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lunes, 28 de enero de 2013

La boda: “El banquete” “El tión”

El vino, lógicamente era el de las grandes ocasiones. Mi padre solía llenar un tonel al nacerle cada hijo. No sacaba vino de él hasta el día de la primera Comunión y ya luego hasta el día de la boda. Tenía, pues, su categoría. Era vino de Bespén envejecido en cuba de madera de cerezo y tenía un color y un aroma de verdadera tentación.
Se empeñaban todos en que la novia bebiera el trago de ritual -"siete gargalladas y la boca llena-, pero ella se negó en redondo.
Yo esperaba los postres. Había naranjas que entonces eran un verdadero lujo en los pueblos y luego natillas y tarta, toda casera.
Los novios se esforzaron -y lo consiguieron- en pelar la fruta de forma que toda la piel quedara en un solo trozo sin romperse: se decía que de esta forma se aseguraba la fidelidad matrimonial.
En la Ribagorza hacen pelar a la novia la fruta procurando que salga la piel entera, se le hace tirarla al suelo con toda la fuerza y creen que tendrá tantos hijos como el número de trozos en que se rompa.
En Chalamera y en muchos lugares, en las bodas tenían la costumbre de al terminar la comida, tirar peladillas a los novios; una vez lanzadas las primeras se convertía aquello en una verdadera batalla con riesgo de que le dejaran a uno tuerto por la energía que derrochaban tirándolas y había que meterse debajo de las mesas o donde se podía, para salir ileso.
Antes de comenzar los brindis, con la llegada de la tarta casera que había cocinado la abuela y que por descontado todos sabían que estaría riquísima, se presentó toda la pandilla de amigos de Urbez con todo el juego de guitarra, bandurria y laúd.
Chusé, que era el mejor cantador del pueblo, se adelantó al centro de la sala, enfrente de los novios, se puso en jarra metiendo los pulgares de las manos entre los repliegues de la faja, carraspeó y empezó a cantar:
 
 
 
 
“Qué envidia nos das, Urbez,
por eso canto mi jota:
porque te llevas a casa
del lugar la mejor moza.
y qué pena por Marieta,
rosica de la mañana,
porque cargas con un mozo
que jamás movió una jada”.
Al parecer las canciones iban exclusivamente dirigidas a ponderar las cualidades de la novia y para tomarle el pelo al novio, su gran amigo, que a la verdad tenía todas las prendas de buen mesache y buen trabajador. Chusé dio tiempo a que la gente se riera y comentara, para continuar:
“Yo ya me hacía ilusiones
de llevarme esta flor,
como Urbez se la lleva
yo me quedo pa tión”.
 
El "tión" es el solterón que se queda en la casa. Tanto tiones como tionas han sido siempre un buen puntal en las casas de labranza ya que nunca heredarán nada y aportan su trabajo a cambio, exclusivamente, del mantenimiento.
Sin embargo, respecto a ellos los sentimientos son encontrados y son protagonistas de dichos más o menos jocosos, como sucede con las suegras.
Eran mal vistos al parecer (según he constatado) en Chimillas, Aragüés, Estadilla, Barbastro, Montoro, Cofita, Blecua...
No muy bien vistos en Huesca, Sallent, Montmesa, La Almunia de San Juan... En Loporzano decían tajantemente "que estorbaban". En Bolea se sentían relegados.
Sin embargo eran bien vistos en Pomar, Binefar, Aniés, Santa Engracia de Loarre, Albelda, Fuencalderas, Sádaba, Biel, Marcén, Ansó, Echo, Huerrios...
Indiferentes no parecen haber sido en ningún sitio, aunque en tres pueblos me dijeron que dependía de su comportamiento (Quinzano, Senés y Tierrantona).
En Sádaba y Fuencalderas el mejor sitio de la cadiera, junto al hogar, se reservaba para el tión. Y en Montmesa, a pesar de lo dicho, hemos oído asegurar que "casa con tión, casa p'arriba".
El nombre de tión no tiene nada de despectivo, pues ya se sabe que el sufijo “on” en aragonés es un diminutivo cariñoso. En la Fueva se le daba el nombre de "cazurro".
Otra figura doméstica que vale la pena constatar es la del "donado”.Ya ha desaparecido el donado, pero fue muy popular y corriente en tiempos pasados.
Y es que mediante un contrato, antes usado en regiones pirenaicas y hoy en desuso, un soltero o viudo sin descendencia se "donaba" (por eso se le llama donado) o adscribía de por vida a una casa, obligándose a trabajar en beneficio de ella:”sano y enfermo con lo necesario, y vestido y calzado según la clase y recibir los sufragios de costumbre a su muerte". Hoy esto lo entenderíamos como un esclavo. No, no era fácil la vida de un soltero en nuestra tierra…
Como podéis ver la persona que quedaba soltera, o tenía la desgracia de quedar viuda, no tendría, digamos una vida maravillosa…
Pero seguimos con esta boda donde la dejamos, y los mozos han agotado todas las jotas y cantas, y son las mozas las que comenzaban los llamados cantos de honor. Unos cantos dedicados  a la novia, y en los que invitaban a los mozos a sumarse; estos dejaban a parte las bromas, los tragos y poniéndose muy serios, rompían con  cantos de honor, que se escuchaban por todo el lugar.
Este canto en honor de los novios estaba muy extendido en todo el Alto Aragón. En el Somontano ce Huesca le llamaban la "relación". En Blecua eran las mairalesas quienes lo hacían.
En otros lugares el cántico se hacía de otra manera y en otro momento. En Miralsot, Fraga y Torrente de Cinca los jóvenes cantaban una albada a la novia y los familiares y ellos los obsequiaban con alguna bebida.
Los "vivas" a los novios se multiplicaban, las canciones, los tragos, las bromas y también se empezaron a formar pequeñas tertulias entre la gente según estaban colocados.
Yo estaba cerca del tío Pietro de Chistén, porque me gustaban mucho las cosas que contaba de todo Aragón, que hay que ver cómo lo conocía. Así me enteré de algunas costumbres que no se daban en nuestro lugar y que cuando ya de mayor, comienzo a recoger nuestras tradiciones, siempre lo coloco junto a mi abuelo, como culpable de haberme envenenado la sangre y convertirla en sentimientos aragoneses. Pero seguiremos otro ratico con tradiciones que se daban en nuestros lugares, relacionadas y unidas a nuestras bodas.


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