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lunes, 15 de abril de 2013

La soltería

Antaño, cuando se cerraba una casa recuerdo que decían: "tal casa se cerró por no haber hecho disposición a tiempo" (generalmente entonces por no tener descendencia); y esa vivienda se "amortaba" o clausuraba.
Ahora el dicho valdría, pero el argumento quizás sea otro. Muchos chicos y chicas (de éstas menos) se han quedado para dueños de la casa (herederos), pasando ya del medio siglo de vida, y... siguen solteros. Algunos pueblos como Plan, en el invierno de 1983, intentaron resolver el problema realizando una "caravana de mujeres", convocando a través de los medios de comunicación a éstas, para que acudieran allí a casarse.
Existen dos indicadores muy claros de esta crisis, desde hace muchos años en nuestros pueblos. Uno es la emigración, de la que todo el mundo habla; y el otro, menos tratado, pero no menos real y dramático, “la soltería”. Hay que matizar que ambos siempre han existido, aunque con distinta importancia que en este momento.
Siempre ha habido solteros y solteras en muchas casas, los "tiones".
 El tión era un hermano o hermana del heredero que, se quedaba a trabajar para la casa. En esta situación no se cobraba remuneración alguna, excepto una manutención en el más amplio de los sentidos. Ayudaban en el hogar haciendo las faenas más duras y menos prestigiosas. Tener un tión se consideraba, comúnmente, una suerte, y además una señal de prosperidad. Se decía "que era la mejor lotería que podía tocarle a un heredero".
Pero el hecho de que la soltería afectara más a hombres que a mujeres, y más concretamente a los sucesores de las casas, de las pocas que iban quedando habitadas en nuestros ya de por sí vacíos pueblos, hacía prever un futuro un tanto negro para muchos techos.
Con su desaparición, y esto ha quedado muy claro a lo largo del tiempo, ha ido emparejado fatalmente, al derrumbamiento del propio pueblo.
En estos momentos podría facilitaros el nombre de varios lugares que, de no ser por un "milagro", no tardarán, por este argumento, en pasar a ser un simple recuerdo, y esta es la realidad:
Disminución de la población, aumento del número de personas solteras, desplazamiento de la soltería hacia el grupo de mayor edad, mayor proporción de solteros entre hombres y herederos..., en suma, una temible crisis de muy difícil remedio.

1950 Mediano (Abrevadero y fuente)

Cuando comienzo a recoger nuestras costumbres, (tengo que retroceder a los sesenta y setenta), ya compruebo preocupación en nuestras gentes con la soltería, y había opiniones para todos los gustos.
Unos decían que la culpa la tenían las mujeres, porque a las casas de los labradores y agricultores no querían ir, sacando el pretexto de que les tocaba trabajar más, y sin tan siquiera disponer de un tiempo para ellas.
Otros, que si el fallo era de los hombres, que cuando charraban con las zagalas se les ponía la "boca pastosa", y se les cortaban las palabras. No eran nada ligones.
Algunos, más tradicionalistas, afirmaban que anteriormente el 40 o 50% de los casamientos eran preparados por otras personas que solucionaban el futuro de la casa. La de bodas que han sido arregladas por los párrocos de los lugares…
Cuando repaso estas expresiones y las comparo con la actualidad, no quiero dar mi opinión, que para nada sirve; pero quiero compararlo con el pensamiento de nuestros mayores, en una serie de refranes, coplas, dichos de antaño, recogidos principalmente de el Sobrarbe, aunque hay varios de otras partes del Pirineo Aragonés, que tienen relación con cualquiera de las facetas del  problema.
Inicialmente dejar claro que estoy convencido de que ninguno de los tres argumentos puestos a la palestra son el verdadero conflicto, sino que se trata de algo más serio, complicado y generalizado, no únicamente de la comarca de Sobrarbe, aunque en principio parezca me estoy ocupando tan sólo de ella.
Es bien cierto que allá por aquellas añadas la mujer tenía más deberes que derechos y estaba consagrada exclusivamente al hogar, que generalmente no era el suyo, al que pasaba al casar con el heredero de otra vivienda, como se solía decir: “ha calentar el fuego ajeno", siendo considerada como la "joven" o "forastera".
Ella, administraba los bienes domésticos, corría a su cargo el educar la descendencia, muy numerosa por entonces; guisaba y disponía las comidas familiares y de los jornaleros, limpiaba la casa, lavaba, fregaba, hilaba el cáñamo y la lana dedicada al vestido de los suyos, asistía a las ferias del contorno encargándose de las compras de todo género, llevaba el huerto de la hacienda, se cuidaba de los animales del corral, iba al campo a llevar el almuerzo a los hombres o a ayudar a la recolección, transportaba pesadas cargas en la cabeza, sobre una almohadilla redonda de tela enrollada que le servía de cabezal donde cargaba el cántaro para buscar agua a la fuente, la canasta con la pesada colada de regreso del riachuelo o lavadero… en resumen, cualquier tarea considerada entonces propia de su sexo que estuviera por hacer, le correspondía a ella.
¿Os extraña de que muchas mujeres no quisieran casar con herederos?
En estos últimos tiempos todo este machismo ha cambiado y en la actualidad todos somos un poco más iguales.
Tampoco os recomiendo, si escucháis el refranero popular, hagáis caso de tantas coplas, donde se confunde a la mula u otros animales con la mujer, sintiendo más la pérdida, en ocasiones, de la primera que el fallecimiento de la segunda.
Son estrofas, la mayoría con pésimo gusto, del pasado, y sólo como tales hay que ingeridas.
“Ocurre con a muller
lo que a ro burré  d'o chitán ,
 que no  se li'n beyen  ras faldas
 dica dimpués de mercalo”
“Ocurre con la mujer
lo que al burro del gitano,
que no se le ven las faldas
hasta después de comprarlo”
 
Pero también hay repertorio despectivo alusivo al hombre.
“Hombre casado,
burré domado”.
 
“Me casé con un pastor
pensando de gananziar,
se morieron as guellas
y me quedé el animal”


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