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martes, 10 de junio de 2014

Humor aragonés: Humor sencillo

El abandono de pueblos lleva a la desaparición de este humor, sobre todo en una zona que en esta tierra ha sido abandonada masivamente desde los años sesenta.
Es el Sobrarbe. Recordar como la despoblación de doce pueblos anegados por el pantano de Mediano, trae consecuencias duras en esta tierra, en la que se abandonan muchos más pueblos con los planes de desarrollo y otras causas que merecen un programa aparte. Recoger coplas de esta tierra, es hoy prácticamente imposible, debido a que no queda gente que pueda contarlas. Cuando repaso mis notas, me alegro de haberlas recogido en su momento y poder conservarlas como una joya.
Y es que no se ha perdido la forma de ser del aragonés, se ha perdido la conversación y eso es difícil de recuperar. Hoy en la casa aragonesa quien manda es la televisión en plena comida y no los comensales, que comen mudos ante la poderosa voz que sale del aparato, son solitarios en la familia, y ni se cuentas los problemas, ni menos tienen tiempo de una sonrisa que no salga de alguna cosa que aparezca en la televisión.
La rivalidad continúa hoy día de pueblo a pueblo, por todas las redoladas, quizá bastante diluida por la pérdida poblacional, pero sigue estando viva en muchos casos. Y de esta rivalidad, sale la copla con humor, sátira, y desde luego con un fondo basado en sucesos o forma de ser de cada lugar.
A falta de ingenio, os recupero el antiguo, y vosotros mismos escuchar, por que más de una sonrisa saldrá en vuestros labios.
Y comienzo con Sarabillo. ¿Habrá alguien tan inocente que al oír la siguiente retahíla crea que charramos de meteorología?
“Sarabillo
pueblo de mujeres calientes
y d´ombres fríos”.
Desde luego no tienen motivos para estar contentos en muchos pueblos, por que el humor aragonés les recuerda muchas cosas:
“No vayáis por trigo a Vió
ni por conciencia a Solana,
ni por virgos a la Rivera
ni por justicia  a Boltaña”.
 
Laspuña y Naval, tampoco salen muy bien…
“Muller de Laspuña
y macho de Naval,
con uno en hai prou
en cada lugar”.
 
Cuentan que en Tella, cuando moría una persona, salían a vocear mensajes como este para que los escuchasen los habitantes de la redolada:
“Os d´Arinzué y Lamiana,
puyar mañana,
qu´abrá bel carnuz
u bella carcana”.
 
No se libraban ni los curas:
“El cura de San Vicente
festejaba en San Lorién,
le dieron una paliza
y se le estuvo muy bien”.
 
Algunas ni riman, pero como son verdad, según ellos:
“Chisagüés está en un alto,
Parzán en una valle
y el desgraciado Javierre
no tiene más que una calle”.
 
A los pueblos de montaña, los tachan de agarradicos:
“Ta la fiesta de Chisagüés
o que no comes antes
tampoco dimpués”.
 
Y con Bielsa, se pasan:
“Pa la fiesta de Bielsa
mucha camisa blanca y mucha farola
i o puchero en el fuego
con agua sola”.
 
Me contaban que uno de Lafortunada, iba con frecuencia al río con intención de suicidarse, pero cada vez que llegaba, se lo miraba, se arrepentía y decía:
“Río, río,
¡que grande bajas!
Tócame los cojones,
que m´en boi ta casa”.
 
Para fiarte de las redoladas, contaban estas coplas:
“No trates mula en Zeresa
ni compres burro en Laspuña,
ni muller en Torrolisa,
ni perro en San Lorién;
a mula te saldrá guita,
o burro te calziará,
a muller s´irá con otro
y o perro te morderá”.
 
Charlando de la situación de algunas casas, lo explicaban claro:
“O burro, loco,
o tozino, baldau,
a zagala preñada
y o mozo soldau”.
 
Liguerre de Cinca, hoy lugar de vacaciones, tenía fama de poco invitadores. Las personas que pasaban por el lugar solían decir:
“Pobre de mí, desgraciau,
qu´i pasau por Liguerre
y no m´han combidau”.
 
En algún caso, expresan la resignación de vivir en un lugar y en un tiempo determinado:
“Nacer en Mipanas,
morir en Lamata.
¡Ay, Asuncioneta!,
¡ay, ay, que mala pata!”
 
El humor aragonés llega a la sencillez en el momento que se toca lo sagrado. Y siempre con un gran respeto, aunque al contarlo parezca lo contrario. La sencillez de este humor me da pié para contarlo, sin perder, como digo el respeto que merece toda religión. Pero hay chascarrillos que merecen comentarlos.
Y como primero, un hecho que sucedió hace muchos años en Barbastro y hay gente que todavía lo recuerda.
Resulta que estrenaban un “paso” para la procesión de la semana santa. Habían encargado las imágenes a un famoso taller de escultura de Zaragoza. Era el de la última cena. Pero pasaban las fechas. La cuaresma se adelantaba y el paso no llegaba. Por fin el Ayuntamiento decidió enviar al más avispado de sus concejales para traerse el paso como fuera. Y allá fue el hombre y allá se estuvo tres días urgiendo los trabajos que terminaron el mismísimo Miércoles Santo. Pero ya no había tiempo de buscar un transporte adecuado para colocar el conjunto de tallas.
¿Creéis que se amilanó el concienzudo concejal? ¡Que va! Marchó a la estación y sacó catorce billetes. Dos primeras –uno para Jesucristo y otro para él- y doce segundas para los apóstoles. Así vieron pasar los santos, asomados a la ventanilla por todas las estaciones y así llegaron a Barbastro.
En Bierge los habitantes son apellidados “Socarracristos” y la cosa no tiene nada de irreverente, sino una carga de buena voluntad. Parece que restauraban el Cristo del pueblo y lo bajaron al taller de Torrens en Huesca para remozar la pintura. También apretaban las fechas y tal vez se apresuraron demasiado. Envolvieron al Cristo con unas mantas y se lo llevaron al pueblo. La pintura había quedado preciosa y reluciente. Lo malo era que estaba tierna y, al secarse, se le había pegado a la imagen toda la pelusa de la manta. El único remedio que se les ocurrió para enmendar el desaguisado fue hacer otro mayor, socarrando toda la pelusa que se había quedado pegada…
Y ahora que hablamos de imágenes, dicen que el tallista de la virgen de Escagües, que se venera con mucha devoción en Echo, aprovechó la madera que le sobró de tallar la imagen, para hacer una “pesebrera”. Luego cantaban:
Virgen Santa d´Escagües
naixida en un fraxinal (fresno)
d´o pesebre a mía burra,
tú yes hermana carnal.
Que no, que no son irreverencias. Como tampoco lo es esta otra:
Oh tú, San Roque bendito
oh tú, excelso patrón
tú que fuiste eslejido
para madre del Señor.
Desde luego suena fatal. Pero es que en aquel pueblo –otra vez me callo el nombre- se acercaban las fiestas de la virgen de agosto, patrona del lugar, y el tallista al que se había encargado restaurar la imagen no la acababa de enviar. Como el día señalado todavía no tenían virgen, no tuvieron más remedio que coger la imagen de otro santo, vestirla y adornarla como pudieron y colocarla en la peana para presidir las fiestas de la Asunción. El agraciado fue San Roque.
Seguro que tampoco se sentía culpable el ermitaño Serafín. Volvía por el barranco de Mascún un día de mucho calor, con el santo en su capilleta, después de haber hecho la colecta en Rodellar.
Debía estar cansado y debía andar muy mal de fondos. Pues bueno, se conoce que se paró a descansar un ratico con el santo, que era San Urbez, sol de la montaña y patrono de la redolada. Mientras descansaba el ermitaño decidió echar unas partiditas de guiñote con el santo, que por lo visto no se opuso y allí estuvieron jugando, mientras quedó dinero en el cepillo del santo, pues el bueno de Serafín le hacía trampas mirándole las cartas.
Y eso que una de las características de nuestros montañeses es el buen conformar ante las dificultades de la vida. Y el fijarse en la parte amable de la las cosas. Eso le pasaba al ciego aquel de la Bal Ancha cuando aseguraba:
“-Vivo mejor que el rey. Todo lo que veo es mío”.