Era el miedo a lo
desconocido, a lo misterioso, a seres reales que iban haciendo mal a los niños
y a seres fantásticos, que daban pie a la imaginación creando un mundo
alrededor, en el que nunca te encontrabas seguro.
Había empezado con el
coco, cuando le cantaban a Urbez para dormirlo "duérmete niño mío que
viene el coco..." No sé por qué el coco se me representaba como una mancha
negra capaz de... -¿de qué era capaz?- Eso era para mí lo más terrible, que no
sabía hasta dónde podía llegar su maldad y su poder. Se llevaba a los niños. ¿Y
a dónde? ¿Para qué?
Había matices, porque
existía el coco y el cocón y éste aún debía ser peor. El coco se llevaba a los
niños. El cocón, no. Era como la mancha negra cubriéndote, absorbiéndote,
convirtiéndote en la negrura que él era.
No sé por qué el
"totón" era más inofensivo; casi hasta simpático dentro de su maldad.
Luego estaba el lobo: el
de los cuentos de Caperucita, que además de ser terriblemente voraz, se
personalizaba, hablaba, engañaba... El lobo era mucho más real. Se sabía que
era un animal capaz de deshacer un rebaño y de plantar cara a los mastines.
Abundan las historias de pastores que tuvieron que luchar contra ellos. Surgió
la figura del "cazador de lobos". Cuando un hombre lograba matar un
lobo lo despellejaba y paseaba por los pueblos de la comarca, mostrando la piel
como trofeo y recibía a cambio una buena gratificación por el hecho.
No es de extrañar que
algunos de los lobos se convirtiesen en míticos por los diferentes pueblos y
comarcas. Por eso para asustar a los niños en algunos sitios personalizaban y
concretaban qué lobo era el que cometería la fechoría.
"Que vendrá el
lobo" lo hemos oído en Huesca, Aineto, Santa Eulalia de Gállego, Albelda,
Loarre, Almudévar, Campo, Ontiñena, Alberuela de Laliena, etc.
En Ansó concretan
"el lobo de Santa Bárbara", en Echo "el lobo de la Cuesta".
Los lobos, de siempre y
en todas las culturas, han influido en la imaginación popular y a fuerza de
personalizarlos dieron origen a una de las creencias brujeriles más curiosas:
la licantropía, es
decir, la conversión del hombre en lobo.
Y en nuestra tierra, se nos presenta ligado a la
brujería.
"La casuística más relevante de la
brujería aragonesa se produce entre 1637 y 1642 en el valle de Tena donde
surgió una posesión demoníaca que afectó a 72 mujeres y que puede ser
considerada como una de las más importantes de Europa: por estos hechos fueron
juzgados Pedro Arruebo y sus cómplices Miguel Guillén y Juan de Larrat. Ya a
finales del siglo XV aparecieron, en varios pueblos del valle del Aragón,
muchas mujeres que ladraban como perros; el suceso se atribuía a la acción
maléfica de las brujas.
En los siglos XVI y XVII
en Aragón abundó este fenómeno. "Abundaban las "mujeres
ladradoras", -que ladraban como perros- en Villanúa, Aratorés, Sinués,
Aragües del Puerto, Echo y hasta en Biescas, lugar en el que el hijo de Manaut
ladraba "de forma canina".
Y como en estas charlas,
no pretendo recordar la historia, aunque no prescindir de ella, es importante
constatar la casuística moderna recogida en nuestros pueblos de la tradición
oral.
En Biescas la bruja Maut
hacía ladrar a las personas como perros. Tal vez este hecho se relaciona en la
memoria popular con la epidemia de "mullers ladrantes".
Y os paso otra
información oral recogida, aunque no diré su procedencia: “Un cazador vio una
liebre. La liebre no huyó y cuando él iba a disparar, la liebre habló para
decir: "Ridios! ¡No tires que soy l'agüela Fidalgo! Después la liebre le
dijo al cazador que si no contaba a nadie lo que había visto, no le echaría
ninguna maldición”.
Se ha llamado con razón a
este fenómeno “licantropía”, aunque
estaría mejor empleado el término “zoantropía”,
pues la bruja se convertía en cualquier otro animal a su antojo.
En Bolea había una bruja
que no sólo se convertía ella en animal, sino que también convertía a los demás
en gatos, cabras, etc. Vivía hace unos cincuenta años.
En Albelda no hace
demasiado unos chavales sospechaban que un perro de mucho genio era en realidad
una bruja y le tiraron piedras. Al día siguiente la vieja de quien sospechaban
apareció herida.
“En el pico de Alza, iban
mucho las perdices. Y uno fue a cazar. Había un conejo: empezó a crecer y se
convirtió en una cabra. El echó a correr.
Las cabras hablaban. La
cabra le dijo a uno que se pusiera a caballo que lo llevaría. Se montó y lo
llevó volando de Santa María a Arcusa y de Arcusa a Betorz”. (el mismo
informador).
En Los Cochechos,
Piedrafita, subiendo al pueblo aparecía con frecuencia un perro que luego
desaparecía. (Información recibida de Ramón, de Piedrafita).
“A un tío mío le salió
una cabra. El pensó "es la de Fulano, déjame recogerla". La puso en
el burro. Luego ella brincó y se desfiguró en persona. Le dijo: "Anda,
Manolo, ahora ya te he fastidiau". (Información de Rafael. Lanaja).
“Cuando el abuelo de mi
abuela era mozo en Loporzano vivía una mujer que decían que era bruja. La gente
del pueblo, aseguraban que la habían visto salir montada en una escoba por la
chimenea, que la habían visto convertirse en animales... Un domingo esa mujer
se convirtió en cabra y se paseaba por las eras del pueblo; dio la casualidad
de que estaban por allí los mozos con las mozas y al ver a la cabra allí la
encorrieron, la cogieron y para marcarla le cortaron una oreja. La bruja llegó
a su casa y allí se convirtió en persona de nuevo y vio, que había perdido una
de sus orejas. Desde entonces la bruja iba siempre con un pañuelo en la
cabeza”.
Tengo registrados algunos
métodos, para efectuar el cambio ritual por medio de palabras mágicas. Palabras
reales que se utilizaban, tanto para transformarse en animal como para
readquirir la forma humana.
Para transformarse en
liebre: "Me transformaré en una liebre / con pena, lamentación y cuidado /
e iré en nombre de Pateta / hasta que vuelva a casa". Para transformarse
en gato o en cuervo, se usaba el mismo conjuro, alterando el segundo verso como
para conseguir que rimase. En lugar de "cuidado" las palabras eran
"una negra explosión" para el gato; y "un golpe negro" para
el cuervo.
Para readquirir la forma
humana, las palabras eran las siguientes: "Liebre, liebre, que Dios te
proteja / ahora tengo el aspecto de una liebre / pero a partir de ahora seré
una mujer".
Ya es demasiado larga la
charla, pues el tema da de sí para varias horas. No he hablado, y lo haré en
otro momento del animal preferido por las brujas como encarnación para hacer el
mal: el gato.
me encantan las leyendas, me alegro mucho de estas historias, ademas de divertidas y amenas.-
ResponderEliminarGracias por tu esfuerzo, un saludo, laura