
Pero sobre protecciones, tengo el “conzieto” de contaros, la desesperación que podían tener nuestras gentes, cuando no conseguían que las tronadas dejaran en paz sus cosechas.
Y me voy a principios del XX, y os sitúo en mi Sobrarbe.
Samitier tiene sobre el Entremón, un castillo y dos ermitas, Una de ellas dedicada a los Santos Emeterio y Celedonio, (San Emeterio en francés se dice San Mitiér) y otra dedicada a Santa Waldesca. Esta santa es protectora de las cosechas, y protege contra plagas, rayos, piedra y que pueda estropear los cultivos.
Pues bien; sobre el año 1908, comenzaron unos años desgraciados para la redolada de Mediano y Samitier. Cuando las cosechas estaban para recogerse, las tronadas se sucedían año a año y con su piedra arrasaban todas las cosechas.
Ni el exconjurador de Mediano. El esconjurar las tronadas, era algo muy normal en nuestra tierra. Y para este ritual, era necesario el cura del lugar. Bendecía el término y arrojaba agua bendita hacia los cuatro puntos cardinales, y de ese modo conseguían, no que parase la tronada, sino que apedregara en términos fuera del suyo. Recuerdo a mosen Bruno Fierro (Párroco de Saravillo) que cuentan, tenía una habilidad tremenda para mandarlas a Chistaú. Os imagináis como lo apreciaban los chistabinos…
Ermita de Santa Waldesca (Samitier)

Decidieron hacer otra ermita. Santa Waldesca.
La fabricaron de vecinal. Las piedras eran de la iglesia destruida por un rayo en Samitier.
José Palacios (Casa Senz) de Mediano, nacido el 9 de septiembre de 1903 me contó todo esto. Por cierto, cumplió cien años el mismo día que yo era trasplantado de hígado. En Mediano celebrando el cumpleaños y yo siendo trasplantado en Zaragoza. Cuantas horas pasé a su lado y cuantas historias me contó…
Hoy esta catalogada esta ermita de Santa Wandesca como fabricada en el siglo XVI…
Por cierto siguieron las pedregadas, hasta que cambió de párroco Mediano.

El remedio de la campana esta muy extendido por todo Aragón. Cuando venía una tronada fuerte, intentaban tañer la campana; si les daba tiempo a dar una vuelta completa antes de llegar, esa tronada, se iba por otro sitio. Esto era muy peligroso y hay en nuestra tierra gente que ha muerto por un rayo al intentarlo.
Otra defensa contra las tronadas, era el llamado “Ramo”. El primer viernes de cuaresma, se sembraba trigo en una maceta y se dejaba crecer en una bodega oscura. La planta se quedaba amarilla siempre. Con ella se adornaba el Monumento del jueves Santo. Luego se echaba por los campos para que no les pasara nada a las cosechas.
También utilizaban “el Ramo de San Juan” (flores silvestres cogidas esa noche y bendecidas después de pasar la noche al sereno) para echarlo al fuego y que su humo ahuyentara las tronadas.
Es curiosa esta otra creencia que por muchos lugares de nuestra tierra se realizaba. El primer domingo de mayo, a las dos de la mañana, iban en procesión, rezando el rosario con velas encendidas, alrededor del pueblo. En el campo, hasta donde llegaba el resplandor de las luces de las velas, no apedregaba ese año. ¿Os imagináis el recorrido? ¡Cada uno tirando a sus campos…!
Pero, ¿si te cogía en el campo la tronada? ¿Cómo defenderse del rayo? Creían que para defenderse del rayo, había que colocarse debajo de un rosal silvestre o llevar una ramica de esa planta en el bolsillo. Es el único arbusto que protege del rayo. Parece que se debe a que la Virgen María tendía en el rosal silvestre los pañales de su divino hijo. ¡Y esto te lo aseguran!



1 comentario:

  1. En el sur de Catalunya también se llaman tronades y no tempestes.

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