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domingo, 28 de abril de 2013

De la medicina popular religiosa

Os contaba en el anterior articulo, que la Virgen del lugar o la ermita vecina, un Cristo determinado y los santos protectores de diversas dolencias son los últimos recursos contra las enfermedades.
Hoy contaremos algunos más de los que tengo recogidos, pues podríamos convertir el tema en una interesantísimo recetario de medicina popular.
San Vito, protege contra la corea o “baile de San Vito”. El santo fué martirizado en Roma en el siglo IV.
Cuando lo iban a matar, a los verdugos les entraron unas contracciones musculares en los miembros que no podían moverse. Vito dijo “Jesús” y quedaron liberados.
Santa Ana, concede enfermedad breve y sin sufrimientos antes de morir: “Santa Ana buena muerte y poca cama”.
San Pascual Bailón, aragonés del siglo XVI, por lo visto predijo el día y la hora de su muerte; existe la creencia de que rezándole todas las noches un padrenuestro, avisa tres días antes de morir dando unos golpes en la pared.
San Lorenzo, es invocado para curar las quemaduras y los dolores de cabeza.
San Caprasio, es protector contra las mordeduras de serpiente.
San Roque, popularísimo en los pueblos aragoneses, era abogado de los apestados y leprosos.
Santa Leocadia, es patrona de las gestantes. No tengo indicios de por qué. ¿Estaría relacionada con la diosa madre “Lur-gaia”? Las mujeres que crían acuden también a las Vírgenes con el Niño lactante. En la Catedral de Huesca hay un cuadro que ha aliviado según dicen muchas mujeres el dolor de mastitis.
San Isidro, el santo madrileño patrono de los labradores, es también abogado contra las fiebres tifoideas. Y también para los que padecen "exceso de gases".Hemos oído decir que las judías deben plantarse el día de San Isidro -15 de Mayo- para que produzcan menos flatulencias.
Santa Engracia, martirizada en Zaragoza en el siglo IV, clavándole un clavo en la cabeza ayuda en los dolores de cabeza, y especialmente en los casos de sinusitis.
San Nicolás, curaba las viruelas.
San Bartolomé, apóstol, cura de los espantos.
San Gregorio, ayuda en la sordera.
San Esteban, pro mártir, con su fiesta el día siguiente de Navidad, cura las fiebres y se acude a él cuando se duda si el agua es buena o no.
San Valero, Obispo zaragozano del siglo IV parece que cura todos los males. En los gozos que cantan en Velilla de Cinca se dice:
“Tengan confianza en Valero
los que padezcan dolores
que si sois buenos devotos
no os dejará sin favores”.
Santa Clara de Asís, compañera fundadora de San Francisco, es abogada de la vista. No acertamos otra razón que el significado de su nombre.
También la vista y en concreto la conjuntivitis la cura Santa Odilia.
Santa Librada, es especial protectora en los partos.
Santa Casilda, protege a las mujeres en los casos de metrorragias.
Los santos Cipriano y su prometida Justina, defienden de los encantamientos.
Este San Cipriano no parece que tenga que ver nada con el supuesto libro “Verde” escrito por un San Cipriano que no parece haber existido aunque se dé su biografía en el libro de las brujas.
San Liborio, es abogado de los males de orina y muy en concreto de la próstata. Hay una práctica curiosa extendida por la Montaña para evitar el escozor de los niños y es tender los pañales en un arto que según la tradición es el arbusto donde la Virgen María tendía los del Niño Jesús. Se rezaba además un avemaría.
San Marcial, es abogado contra la erisipela.
San Martín de Tours, protege los flemones.
La madre de San Simeón es abogada contra las nubes en los ojos. Desconcertante ¿no? De San Simeón sabemos que era hijo de Cleofás y una hermana de la Virgen María. Su madre estuvo junto a la Cruz de Cristo. Y hablando de cruces: hemos oído decir que existe una oración a la Cruz para evitar que se infecten los arañazos del gato. Pero no he podido dar con ella.
San Andrés Avelino, es valedor en los casos de apoplejía.
Santa Valdesca, que no .aparece en el martirologio es abogada en los partos.
 
Estas devociones y las oraciones que las acompañan, poco a poco han ido desviándose hacia la superstición al considerar que había mayor poder en la fórmula mágica y determinada que en la auténtica devoción. Han convertido a la religión en una oficina de colocación, en una agencia de objetos perdidos o en un dispensario médico para casos desesperados (Santa Rita es la abogada de los “imposibles”) sin hacer nada por imitar las virtudes de los santos cuyo nombre se invoca.


miércoles, 24 de abril de 2013

Medicina religiosa

En un pueblo de gente sencilla y profundamente religiosa por una parte; propensa a creer en el “don” y la “gracia” que parecen tener determinadas personas, por otra; que, además, se sienten desvalidas ante las fuerzas de la naturaleza majestuosa que les rodea y ante los ocasionales fracasos de la ciencia y el miedo a lo oculto, es lógicamente que, sin dejar de buscar el remedio facultativo, acudan a la ayuda de lo alto.
La Virgen del lugar o la ermita vecina, un Cristo determinado -por ejemplo el Santo Cristo de los Milagros en Huesca- y los santos protectores de diversas dolencias son los últimos recursos contra las enfermedades.
San Ramón Nonato es el patrón de las mujeres parturientas. Nació de su madre muerta en el siglo XIII en la Segarra (Cataluña) y su fama se extendió pronto por Aragón. Su fiesta es el 31 de Agosto.
En los partos difíciles ayuda mucho a las futuras madres, además, el tener entre los dedos, fuertemente agarrada, la Cruz de Caravaca. En algunos lugares tienen una cruz que pasa de casa en casa en esos trances.
San Mamés es el abogado de las enfermedades intestinales. No sé exactamente por qué.
Santa Lucía es abogada de la vista. Murió mártir en Sicilia en el siglo IV. Se la suele representar llevando en una bandeja sus propios ojos. Parece que sin ninguna razón histórica ya que el martirologio nada nos dice que le hicieran los verdugos contra la vista, que justifique la dicha bandeja. Su fiesta se celebra el 13 de diciembre. He oído invocar así a la santa:
- “Un avemaría a Santa Lucía, para que nos conserve la vista y los ojos”.
En Tamarite, cuando entra una partícula en el ojo, rezan así:
“Broseta, broseta, IXdel ull
que no te i vuy
a Santa Llusía sí que la i vuy”
y a continuación recitan un padre nuestro.
Santa Agueda es abogada de las mujeres en general y de los males de senos en particular. Era una noble siciliana y en su martirio le cortaron los pechos. Su fiesta se celebra el día 5 de febrero.
Santa Quiteria, el 22 de Mayo, defiende de la rabia. En Biel hemos oído esta oración para recitarla cuando se aproxima un perro que se supone rabioso:
«Santa Quiteria pasó por aquí,
perro rabioso no me muerdas a mí»
Y también tengo recogida esta variante en Tardienta:
«Perro rabioso
vete de aquí
que Santa Quiteria
está con mí.»
El Ayuntamiento de Benasque, en su Libro Lucero hace constar el voto con el que se compromete con la santa para “alcanzar la conservación de los ganados de los habitantes de esta villa y por la extinción del mal de rabia que años pasados se observó padecían dichos ganados”.
San BIas, obispo de Sebaste en Armenia, en el siglo XIV y que murió degollado es abogado de todo tipo de afecciones de garganta. En mi casa, cuando yo era niño, recuerdo que se rezaba una jaculatoria cuando alguien se atragantaba al comer o beber, cuando la comida o la bebida se iba por el “bedau”:
«San BIas, ahoga a éste
y vuelve por más»
Hasta hace poco, en la Catedral de Huesca había una imagen de San BIas que ahora se conserva en el museo diocesano. En el cuello tenía una argolla de metal. Los fieles, con permiso, cogían la argolla y se la ponían al cuello para curar los males de garganta. Su fiesta se celebra el 3 de Febrero.
El 9 de Febrero es Santa Apolonia, protectora de la dentadura. Murió mártir en la hoguera en Alejandría en las persecuciones del siglo III. Antes, le arrancaron con una piedra todos los dientes y muelas. Una oración del breviario, antiquísima decía:
“Oh Dios por cuyo amor la bienaventurada virgen y mártir Santa Apolonia, sufrió con tanta constancia que le arrancaran todos los dientes; suplicamos té, nos concedas que todos aquéllos que imploraren tu intercesión sean libres, de males de dientes y de cabeza...”
San Babil, alivia los reumas. No hemos podido averiguar detalles de la vida y muerte de este santo.
Los endemoniados han tenido dos valederos singulares en el Alto Aragón: San Román y Santa Orosia.
San Román tiene su ermita en Ponzano y allí acudían gentes de todo Aragón, sobre todo de la parte de Teruel, y de Cataluña. Con aceite de la lámpara del santo y los exorcismos que recitaba el capellán se curaban a los que llamaban “los enemigos”.
A Jaca y Yebra de Basa acudían los mismos, con el nombre de “espirituados” a colocarse debajo de la peana de la santa, cuya fiesta se conmemora el 25 de Junio. El Obispo de Jaca, Bueno Monreal prohibió la asistencia de endemoniados a la procesión de Santa Orosia, en 1947, a causa de las lamentables escenas que en ella se daban.
Todavía se venera en el camino que conduce a Yebra a la ermita de la santa una zarza que según la tradición nunca se seca, sobre la roca en que quedaron señaladas las rodillas de Santa Orosia.
Seguiremos…


lunes, 15 de abril de 2013

La soltería

Antaño, cuando se cerraba una casa recuerdo que decían: "tal casa se cerró por no haber hecho disposición a tiempo" (generalmente entonces por no tener descendencia); y esa vivienda se "amortaba" o clausuraba.
Ahora el dicho valdría, pero el argumento quizás sea otro. Muchos chicos y chicas (de éstas menos) se han quedado para dueños de la casa (herederos), pasando ya del medio siglo de vida, y... siguen solteros. Algunos pueblos como Plan, en el invierno de 1983, intentaron resolver el problema realizando una "caravana de mujeres", convocando a través de los medios de comunicación a éstas, para que acudieran allí a casarse.
Existen dos indicadores muy claros de esta crisis, desde hace muchos años en nuestros pueblos. Uno es la emigración, de la que todo el mundo habla; y el otro, menos tratado, pero no menos real y dramático, “la soltería”. Hay que matizar que ambos siempre han existido, aunque con distinta importancia que en este momento.
Siempre ha habido solteros y solteras en muchas casas, los "tiones".
 El tión era un hermano o hermana del heredero que, se quedaba a trabajar para la casa. En esta situación no se cobraba remuneración alguna, excepto una manutención en el más amplio de los sentidos. Ayudaban en el hogar haciendo las faenas más duras y menos prestigiosas. Tener un tión se consideraba, comúnmente, una suerte, y además una señal de prosperidad. Se decía "que era la mejor lotería que podía tocarle a un heredero".
Pero el hecho de que la soltería afectara más a hombres que a mujeres, y más concretamente a los sucesores de las casas, de las pocas que iban quedando habitadas en nuestros ya de por sí vacíos pueblos, hacía prever un futuro un tanto negro para muchos techos.
Con su desaparición, y esto ha quedado muy claro a lo largo del tiempo, ha ido emparejado fatalmente, al derrumbamiento del propio pueblo.
En estos momentos podría facilitaros el nombre de varios lugares que, de no ser por un "milagro", no tardarán, por este argumento, en pasar a ser un simple recuerdo, y esta es la realidad:
Disminución de la población, aumento del número de personas solteras, desplazamiento de la soltería hacia el grupo de mayor edad, mayor proporción de solteros entre hombres y herederos..., en suma, una temible crisis de muy difícil remedio.

1950 Mediano (Abrevadero y fuente)

Cuando comienzo a recoger nuestras costumbres, (tengo que retroceder a los sesenta y setenta), ya compruebo preocupación en nuestras gentes con la soltería, y había opiniones para todos los gustos.
Unos decían que la culpa la tenían las mujeres, porque a las casas de los labradores y agricultores no querían ir, sacando el pretexto de que les tocaba trabajar más, y sin tan siquiera disponer de un tiempo para ellas.
Otros, que si el fallo era de los hombres, que cuando charraban con las zagalas se les ponía la "boca pastosa", y se les cortaban las palabras. No eran nada ligones.
Algunos, más tradicionalistas, afirmaban que anteriormente el 40 o 50% de los casamientos eran preparados por otras personas que solucionaban el futuro de la casa. La de bodas que han sido arregladas por los párrocos de los lugares…
Cuando repaso estas expresiones y las comparo con la actualidad, no quiero dar mi opinión, que para nada sirve; pero quiero compararlo con el pensamiento de nuestros mayores, en una serie de refranes, coplas, dichos de antaño, recogidos principalmente de el Sobrarbe, aunque hay varios de otras partes del Pirineo Aragonés, que tienen relación con cualquiera de las facetas del  problema.
Inicialmente dejar claro que estoy convencido de que ninguno de los tres argumentos puestos a la palestra son el verdadero conflicto, sino que se trata de algo más serio, complicado y generalizado, no únicamente de la comarca de Sobrarbe, aunque en principio parezca me estoy ocupando tan sólo de ella.
Es bien cierto que allá por aquellas añadas la mujer tenía más deberes que derechos y estaba consagrada exclusivamente al hogar, que generalmente no era el suyo, al que pasaba al casar con el heredero de otra vivienda, como se solía decir: “ha calentar el fuego ajeno", siendo considerada como la "joven" o "forastera".
Ella, administraba los bienes domésticos, corría a su cargo el educar la descendencia, muy numerosa por entonces; guisaba y disponía las comidas familiares y de los jornaleros, limpiaba la casa, lavaba, fregaba, hilaba el cáñamo y la lana dedicada al vestido de los suyos, asistía a las ferias del contorno encargándose de las compras de todo género, llevaba el huerto de la hacienda, se cuidaba de los animales del corral, iba al campo a llevar el almuerzo a los hombres o a ayudar a la recolección, transportaba pesadas cargas en la cabeza, sobre una almohadilla redonda de tela enrollada que le servía de cabezal donde cargaba el cántaro para buscar agua a la fuente, la canasta con la pesada colada de regreso del riachuelo o lavadero… en resumen, cualquier tarea considerada entonces propia de su sexo que estuviera por hacer, le correspondía a ella.
¿Os extraña de que muchas mujeres no quisieran casar con herederos?
En estos últimos tiempos todo este machismo ha cambiado y en la actualidad todos somos un poco más iguales.
Tampoco os recomiendo, si escucháis el refranero popular, hagáis caso de tantas coplas, donde se confunde a la mula u otros animales con la mujer, sintiendo más la pérdida, en ocasiones, de la primera que el fallecimiento de la segunda.
Son estrofas, la mayoría con pésimo gusto, del pasado, y sólo como tales hay que ingeridas.
“Ocurre con a muller
lo que a ro burré  d'o chitán ,
 que no  se li'n beyen  ras faldas
 dica dimpués de mercalo”
“Ocurre con la mujer
lo que al burro del gitano,
que no se le ven las faldas
hasta después de comprarlo”
 
Pero también hay repertorio despectivo alusivo al hombre.
“Hombre casado,
burré domado”.
 
“Me casé con un pastor
pensando de gananziar,
se morieron as guellas
y me quedé el animal”


miércoles, 3 de abril de 2013

La noche de bodas… ¡Que nochecica!

…La jugada fundamental se basaba en no permitir que los novios se acostasen en toda la noche y que ni siquiera pudieran estar juntos; en descubrir cuál había sido su refugio en caso de que lograsen escabullirse con la ayuda de algún familiar, para alojarse en la casa menos sospechada.
Se suponía que si los invitados quedaban burlados, iban a registrar todas las casas de los más allegados a los novios.
Y si localizaban la habitación nupcial, la lluvia -o tormenta- de bromas era imprevisible.
No era raro que al destapar la cama se encontrasen con una cazuela o palangana de agua que se derramaba por toda ella, o lo que era peor: las sábanas las habían escurrido y vuelto a colocar en la cama, completamente húmedas. Costumbre que ha perdurado hasta hace muy poco, en Huesca, Senés y Biscarrués.
Lo más suave era encontrarse con la petaca hecha. La "petaca" consiste en colocar la sábana de encima de forma que parezca que está hecha la cama, pero doblada de tal manera que sea imposible meterse en ella. La solían hacer en Cuarte, Aniés, Codos, Estallo, Santa Engracia de Loarre, Quinzano, Fuencalderas, Sádaba, Aseara, Senés, Blecua, la Fueva... En Loporzano y Biscarrués, les cosían además las sábanas.
O con todas las sábanas llenas de sal gorda o de serrín, que era preciso sacudir un buen rato en la ventana con el consiguiente jolgorio de los bromistas que rondaban la calle, y volver a hacer la cama.
Costumbre recogida en Araguás, Bisearrués,la Fueva, Plasencia, Aniés, Cotita, Fuencalderas, Sádaba, Peraltilla, La Almunia de San Juan, Senés...
 
Más grave era comprobar que les habían robado el colchón y en su lugar habían colocado los artilugios más variados o bien les habían quitado travesaños de la cama. En Montoro y otros lugares.
Alquezar (Huesca)
 
O sencillamente se la habían dejado sin tornillos con lo que se venía al suelo en cuanto se acostaban.
Lo primero que tenían que hacer, pues, era comprobar la completa normalidad de la cama, cosa inútil porque podía parecer que todo estaba en orden para comprobar desolados, momentos después, que les habían colgado del jergón campanillas, esquilas y esquilones, o bien un par de tíos forzudos se habían escondido debajo de la cama para volcarla cuando lo creyeran conveniente. Creo que aun quedara gente, que os lo podrá contar en Botaya, Jaca, Aineto...
Y si la cama no presentaba ningún tipo de problema, podían estar seguros de que la broma iría por otro lado, pero que no estaría ausente. Unos petardos de cuando en cuando en el balcón o en la habitación de al lado, como ocurría en Pomar, Bolea…
En Benabarre, Graus y Camporrells la juventud armaba tanta gresca como podía, junto al dormitorio. Duraba toda la noche con intención de no dejar dormir a la pareja. Las grescas de estos pueblos y otros vecinos duraba dos días: el primer día con su noche en casa del novio y al día siguiente en casa de la novia.
También un asalto a la cámara nupcial para hacerlos levantar, como ocurría en Aragüas…
O bien reclamar su presencia en el balcón constantemente toda la noche.
Cuando menos lo esperaban irrumpían solícitos los amigos en el cuarto para obsequiarles con una taza de chocolate, o una pizca de gallina, un caldo, o simplemente para cantarles canciones o interesarse, por si necesitaban alguna cosa, aunque nunca dispuestos a admitir que su única necesidad era que los dejaran en paz.
En muchos lugares, el chocolate lo aprovechaban para embadurnar a los novios. En Graus, Camporrells y Benabarre el chocolate lo servían salado con salmuera y a veces apañado con vinagre, intensamente amostazado y especiado. En Senés lo llevaban para desayunar muy temprano por la mañana. Y lo mismo, hacían en Naval.
La costumbre de llevar el caldo a la cama ha sido siempre muy extendida por todo Aragón y en tiempos bastante recientes se podía ver todavía en Estadilla, Sallent, Aniés, Santa Engracia de Loarre, Plan, Quinzano, Colungo, La Fueva, Cofita, Guaso, Fuendecampo...
En otros lugares, se llevaba únicamente agua, pero, eso sí, muchas veces durante la noche.
Por lo demás, esta costumbre la hemos visto en muchos lugares. En otros, les hacían beber un líquido amargo para advertirles de los percances que tendrían que aguantar.
En casi todos buscaban a los novios para no dejarles dormir juntos. Ellos lo podían evitar pagando una merienda. Si no, como contaba antes, se les ponían cencerros debajo de la cama y se sacaba el colchón a la calle cuando ya estaban acostados. O les tiraban sal encima, o se la metían en la cama y también harina. Se hacía la petaca y se aserraban las patas de la cama.
En algunos sitios, aún después de encontrar con mucha suerte la soledad no parece que acabaran los problemas.
Me refiero a la creencia de las velas.
Antiguamente, antes de la llegada de la luz eléctrica a las casas, un accesorio imprescindible en la mesilla de noche era la palmatoria con su vela. Con toda intención, en la habitación nupcial, la noche de bodas, colocaban un auténtico cirio, enorme, en la mesilla, pues existía el convencimiento de que el primer cónyuge que apagara la vela, sería el primero que se moriría. Y parece que a ninguno de los dos les apetecía abandonar primero esta vida.
Podemos adivinar la insistencia de cada uno para que apagara el otro. Con frecuencia la dejaban encendida hasta que se consumiese toda.
Y dejo a oscuras, por fin, a los recién casados. No es cosa de meternos en sus intimidades. Y además, creo que se habrán ganado un ratico de soledad…
Su trabajo y sacrificios ha costado…