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sábado, 3 de septiembre de 2011

De cueros y pieles

Siempre con mis recuerdos de hace muchos años…
Quise aprovechar la breve estancia en Boltaña para hacer unas pocas visitas. La primera, a casa Bastero. Desde tiempos remotos había fabricado albardas, que nosotros llamamos bastes, y de ahí le viene el nombre.
Encontré al señor Francho en el patio de su casa, que le hacía de taller. Y, además, lo cogí con una faena muy maja, que me gustó lo suyo. Estaba sentado en su silla baja de enea y tenía en las manos una tabla de madera, de la que salían seis cuerdas atadas a seis ojales y que iban a parar al otro extremo a otra semejante sujeta al suelo. Las cuerdas, tensas, me recordaban una guitarra.
Debajo de las cuerdas, en el suelo y sobre un mandil se veía un montón de lana, que él golpeaba con su “guitarra” con movimientos rítmicos, que iban deshilachando los grumos lanudos. Me reconoció y me contestó muy cariñoso a mi saludo:
-¡A la paz de Dios, Bastiané! Seguro que vienes a aprender el oficio. Ya me he enterado que vas hablando con todos los artesanos...
Coge fama y échate a dormir, pensé yo…
-¿No le molesta que lo vea trabajar y le pregunte cosas?
-Al revés. Me gusta mi oficio y me gusta hablar de él.
- Pues bueno, ¿qué está haciendo ahora con eso que parece un guitarrón?
Él soltó la carcajada. Luego me dijo:
-Ya ves: sacudir la lana. Y este “guitarrón” que dices tú se llama el sacudidor. Es para picar la lana. Ya verás cómo queda de suave, que parece seda. Claro que ya es la mejor que hay. Es de cordero añino.
-De un año -completé yo, haciendo alarde de mis conocimientos adquiridos con Agustiner-. ¿Y para qué emplea un bastero esa lana?
-Para hacer los rellenos de los bastes, las colleras y los collerones.
Ten en cuenta que los tres aparejos van a hacer mucha presión en las caballerías y los roces las pueden lastiman: Esto es como si le pusieras encima almohadones de pluma... En cuanto termine de picar esta lana te los enseño.
Él seguía sacudiendo la lana, que iba quedando cada vez más suelta y fina como el algodón. Le llevó un buen rato, pero yo no me cansaba de mirarlo. Al cabo de media hora o así dio por terminada su tarea y empezó a embutir con ayuda de una aguja gorda que terminaba en la parte opuesta a la punta en una especie de manillar. La llamaba aguja de emborrar.
Así rellenó una especie de chorizo gordo de tela de talega.
-¿Ves? Esto será para un collerón de trillar.
-¿No son iguales todas las colleras?
-Claro que no. Las de labrar son las complicadas y las cinchas son dobles, abocaderas las de arriba y juñideras las de abajo. Se hacen con lona fuerte o cuero.
-¿Y esos rellenos?
- También son diferentes, aunque todos llevan por los lados lana de añino, como esa que estoy picando con el sacudidor. En la parte de delante ponemos paja larga de centeno, que tiene más fuerzas.
-Ese baste es demasiado grande, ¿no?
-Sí, es grande; es para un macho de casa Royo. Los bastes se hacen siempre a medida para cada caballería.
-¿Y las pieles también las prepara usted?
-Oh, no. En este asunto de las pieles intervienen muchos oficios: los pelaires, los curtidores, los boteros, los guarnicioneros... Tendrías que hablar con todos.
Claro que tenía que hablar con todos y eso antes de que nos volviésemos a Huesca, porque de todos había aquí menos guarnicionero. Pero yo ya conocía a uno que tenía el taller cerca de casa.
En casa del pelaire no estaba el hombre…
(El pelaire es el peletero. El gremio fue muy poderoso, ya que la lana era una de las mayores riquezas en Aragón desde la época de la Mesta. En Huesca y Zaragoza, tenían su propio barrio, “Las Tenerías”, y debieron de existir muchos pueblos especializados, a juzgar por e] apodo que les quedó. Llevan mote de “pelaires” los de Albarracín, Altosilla, Biel, Biescas, Boltaña, Chiminas y los de Sobás).
…que había salido a buscar unas pieles. Pero estaba su mujer preparando lana para tejer. Era lana basta para cordellates, peducos, enguarinas y así. Según me dijo, era mucho mejor y más fina la de rasa aragonesa, que se daba por Echo y Ansó. Ella me explicó que la tarea de las mujeres de los pelaires era preparar y lavar la lana, mientras que la de sus maridos era el “pelar” las pieles.
Recién desollado el animal, se ponían las pieles a remojo y se lavaban bien en una pila durante un día o dos. Cada doce horas renovaban el agua para que la piel no se “corrompiese”. Luego, en la cara contraria a la lana, le ponían una capa de cal viva en maseta y la dejaban tendida en el suelo durante seis o siete horas.
La siguiente tarea era colocar la piel en la onza. La onza era medio tronco de sabuco pelado que se colocaba delante del pelaire, apoyando una punta en el suelo y la otra en sus rodillas. Ponía la piel con la lana hacia arriba y con la cuchilla la iba “radiendo” para soltarla. Salía muy fácil, porque la cal la “empujaba”. A veces hasta con la mano salía. Eso sí, protegían las manos entonces con unos guantes.
Después, la lana había que lavarla bien en la tina, tras quitar a mano las impurezas que pudiese llevar. Se le daban hasta seis o siete aguas.
-Mi marido --me decía la mujer- para preparar las pieles hace una maseta que es muy buena y deja la piel muy fina. Es esa que hay allí, en esa palangana.
Miré adonde me indicaba con la barbilla. Era un líquido espeso y de color lechoso que parecía natillas. Le pregunté:
-¿De qué está hecha la maseta?
-Mi marido la hace con alumbre de roca, sal y harina a partes iguales.
Y también hace pergamino con sal y boras ( ácido bórico), y entonces no emplea alumbre de roca. El trabajo del pergamino es más fino y la cosa está en tensarlo muy fuerte para que no lleve arrugas. Lo hace clavándolo en unos bastidores de madera. Ésa es tarea más de curtidor; pero hay muy poca diferencia entre curtidores y pelaires.
-¿La piel de las zamarras también se prepara así?
-No, ésa no, porque no se arranca el pelo o la lana. Ésa la restriega bien por la parte de la carne contra el tronco de una almendrera que hace como de lija y así quita la carnaza que ha podido quedar en la piel.
-¿Y también suministra la piel a los boteros?
-No, no. Esa piel se la preparan ellos mismos, porque la quieren con pelo y, además, no quieren emplear alumbre ni boras ni nada que no sea natural, porque podría dar sabor a la piel. Tendrías que hablar con el botero...

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