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jueves, 19 de mayo de 2011

¿Expolio o latrocinio?

Cada día recuerdo el expolio continuo que se ha hecho y se hace a nuestro Aragón. Por ello, permitirme hoy desahogarme un poco.

 Parece que cuando se entra en nuestra tierra, automáticamente se adquiere patente de corso. Sobretodo la provincia de Huesca es la mina para cualquier anticuario. Y a ellos se ve que les vale todo: iglesias, imágenes, campanas, trillos, jadas y hasta clavos de las puertas. Si se pueden coger aquí, sin más, ¿para qué los vas a comprar?

Cuando este expolio se realiza de manera especial y en nombre del arte, pongamos, por ejemplo, por un obispo, entonces el latrocinio –hay que llamarlo así- adquiere carácter de escándalo.

La iglesia de San Martín de Lérida, luce la preciosa portada de la iglesia de El Tormillo. ¡Lógico! ¿Para qué queremos el Alto Aragón si no es para desvalijarlo?
Y si solo hubiera esa portada… Leía en el periódico, que eran 162 obras las que actualmente estaban en litigio, para su devolución a tierras aragonesas. ¡Me parecen muy pocas! En la revista Aragón del año 1933, un articulo titulado “Aragón en el museo de Lérida” escrito por J. Soldevilla Faro, eran ya un centenar las obras de arte oscenses que encerraba el museo diocesano de Lérida, fruto la mayor parte de los requisos de los obispos Messeguer y Miralles, a pesar de la resistencia de los feligreses. En los más de noventa años transcurridos desde entonces y la cantidad de pueblos vacíos, vaya usted a saber lo que habrá ido a parar allá.

Allí, el antipendio de Berbegal y el de Tresera, tallados y pintados, sencillamente maravillosos. Allí, parte del retablo dedicado a San Antonio Abad de Monzón; y el de San blas, del retablo de Algayón; y el de San Martín de Lascuerre; y el retablo entero de Santaliestra; y una pedrera de Zaidín, y las tablas procedentes de Chalamera, de Villacardí, de Tamarite, de Benabarre, de Fraga… Y el sitial prioral de Sijena y la Virgen policromada de piedra de Zaidín… y así hasta…

¿Volverán algún día todos esos tesoros a nuestra tierra? ¿Qué opinan?

Volverán las oscuras golondrinas, pero ésos no volverán. Alguno puede pensar que soy pesimista. Esta es mi única respuesta: ¡Soy optimista! Ya veréis como nos devuelven, un candelabro de latón que se llevaron de Albelda.

Alguna vez al Alto Aragón se le llama la tierra de los castillos. Tal es la abundancia de fortificaciones, atalayas, torreones y castejones que tachonan nuestro suelo. Pensándolo despacio, quizá le cuadraría mejor el nombre de tierra de catedrales, ya que en castillos algunas provincias nos hacen la competencia. ¿En catedrales? ¡Ninguna!

Ahora mismo tenemos tres sedes y media episcopales: Huesca, Jaca y Barbastro-Monzón, con sus respectivas catedrales, y eso que la mejor tajada del reparto se nos la lleva Lérida. ¿Hasta cuando? ¡Ay, amigos!, del más amigo, la peor lanzada.

Ahora resulta que lo de “Roma locuta, causa finita”, nada. Cataluña parece reclamar una buena loncha de Aragón para redondear la diócesis de Lérida -en realidad para colonizarnos y seguir con su expolio-. Pero es que somos así. Me pregunto por qué no pedimos nosotros las tierras leridanas para nuestras diócesis. No es ningún chiste, no. La diócesis de Lérida nació en Aragón, exactamente en la diócesis de Roda de Isábena, de mucha mayor historia que esa diócesis catalana que nos perteneció. El último obispo de Roda, Guillermo Pérez, trasladó su sede a Lérida seis días después de que fuera reconquistada a los moros la ciudad, en octubre de 1149. Roda continuó, sin embargo, con la titularidad catedralicia, compartida con Lérida, con capítulo de canónigos regulares cuyos privilegios todavía confirmo cien años después, el papa Inocencio IV. Así, pues… está claro que Lérida debe volver a Aragón.

¿Cuándo la reclamaremos?

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