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miércoles, 15 de junio de 2011

Solsticio de verano “Hadas, moras, encantarias…”

La festividad del solsticio estival o de San Juan evangelista –la popular sanchuanada- era enteramente mágica en todos los confines de la tierra. Nuestros antepasados reflexionarían sobre ese apogeo del sol y su paulatino amortamiento y su pérdida de fuerza, que conlleva al acortamiento del día y de la luz.
Los paganos rendían culto a la luz mediante fuegos que ayudaran a que no desapareciera el día, y a los dioses de las aguas y los representan físicamente en las ninfas acuáticas y en las náyades, que eran espíritus femeninos. En general todos los elementos directamente relacionados con la procreación y las fuerzas vivificadoras se atribuían a las mujeres.
Los romanos reverenciaban a las fuentes porque consideraban que poseían propiedades curativas. Esa mentalidad se trasfirió a todas las culturas de la tierra.
La iglesia cristiana mimetizó esos rituales y creencias precedentes, superponiéndole cultos afines y la advocación de san Juan Bautista, cuyo bautismo del Señor lo vinculaba estrechamente con las aguas.
La sanjuanada era una fecha en la que se caracterizaba sobremanera el predominio de lo mágico y lo sobrenatural y en la que se manifestaban, apareciendo sus cuerpos, esos personajes femeninos acuáticos, como las moras de los ibones, esas ninfas de las aguas, o esas sugerentes damas de largas melenas que en las inmediaciones de la Peña Foradada se aparecían a los sallentinos, en esta fecha crucial del estío.
Mallos de Riglos
La hilandera de Riglos, que fueron por ella construidos los Mallos, y dicen que la giganta bruja se aparece una vez al año, en la Nuei de Sanchuan (Noche de San Juan). Surge desde las alturas, se sienta sobre uno de los mallos, O Pisón, y desde allí, peina sus cabellos blancos mojando su peine en las aguas del río Gállego. Otros aseguran que apoya un pie en Peñarrueba de Murillo y el otro en Riglos, y se inclina sobre el río que queda en medio para remojar el lino con el que hila.
En la Bal de Chistau, una leyenda existe de que en la noche de San Juan y en el ibón de la “Basa de la Mora”, emerge sobre las aguas del ibón la figura de una mora que comienza a bailar al mismo tiempo que se mueven serpientes enroscadas por su cuerpo adornado con brillantes joyas.
¿Cómo llegó esta mora hasta este lugar?
Se supone que es el espíritu de una mujer musulmana que se perdió en estas montañas huyendo de las violentas luchas entre moros y cristianos, y su espectro quedó preso en este ibón, aunque no todo el mundo lo puede ver. Únicamente las personas buenas y sin pecados disfrutan con esta visión, cuya creencia es tal que incluso da nombre al ibón, ya que en la zona se le conoce como “Basa de la Mora”.
Cada vez van quedando menos hadas, si hacemos caso a lo que siempre escuchaba de chico. Cuando un niño o niña no cree en ellas, cae una muerta.
Unos dicen que provienen de ángeles rebeldes, otros de los ángeles neutrales. Y otros creen que son almas de niños muertos. También existe la creencia de que si un humano encuentra un hada y se casa con ella, conseguirá inmortalizar su alma.
Normalmente en la mitología de todos los países europeos, las hadas las clasifican en cuatro grupos: las hadas de los mares (sirenas), de los ríos y cuevas (lamias), de las fuentes (ninfas) y de los bosques. Pero en Aragón siempre nos aparecen personajes que no están recogidos en otras mitologías. ¡Esta tierra nuestra! Nosotros añadimos un quinto grupo: Las hadas encantadas o encantarias.
En Aragón abundan las moricas o princesas moras, que en algunos lugares reciben el nombre de “encantarias”, y hasta un topónimo “La Melusa”, que lo encontramos en la actualidad en una finca perteneciente a la Confederación Hidrográfica del Ebro, dentro del municipio de Tamarite, que tiene relación con la famosa hada Melusina.
Pero por lo general, reciben el nombre de “encantarias”. En el pasado fueron seres humanos, que en virtud de alguna maldición adquirieron ese estado y, por tanto, pueden ser liberadas de su encantamiento. Desencantarlas no es nada fácil porque, a veces, están guardadas por alguna serpiente o dragón. Y en ocasiones, la “encantaria”, adopta la forma de serpiente.
Una característica común de nuestras hadas o “encantarias”, es que se ocupan en lavar madejas de lana cuyos hilos parecen ser de oro e hilan dichas madejas con una rueca de oro. Cuidan ganado, sobre todo toros y vacas, así como gallinas y pollos que, al menos, tejen sobre ellos un aspecto áureo. Les gusta danzar a corro, agarradas de la mano y dándose la espalda.
No se debe perturbar las danzas, el juego o el baño de estas hadas, aunque su reacción no es siempre la misma. Los humanos en caso de entrar en su mundo no debían participar en sus danzas ya que podían terminar siendo sus esclavos.
Muchos testimonios encontramos de testigos, cuando buscamos contactos de nuestras gentes con estas “encantarias”:
Basa de la Mora
Así tengo en mis notas de un ganadero de casa Farré de Bonansa, que se las encontró en la noche de San Juan junto a la ermita de Aras. Estaban bailando, sus danzas embelesaban, la música sobrecogía. Una de ellas le invitó a bailar. Al finalizar el baile y antes de desaparecer todo aquel mundo de magia y embrujo de sus ojos, la “encantaria” le reveló que era la reina de todas ellas. El hombre no olvidaría en su vida aquella noche.
Para poder verlas, hay que acudir la noche de San Juan a determinados lugares. Esa noche las encantarias iban al río a hacer la colada, después la extendían y, mientras se secaba, iniciaban sus juegos y danzas.
Si alguien conseguía robar una de las piezas de la colada de las “encantarias” haría fortuna.
El caso más mencionado por la Ribagorza, es el de casa Francés de Castanesa. Un joven de esta casa, montado a caballo, consiguió de forma rápida robar algunas toallas a las “encantarias”. Estas, cuando se dieron cuenta ya no pudieron evitarlo, pero una de ellas le echó la maldición:
“Franceset, Franceset,
pobre no serás más,
rico si que te farás,
pero con suco de pirina no amortaras”
Y la maldición se cumplió. La casa se convirtió en una de las más ricas del valle, pero unos años después nuestro héroe moriría de forma trágica en el Isábena. Como le había dicho la “encantaria”, su muerte no sería en la vejez bien cuidado en la cama y con el caldo de gallina.
Pero he comenzado a contaros lo que en Aragón significaba la Noche de San Chuan, y haber si puedo contaros algunas de las leyendas, tradiciones y costumbres que nuestros antepasados contaban de la más larga noche del año.


1 comentario:

  1. Me ha encantado. Yo también, aprovechando la llegada del solsticio, he iniciado un especial San Juan en el Maestrazgo.
    ¿nos intercambiamos post? me encantaría colgar esto en mi blog (Con tu nombre, claro)
    un saludo
    RAUL
    maestrazgomagico.blogspot.com

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