Datos personales

Mi foto
ZARAGOZA, ARAGÓN, Spain
Creigo en Aragón ye Nazión

domingo, 17 de julio de 2011

Humor infantil aragonés. ¿Ingenuidad? ¿Capacidad de admiración?

Un chiquillo sentado en el suelo, descalzo y llorando desesperadamente, mientras contempla sus botas en la mano.
Un señor amable se acerca a consolarlo y le pregunta el motivo de su llanto. El chico, entre hipos, le contesta que no puede calzarse porque:
-Es que no sé de que pié es esta bota…
El señor amable se lo aclara, todo bondadoso. El crío para de llorar, sorbe los mocos para dentro de la nariz, se limpia las lágrimas que se le escurren por la cara… de nuevo rompe a llorar desconsolado.
- Bueno, ¿y ahora que pasa?
- ¡Es que no sé pa qué pie es esta otra!
Con frecuencia el humor infantil tiene hasta su valor filológico. Es curioso que nuestros chavales, espontáneamente hablan aragonés antes de aprender el castellano, al menos en gran cantidad de construcciones. El niño tiende a decir “me se cayó”, en vez de “se me cayó”, buscando la sintaxis de la fabla. Un maestro de mi infancia nos inculcaba así la construcción castellana correcta: “No “me se”, sino “se me”, o sea la semana antes que el mes”.
Y un maestro de Ayerbe contaba esta otra anécdota. Al preguntar a un chaval el motivo de haber faltado a clase el día anterior, le contestaba el crío:
- Es que plebeba…
- Mira, no lo has dicho mal, pero eso es aragonés. ¿Cómo se dice en castellano?
- ¡Ay si!... Es que lloveba…
Y hablando de gramática ya es famoso por extendido lo de aquel chico que le contaba a su padre:
- …y luego bajemos y merendemos…
- “Merendamos” – le corregía su padre.
- Bueno pues sí, eso, nos daron pan con chocolate y merendemos…
-  “Merendamos” – le volvía a corregir.
- ¡Pero si tu no estabas!
Esta conocidísima anécdota –vaya usted a saber si sucedida o no- ya forma parte de nuestro acerbo y con frecuencia se oye corregir, por ejemplo, al chaval que dice “bajemos” con un “bajamos”, que yo también estaba”.
Iglesia de Mediano (Huesca) Inundada por el pantano en 1969
Nadie, que yo sepa, ha hecho un estudio sobre el humor infantil. Yo me limito a recoger estos breves apuntes de cosas que me hicieron gracia, y termino el relato con un par de salidas de críos que me gustaron.
Se conoce que estaba un chaval comiéndose un trozo de torta con la consiguiente cara de satisfacción. Otro amiguito lo miraba con la boca hecha agua y unos ojos la mar de elocuentes. Pero el otro no se daba por aludido. Al cabo de un rato surgió este brevísimo diálogo, empezado por una sugerente y diplomática insinuación y cerrado con una señal clarísima de haber captado la onda. Dijo el mirón:
-Tu madre es mi tía…
A lo que repuso lacónico el otro:
- En tengo poqueta…
Unos amigos míos me contaban que conociendo la envidia mutua de sus dos retoños, les regalaron para Reyes dos bicicletas absolutamente idénticas, hasta en el color. Y le decían a Pepín que eligiera. El chaval estuvo contemplando las dos máquinas su buen cuarto de hora para al final constatar desolado que eran calcadas.
- Bueno, Pepín decídete, ¿cuál quieres?
- ¡La que elija Manolo!
Por eso era tan buena medida la que tomaba aquella madre cuando hacía tortilla de patata para los dos críos: uno cortaba la tortilla y el otro elegía. Yo creo que se podían pesar las dos mitades con balanza de precisión.
Y quedamos que el humor se hace solo. Una buena dosis la aporta la ingenuidad y capacidad de admiración en el humor infantil. De la Puebla de Fantova era Toné; cuando bajó a Huesca por primera vez, cuando tenía diez años, allá por la década de los cincuenta. La maestra del pueblo, contaba las impresiones de Toné tomadas en directo:
- ¡Mecá! Señorita: ¡Mon han dau olivas sin ruello!
Y el comentario maravilloso entre aturdido y escéptico al ver encender la luz con aquellos interruptores prehistóricos de llave que se giraban media vuelta, cuando el pueblo andaba todavía con candil de aceite:
- Y fíjese, pa encender la luz, le pegaban un pellizquico a la pared.
Entonces fue cuando Toné vió automóviles la primera vez. ¡Y qué cantidad, cielo santo!
- ¡Y vide una ringla coches como dende aquí hasta ande está o ganau!
A veces la definición en lenguaje infantil es exacta, contundente, aunque nos haga sonreir. Un chiquillo de Arguís, hace ya unos años, al ver cruzar el cielo un avión supersónico, le contaba también a la maestra:
- Señorita, acaba de pasar un avión d´os que dejan o ruido atrás.
Otras veces no existe tal gracia, si no es el ánimo paterno (o materno) que queda prendado de la precocidad de su retoño, como el caso de José María, de Santolaria de Gállego, que comentaba en un corro de gente la inteligencia inusitada de su hijo, que tenía nada menos que quince años:
-¡Qué advertencias tiene este fillo mío, que ya sabe llevar o burro d´o ramal!

No hay comentarios:

Publicar un comentario