Datos personales

Mi foto
ZARAGOZA, ARAGÓN, Spain
Creigo en Aragón ye Nazión

domingo, 29 de mayo de 2011

Las chicas “As mozetas”

Tendré que retroceder mucho en el tiempo, para traeros recuerdos recogidos en nuestros lugares y muchos vividos personalmente. Hoy quiero hablaros de nuestras aragonesas.
Estábamos en escuelas separadas. Los chicos lo preferíamos así. En los recreos podías jugar a todo, haciendo el animalico.
Las chicas pasaban el tiempo de descanso saltando a la comba o charrando en corros. Cuando hablaban no paraban de reírse y mirábamos de reojo. Estábamos  seguros de que su tema de conversación, éramos nosotros, pero nos tenía sin cuidado.
Sin embargo, a la salida de la escuela teníamos un punto de reunión obligatorio: la fuente.
Con el cántaro en la cabeza o en la cadera las chicas, en el hombro los chicos, todos los días teníamos que hacer viajes a la fuente. Solo alguno que otro disponía de un burro con alzaderas que podía transportar cuatro cántaros a la vez.
La fuente era, pues, lugar de encuentros y testigo de excepción de todos las trayectorias amorosas del pueblo, desde las risas nerviosas y rubores de las primeras veces, las bromas de más o menos gusto… hasta las declaraciones.
Todos los noviazgos empezaban en la fuente y quedaban encerrados en un pacto de silencio frente a los mayores, a no ser que algún hermanico pequeño soltase la lengua en casa.
Más tarde se manifestaría en rondas, en las que el mozo publicaba su predilección.
Mientras, una buena parte de los entretenimientos juveniles de las chicas consistía en la búsqueda del chico y hasta en la adivinación. En nuestra tierra este tema era muy abundante.
Algún día os comentaré  la fiesta de damas y caballeros en la noche de Reyes.
Algunas bodas, su origen, había sido el “caer” juntos en un sorteo de esa noche.
Mediano (Huesca) 1935

El quedar soltera una mujer, quedar “tiona”, significaba sacrificar toda su vida en cuidar al resto de la casa para siempre, sin esperar nada a cambio.
Era normal que las chiquetas soñaran con un casamiento, o buscaran su independencia emigrando del pueblo. ¡Cuantas aragonesas tenemos por Barcelona hoy totalmente integradas en esa tierra!  
Al no resignarse a una cosa u otra, eran muchas las maneras que empleaban para saber su futuro marido.
Aseguraban las mozas que si se cortan las uñas en sábado, se sueña con el mozo con quien se van a casar.
También decían que las zagalas tenían que pelar la fruta de un tirón y luego lanzar las peladuras hacia atrás, sin mirar. Al caer al suelo dibujaban la inicial de su futuro marido.
Había dichos muy curiosos: cuando dos críos (chico y chica) se daban un tozolón en la cabeza sin querer, se decía que se casarían. Y con los golpes había que tener precaución por que, por ejemplo, si le sacabas un ojo a una chica te tendrías que casar con ella.
Contando nueve estrellas durante nueve noches seguidas soñaban con el chico con quien se iban a casar.
Si pelaban una manzana delante de un espejo en un cuarto oscuro, les aparecía la imagen del futuro novio.
Era muy buena la noche de San Juan para adivinar el nombre del novio. Las mozetas escribían en papelitos separados, los nombres de los mozos del pueblo y bien doblados los colocaban debajo de la cama. A la mañana siguiente cogían uno al azar y el nombre que aparecía era con el que terminarían casándose. Esto se prestaba a trampas inocentes pues frecuentemente el nombre que les interesaba lo dejaban más al alcance de la mano para localizarlo mejor.
Pero entramos dentro de lo mitológico en que la gente de nuestra tierra nunca a tenido ninguna dificultad en mezclar lo santo con lo mágico y en muchas ocasiones es muy difícil desligar los dos conceptos.
Las mujeres en esto, empleaban todo tipo de triquiñuelas. Por ejemplo, las chicas metían un trébol de cuatro hojas en el bolsillo del mozo que pretendían y con eso caía en sus redes.
Recuerdo a las mozas de Tella. Sabréis que en la entrada del pueblo existe un dolmen muy famoso. Precioso. Se cuenta que sobre él, como si fuera un altar, las brujas realizaban sus ritos. Pues las chicas del lugar también lo tenían para saber cuando se casarían. Para eso se colocaban a una distancia de unos dos metros y tiraban piedrecicas al dolmen. Si se quedaba una arriba era señal de que se casaría la moza. Y tardaba tantos años en casarse cuantas piedras hiciera falta para dejar una colgada arriba.
En cuanto a la aptitud de una chica para acceder al matrimonio, por ejemplo, era preciso saber amasar, ordeñar, hacer queso, hilar lino y lana y encender y cuidar el fuego. No se consideraban a las mozas suficientemente aptas para contraer matrimonio hasta que conseguían un grado de desarrollo, y también marcado por la altura. Resultaba muy significativo que, en muchos lugares, cuando una mozeta llegaba a los fogones, se le decía: “Ya llegas a los fogones, ya puedes casarte”.
En otros tenían que llegar a la campana de la chimenea y, en otros a la vasera, concepto que incluso era expresado por el dicho: “Madre ya llego a la vasera, ¿Cuándo me casaré?”                                                                                                             
Mediano (Huesca) Mozetas, río Cinca y Puente del Diablo
Esta actitud siempre expectante les hacía desarrollar unas antenas especiales para captar cualquier onda o indicio de que un mozo sentía predilección por ellas.
Por eso, como os vengo contando, las miradas, turbaciones, en el camino de la fuente eran tan importantes y esperaban verse confirmadas en las rondas.
Por entonces yo estaba ignorante de todas estas artes. Eran los mayores los que conocían algunos de sus métodos –aunque pocos- que comentaban en nuestras tertulias. Cuando comienzo a recopilar todas estas cosas por el resto de lugares de esta tierra, es cuando me quedo sorprendido de todas estas costumbres.
Como la gente de nuestra tierra nunca ha tenido mayor dificultad en mezclar lo santo con lo mágico. Naturalmente, pera conseguir novio había que invocar a las fuerzas celestiales. San Antonio de Papua llevaba fama de ser el más casamentero y le rezaban novenas o le hacían los famosos martes de San Antonio con este fin.
Pero no solo a él. En Belillas las mozas acudían  a la ermita de San Bartolomé para pedirle novio. Para eso cogían una astilla de la ya desaparecida imagen tallada en madera y la guardaban celosamente hasta que conseguían el efecto deseado.
En Estopiñan, en plena sierra de Guara, llevaba fama de mágica la ermita de San Quilez. En ella se encuentra una baldosa que, pisada convenientemente, proporciona la media naranja.
Juventud de Mediano (Huesca) 1910
Pero dentro de lo mágico, había otro sistema, bastante basto, muy extendido y que tenía fama de ser infalible. Es el uso de la sangre catamenial. Aseguraban que para enamorar a un hombre había que echar secretamente, en la taza del café que vaya a tomar, una sola gota de sangre catamenial de la mujer que deseaba conseguir su amor.
Esto se hacía con mucha regularidad en Panzano y la redolada. El método tiene muchas variantes y se considera muy efectivo. Si el amor que produce disminuye con el tiempo, basta repetir  la operación, pero teniendo  cuidado en no agregar más cantidad por que el hombre podía volverse tonto. Esto se asegura en Aísa.
Por la Plana de Huesca, el remedio se preparaba con un vaso de vino en lugar del café.
En Alcubierre se quemaba una compresa de mujer usada, y la ceniza se metía en el bolsillo del mozo sin que él lo supiera.
Era significativo el miedo de la moza a quedarse soltera. En una sociedad en la que estaba lejos de sentirse liberada, el quedarse de “tiona” o “para vestir santos” era capaz de traumatizarla. Por eso abundaban estos métodos que siempre parecían buenos si conseguían el fin pretendido y que seguiremos contando.


No hay comentarios:

Publicar un comentario