Datos personales

Mi foto
ZARAGOZA, ARAGÓN, Spain
Creigo en Aragón ye Nazión

domingo, 9 de octubre de 2011

Personajes de la comparsa de gigantes y cabezudos de Zaragoza

Al venir la reina Isabel II a Zaragoza en octubre de 1860, llamó poderosamente su atención en la cabalgata que figuraba la Coronación de D. Fernando I de Aragón, conocido por el de Antequera, elegido rey por los Compromisarios de Caspe en 24 de junio de 1412. En esa cabalgata, lujosísima, con trajes traídos de París, rompían marcha los Gigantes y Cabezudos.
Con anterioridad al año 1841, había sólo en la comparsa cuatro gigantes que representaban Europa, Asia, África y América. Y cuatro cabezudos: el Boticario, el Berrugón, el Tuerto y el Forano. Todos ellos andaban muy deteriorados. Se pensó en restaurar los que podían arreglar y preparar otros nuevos.
Se hicieron Don Quijote, Dulcinea, el Duque y la Duquesa. Y los cabezudos el Boticario, el Torero, la Forana y el Robaculeros. Después, los gigantones el Rey y la Reina.
Menos de tres meses costó esculpirlos, vaciarlos, pintarlos y vestirlos lujosamente. En aquel año de 1860, la salida de la flamante comparsa con semejantes alicientes, constituyó un acontecimiento. Los chicos la gozaron de lo lindo y a los mayores se les caía la baba ante inmensa alegría de los rapaces.
Los realizó Félix Oroz. La gran popularidad que adquirió este pintor-decorador durante el siglo XIX, se debió principalmente al hecho de haber traído al mundo la comparsa actual y algunos de los gigantes y cabezudos que precedieron a ella.
Félix Oroz estaba casado con doña Manuela Gracia, viuda de don Francisco Lac, dueño de una pastelería en la calle de los Mártires, fundada en 1825. Mientras ella vivía vigilante de ese negocio, a Oroz le importaba muy poco el dinero que pudiesen proporcionar las ricas tartas, pasteles y dulces que allí se vendían.
A él, su taller. Se pasaba las horas en la planta baja y entresuelo de la casa de Azara, hoy Casino Mercantil.
No es fácil describir el obrador donde aquel artista realizaba sus producciones. Tenía algo de todo: de estudio, de desván, de taller y de casa desarreglada. Vestía descuidadamente a pesar de su gran figura. El desorden del traje trascendía a su vida entera. Baste saber que tanto los Gigantes y Cabezudos como las demás obras que le encargaban los arquitectos municipales, las hacía siempre sin presupuesto, limitándose a ir a cobrar todas las semanas al Ayuntamiento y allí su amigo don Andrés Martín, tesorero, le entregaba duros en calderilla y seguía la deuda en pie. Ni .el cajero anotaba de momento lo entregado ni Oroz reclamó nunca más papeletas que las consabidas.
Gran amante del arte y de los artistas, su casa era el refugio de los pintores.
Su estudio se veía muy frecuentado. A todos los amigos les iba explicando el significado de las caricaturas de los gigantes y cabezudos que estaba preparando.
De "Don Quijote", "Dulcinea" y "Sancho Panza" (que le llamó Robaculeros), por recordar a Cervantes.
El "Boticario", era la caricatura clavada de un señor de gran fortuna llamado don Pedro Alonso Pérez.
El "Tuerto" representaba a un magnífico médico llamado Melendo, de un genio insoportable.
El "Berrugón", un corregidor de la ciudad.
Simbolizo con el "Torero" la afición dominante.
Con el "Forano" un conductor de las clásicas diligencias.
Con la "Forana", una zaragozana.
El "Morico", al negro que se trajo de Cuba el Conde de la Viñaza.
Los duques eran, copia de los "Duques de Villahermosa".
La giganta África", una romántica significación, pensando en Selica, la protagonista de la famosa ópera "La Africana
Con el " Chino" se acordó de Asia.
Los dos gigantones restantes a Don Jaime I el Conquistador y a su mujer.
Por cierto, que ya en este siglo y al poco tiempo de colocar la estatua de Don Alfonso I el Batallador en el cabezo, se convino que el rey-gigantón representase a éste y para ello se cambió el casco por una corona, tomando como modelo el cuadro de Pradilla que hay en el Ayuntamiento.
A la reina se la caracterizó como una reina de los países nórdicos basándose en los mitos escandinavos.
Y los foranos se casaron. El 11 de octubre de 1916 se celebraron las nupcias. ¡Vaya si gustó el festejo! De Bilbao vinieron a ser testigos dos cabezudos, el Aldeano y la Aldeana. ¡Cuánto se discutió la boda y cuánto dio que murmurar!...
Pero se casaron por tercos y rudos y... por cabezudos.
De la boda hablaron muchísimo los papeles. Mariano de Cavia al ver silenciado a Oroz, escribió una copla que comenzaba:
“El Forano y la Forana
se han casau en Zaragoza
y de yo, que soy su padre,
ningún matraco s´acorda.
¡Miá tú que no convidame!
¡Miá tú si serán zaforas,
que ni al autor de los novios
le echan una mala copla!”
 En el año 1892, modelado por el escultor Lasuén, se dió a conocer aquel famoso gigantón apellidado el "Gargantúa" al que llamaban "Tragantúa". Su aparición constituyó un éxito grande.
Coincidieron en esa anualidad las fiestas del Pilar con las del IV Centenario del descubrimiento de América. Tanto gustó el cabezudo que aún salió dos años más. Y lo mismo sucedía con otro gigantón parecido que hizo don José Galiay en 1908. A los chicos les traía locos ser cogidos por la cuchara del monstruo, que iba sobre una carroza.

Por el año 1904 campaba también el buen humor. En las fiestas del Pilar se sumaron a la comparsa dos cabezudos de tipos populares, en cuya confección intervinieron José Galiay y Ángel Díaz Domínguez.
Uno era el "Mansi", cobrador de las sillas de "La Caridad", en el Paseo de la Independencia, criado que fue de un posadero, que con sus ganancias llevaba una vida regalada de buen aficionado a toros.
Otro, el famoso "Pascual el vigilante".
Los chicos cantaban:
“Vigilante Pascual
que cuida la calle Alfonso
y no le pagan un real.
¡Vigilante que lleva
la pipa por delante!...”
De todos los cabezudos, de "Mis Cabezulandia" y de los que intervinieron en la "Boda de Villatonta" y en la "Fragua de Vulcano", sólo quedan recuerdos.
En cambio, en la tradicional comparsa, se registró durante las Fiestas del Pilar de 1947, la presencia de un nuevo Sancho Panza.
Surgió este personaje –recordando al que don Miguel de Cervantes concibiera- en el estudio del escultor zaragozano don Armando Ruiz.
Vestido más tarde, según el caso requería, fue provisto de alforjas y bota para que ni un solo detalle le faltara.
En fe que la aparición de este legendario personaje (ya visto por Félix Oroz en uno de los primitivos cabezudos) produjo comentarios.
No se perdonaba en observancia de buena jerarquía, que mientras Don Quijote, su señor, iba por las calles de Zaragoza a pie, fuese Sancho Panza montado sobre un asno que con intención le habían preparado.
Realmente existía razón para murmurar aunque los dimes y diretes resultasen acallados por la novelería de los más.
Los reparos procedían de una minoría selecta…
 Actualmente, la comparsa de gigantes y cabezudos de Zaragoza está formada por 12 gigantes y 9 cabezudos, aunque el número de unos y otros ha variado a lo largo de su historia. Todos eran personajes populares conocidos e incluso personajes reales que vivieron en la ciudad y formaron parte de la historia de Zaragoza.
 Unos desaparecieron y otros nuevos se crearon, pero el personaje más importante de todos ellos, es la chiquillería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario